Mi marido no pasa la aspiradora¡
La mayor¨ªa de las discusiones empiezan porque los hombres no hacen tareas. Y es que, no s¨¦ c¨®mo, pero al final somos nosotras las que terminamos haciendo todo
Me piden que escriba una opini¨®n sobre los motivos de las discusiones dom¨¦sticas que, seg¨²n un estudio de Philips, en la mayor¨ªa de los casos vienen dadas porque el hombre, s¨ª, el hombre (no me lo estoy inventando yo), no hace las tareas dom¨¦sticas que, seg¨²n la mujer, siempre seg¨²n ella, deber¨ªa. Acab¨¢ramos. No hac¨ªa falta, en cualquier caso, gastarse un euro para saberlo. No han descubierto la p¨®lvora. Ya s¨¦ que usted, amable lector, no es de esos. Mis disculpas por adelantado. Si yo no hablo de usted, yo hablo de otros. Ya sabe de cu¨¢les.
Que vaya por delante que servidora est¨¢ muy contenta con su marido. Y que es todo ¨¦l un dechado de virtudes. Pero, entre las que le adornan, precisamente la de hacer tareas dom¨¦sticas, no figura. Tampoco es para ponerse a la tremenda que a m¨ª tampoco me gusta ni cocinar, ni coser, ni planchar ni todas esas cosas que son propias¡de las tareas del hogar. Y jam¨¢s una mala cara me ha puesto el pobre porque se me hayan pegado las lentejas. El problema es que a m¨ª, aunque no me guste, si no queda m¨¢s remedio, pues lo hago. Y ¨¦l, si no lo hace y yo tampoco, se queda m¨¢s ancho que largo y me dice que no me estrese. Y ah¨ª, digamos, podemos encontrar, grosso modo, las principales diferencias entre hombres y mujeres frente a las siempre engorrosas tareas dom¨¦sticas: la principal es que ellos suelen pasar bastante m¨¢s si estas no se hacen. Y nosotras somos m¨¢s dadas a incidir en el tema. ?Cuesti¨®n cultural? Ser¨¢. Cuesti¨®n cultural de c¨®mo los educaron las madres que los parieron, que suelen ser ellas, y no ellos, las que dicen esa frase tan graciosa de: "Hijo, habiendo mujeres, t¨² como te vas a levantar de la mesa". Claro, habiendo mulas de carga, t¨² ded¨ªcate a disfrutar de la sobremesa y la conversaci¨®n que esas son cosas de hombres.
El panorama dom¨¦stico actual en Espa?a se parece poco al de hace cuatro d¨¦cadas, cuando nuestras madres comenzaban su vida conyugal. Todav¨ªa entonces hab¨ªa muchas que no trabajaban fuera de casa y, por tanto, los roles sobre qui¨¦n limpiaba estaban mucho mejor aceptados. No s¨¦ si aceptados o asumidos. Pero no hab¨ªa demasiada discusi¨®n sobre qui¨¦n se encargaba del hogar. Tambi¨¦n es cierto que no quedaba mucho m¨¢s remedio, salvo que fueras rica y pudieras pagar servicio. Tambi¨¦n es verdad, por otra parte, que si ¨¦l es el que sale de casa a trabajar, lo normal es que ella se encargue de la casa. Porque si fuese al rev¨¦s, y me consta que algunos casos hay, debe ser as¨ª tambi¨¦n. En realidad esto es un reparto equitativo de responsabilidades. T¨² (seas mujer u hombre), trabajas fuera y aportas el dinero y t¨² (seas hombre o mujer) te encargas de la intendencia cotidiana.
Creo que hasta aqu¨ª m¨¢s o menos todos estamos de acuerdo. Se trata de aplicar una l¨®gica y un sentido com¨²n. El problema sucede cuando son los dos los que trabajan fuera de casa con sus ocho o m¨¢s horas de trabajo y, al llegar al hogar, uno hace cuatro veces m¨¢s que el otro. Y, me perdonan y me disculpan pero los n¨²meros y las estad¨ªsticas cantan: hacemos m¨¢s nosotras. Por tradici¨®n, por cultura (a la cultura siempre le da por fastidiarnos a las mujeres), por el morro que le echa el otro, por lo que sea, pero es as¨ª. Habr¨¢ excepciones, no lo niego. De hecho, creo que cada vez hay m¨¢s hombres que aportan exactamente lo mismo que ellas. Y eso, ya es un avance. Pero, de momento, yo cuando voy a casa de amigos a comer (y vamos casi todos los fines de semana), no s¨¦ c¨®mo pero al final somos nosotras las que terminamos haciendo todo: poniendo la mesa, recogiendo, fregando¡
?Qu¨¦ hacemos, entonces, cu¨¢ndo se produce ese desequilibrio? La opci¨®n m¨¢s pr¨¢ctica y que menos dolores de cabeza levanta, si hay posibilidad, es contratar a alguien de fuera para que lo haga. Obvio que no todas las familias pueden ni siquiera trabajando los dos (los salarios en Espa?a ya sabemos c¨®mo son para la mayor¨ªa) En econom¨ªas no muy ajustadas pero tampoco boyantes es una soluci¨®n ante discusiones. Y es totalmente entendible. Hay personas que prefieren tener paz a tener m¨¢s dinero. A veces ajustando presupuesto y quit¨¢ndose de cosas golosas como ir al cine, tomar ca?as y/o ir de vez en cuando a la peluquer¨ªa a te?irse las canas, se puede destinar a pagar a quien limpie tu casa. Para m¨ª, si se puede, es el dinero mejor invertido. En mi caso, que no me gusta ir de compras y que cuando lo hago, una o dos veces al a?o, lo hago a granel, que prefiero te?irme en casa (por comodidad sobre todo), me parece un dinero de lo mejor empleado.
Tambi¨¦n s¨¦ de una que le pas¨® la factura a la suegra. Adem¨¢s, sin despeinarse ya que, seg¨²n ella, siempre andaba presumiendo de lo bien que hab¨ªa educado al hijo.
Pero volviendo a la realidad, como lo de la suegra no suele resultar viable, si no le queda a usted m¨¢s remedio, me temo que le va a tocar re-educar a su marido y hacerle ver que su condici¨®n de poseedora de dos ovarios no le obliga a hacerse cargo de la colada y de la plancha, adem¨¢s de otros menesteres del hogar. Y paciencia. Mucha paciencia. No le queda nada. Y, en ¨²ltima instancia, habr¨¢ que relajarse. Tampoco nos vamos a poner nerviosos por un poco de polvo. El matrimonio, al fin y al cabo, es una carrera de fondo y mejor tomarse las cosas con calma, que tampoco veo yo motivo de divorcio en esto.
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