Coloca m¨¢s que un neurol¨¦ptico
ESTE SE?OR delgado, que sonr¨ªe a la c¨¢mara como un cr¨ªo tras una fechor¨ªa, escribe libros. Novelas, biograf¨ªas, tratados de gram¨¢tica. Trabaja en las fronteras del idioma espa?ol, siempre al borde de la norma, que a veces traspasa para contar lo que hay al otro lado. Al otro lado del sentido. Se llama Fernando Vallejo y naci¨® en el Medell¨ªn de all¨¢, pero vive en M¨¦xico. Odia a los poetas que riman en asonante, odia a los f¨ªsicos, odia al Papa, y odia tambi¨¦n el psicoan¨¢lisis y la psiquiatr¨ªa. Odia a Darwin y a Einstein. Y a Freud, claro. Odia a santo Tom¨¢s de Aquino. Del Homo sapiens dice que es una f¨¢brica de mierda; del cristianismo, que es una empresa criminal; de Colombia, que es una mala patria; de Bergoglio, que es un farsante y un corrupto; de la f¨ªsica subat¨®mica, que es una mariguanada. De Cervantes, en cambio, afirma con delicadeza que fue un ser bondadoso a quien la lengua dict¨® El Quijote.
Aqu¨ª aparece fotografiado con Brusca, su perra, que, pese a las apariencias, no pertenece al cuadro. Duerme abrazado a ella porque la ama con una intensidad desoladora (no se muere por no dejarla hu¨¦rfana). Cuando uno llama a su puerta, convencido de formar parte de cualquiera de los grupos a los que odia, le recibe el ser m¨¢s gentil del mundo, quiz¨¢ tambi¨¦n el m¨¢s vulnerable. C¨®mo concilia su capacidad verbal para el odio con su disposici¨®n existencial para la amistad es un misterio con el que uno regresa al hotel para abrir por cualquier p¨¢gina cualquiera de sus libros. Un solo p¨¢rrafo de su prosa odiadora coloca m¨¢s que un neurol¨¦ptico. L¨¦anlo si se atreven.
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