La agon¨ªa socialista
Dentro del PSOE han ido ascendiendo en el escalaf¨®n personas sin el menor relieve ni aportaci¨®n alguna
Primeros a?os 90. La voz del tel¨¦fono correspond¨ªa a la admirable Cristina Ramos, a quien no conoc¨ªa, pero que iba a dirigir en TVE un inminente debate sobre el socialismo al que estaba invitado con Alfonso Guerra, vicepresidente entonces, y Garrigues entre otros. Me inform¨® de que por orden superior no podr¨ªa sacar el tema de una reciente huelga general, lo cual contraven¨ªa su ¨¦tica profesional. L¨®gicamente respond¨ª que yo lo har¨ªa. Cost¨®, pero al fin Guerra tuvo que levantar la barrera : "?Ya has desembushao !", me espet¨®. Sigui¨® con expresiones malhumoradas hasta que al salir se despidi¨® diciendo : "Para hacer pol¨ªtica hay que hundirse en el barro". Se me acabaron las invitaciones. Luego Cristina Ramos pas¨® al campo del coraz¨®n.
He recordado varias veces el episodio conforme se ha agudizado la crisis interna del PSOE en los ¨²ltimos a?os. Sin duda existen otras causas de la misma, y en particular de que hombres pol¨ªticos tan endebles como Zapatero y S¨¢nchez, rodeados por otros asimismo mediocres, hayan ocupado la direcci¨®n del viejo partido en los ¨²ltimos a?os, con las lamentables consecuencias hoy visibles. Por encima de todo, la evoluci¨®n econ¨®mica ha erosionado gravemente la estrategia cl¨¢sica de las socialdemocracias, forzadas a asumir posiciones defensivas o a someterse a los dictados de austeridad. En el caso del PSOE cont¨® tambi¨¦n su pr¨¢ctica inexistencia, salvo en Asturias y Euskadi, hasta v¨ªsperas de la democracia : ese "he visto un socialista" de fines de los 60, al descubrir al entra?able abuelo de Pablo Iglesias en una covachuela del Ministerio de Trabajo. Partido de aluvi¨®n, no se forj¨®, como el PCE, en la lucha antifranquista, con la correspondiente ausencia de ese filtro que actu¨® en Italia y en Francia para formar cuadros y dirigentes. La inmadurez qued¨® pronto de manifiesto, en la crisis identitaria sobre el marxismo y la soluci¨®n consisti¨® en establecer un molde org¨¢nico autoritario, cerrado a toda oposici¨®n procedente de su interior. De eso se encarg¨® a conciencia Alfonso Guerra, y si como vimos el criterio de que quien se mueva no sale en la foto se aplicaba con tal rigor a un simple programa de televisi¨®n, podemos suponer lo que ocurr¨ªa dentro del partido. En su libro de despedida, Jorge Sempr¨²n/Federico S¨¢nchez describi¨® con ¨¢cida iron¨ªa el funcionamiento de ese liderazgo indiscutido de Guerra en el gobierno.
La camisa de fuerza as¨ª forjada result¨® sumamente eficaz para evitar la formaci¨®n de movimientos de oposici¨®n eficaces -recordemos lo ocurrido con Izquierda Socialista-, y hay indicios de que sigui¨® funcionando con los sucesores de Felipe Gonz¨¢lez. Otro episodio, aqu¨ª con Rubalcaba en Interior como protagonista, respecto de un brillante excolaborador t¨¦cnico del Ministerio, confirma la persistencia de ese principio de autoridad : toda posici¨®n que no coincid¨ªa en todo con el mando, era tajantemente condenada y su emisor, excluido. El tiempo de la Alianza de Civilizaciones por Real Orden, con Zapatero en el papel de censor, dio ocasi¨®n a nuevas manifestaciones de ese tipo. El monolitismo quedaba garantizado. Tuvo ocasi¨®n de alcanzar sus m¨¢s altos honores cuando en 2008 fue impuesta a todo exponente del partido la negaci¨®n de la crisis; todo lo m¨¢s hab¨ªa "desaceleraci¨®n".
El monopolio forzoso de pensamiento y de voz p¨²blica tiene sus ventajas, pero tambi¨¦n sus inconvenientes
El monopolio forzoso de pensamiento y de voz p¨²blica tiene sus ventajas, pero tambi¨¦n sus inconvenientes. Cuenta la advertencia de Lech Walesa: puede hacerse una sopa de pescado con los peces de un acuario, pero no a la inversa. Los partidos socialdem¨®cratas registran un permanente vaiv¨¦n de opiniones, compatibles con la disciplina, tanto en Francia y Alemania como en Italia y el Reino Unido. De algo sirve eso para ir creando una opini¨®n colectiva y seleccionando a los m¨¢s capaces. Aqu¨ª sucedi¨® lo contrario, como observamos en las biograf¨ªas pol¨ªticas de Zapatero y Pedro S¨¢nchez. Han ido ascendiendo en el escalaf¨®n, pero sin el menor relieve ni aportaci¨®n alguna. Se dec¨ªa de Zapatero que su ejecutoria como diputado correspond¨ªa a lo que se propuso para Gregorio Mara?¨®n en 1933: un libro con las p¨¢ginas en blanco. Pertenecen a una categor¨ªa bien conocida en Europa, con el nombre italiano de culo di ferro: presentes en las reuniones, sensibles a los vientos internos del poder y expertos en la manipulaci¨®n. Las ideas est¨¢n de m¨¢s. Cuentan las dotes de mando, aplicables contra toda disidencia. Pero no se encuentran preparados para encauzar democr¨¢ticamente una crisis como la actual, aunque est¨¦ en juego la supervivencia del partido.
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