Surf
'A?os salvajes', de Finnegan es una cr¨®nica limpia y detallada de la vida de un reportero que recorre el mundo buscando la ola perfecta
Entre mis vocaciones frustradas est¨¢n la de m¨²sico y la de surfista. Pongo bastante esfuerzo para sumar una m¨¢s, la de periodista. Pero con el surf conseguir¨ªa una forma de hacer que el mar fuese algo m¨¢s que el paisaje de mi infancia y se convirtiese en un elemento de comuni¨®n. La gu¨ªa del surf de California inclu¨ªa este pie de foto sobre una imagen de decenas de novatos pele¨¢ndose por coger una ola que no llegaba al palmo de altura: ¡°El surf es un deporte individual en el que un hombre solitario tiene que hacer frente, sin m¨¢s ayuda que sus conocimientos adquiridos, a las fuerzas salvajes del poderoso oc¨¦ano¡±.
En el libro El nuevo nuevo periodismo, Robert S. Boynton dedica muchas l¨ªneas a William Finnegan. Me gusta c¨®mo empieza el cap¨ªtulo dedicado a ¨¦l; dice que en sus reportajes hay un punto de inflexi¨®n ¡°cuando el autor comprende que sus suposiciones iniciales se han desvirtuado y ya nada es lo que parece¡±. Hay pocas maneras m¨¢s humildes de entender el periodismo que la de convertirse, a mitad del reportaje, en un hombre de ideas derrumbadas, no digo ya prejuicios.
Libros del Asteroide publica A?os salvajes, de Finnegan, que traduce Eduardo Jord¨¢. Es una cr¨®nica limpia y detallada de la vida de un reportero que recorre el mundo buscando la ola perfecta, que como se sabe es un objetivo que cura el tiempo. En este caso, 600 p¨¢ginas. A?os salvajes tumba vocaciones y ambiciones relacionadas con el surf. Lo ense?a todo de un modo abrupto, a la manera de aquel ni?o de Family guy que descubre a sus padres haciendo el amor: ¡°No s¨¦ que est¨¢n haciendo, pero pap¨¢ va ganando¡±.
En uno de sus viajes a Finnegan le llaman ¡°chulito de playa¡± por desentenderse de todo salvo de esa ola buscada. La chica que se lo reprocha dice: ¡°Si hubiese un terremoto no os preocupar¨ªais ni de vuestra casa ni de vuestro coche, tan solo dir¨ªais: ¡®Uau, otra experiencia nueva¡±. Ese tipo de obsesiones siempre me han admirado.
La cr¨®nica de Finnegan incluye una definici¨®n can¨®nica del amor a prop¨®sito de su mujer: ¡°Bail¨¢bamos el mismo baile, nadie m¨¢s sab¨ªa las cosas que nosotros sab¨ªamos ni que compart¨ªamos el mismo lenguaje secreto que nos hab¨ªamos inventado¡±. El punto de inflexi¨®n ocurre cuando es el lector el que ve sus suposiciones destruidas. Ese baile y ese lenguaje se producen con el mar, y el surf no es m¨¢s que un di¨¢logo consigo mismo que puede acabar en la muerte. Por eso uno se va a la ola con el mismo ¨ªmpetu que a otro ser humano: ten¨ªa dudas, no ten¨ªa miedo y no quer¨ªa que acabase nunca.
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