Esta pel¨ªcula ha conseguido el r¨¦cord absoluto de huidas de sala en Sitges

Cuando se levanta el primero, ser¨¢ que tiene que ir al servicio. Cuando pasan unos minutos y se marchan otros dos, es que pasa algo raro. Si a la mitad del metraje han salido por la puerta m¨¢s de veinte personas, la supuesta provocaci¨®n ha dado paso a la deserci¨®n.

Mi¨¦rcoles, 14,30 de la tarde y en la puerta de la sala Tramuntana del Festival de Sitges un cartel que reza lo siguiente: "El acceso a Tenemos la carne est¨¢ restringido a mayores de 18 a?os. Se pedir¨¢ DNI en la entrada". El aforo de una de las sedes menores del festival est¨¢ pr¨¢cticamente completo. El director mejicano Emiliano Rocha, un joven de aspecto pulcro apadrinado por Alejandro Gonz¨¢lez I?¨¢rritu, se desmarca con una presentaci¨®n un tanto cr¨ªptica: "Ya me dir¨¢n qu¨¦ les parece la pel¨ªcula. Lo siento por los que se sientan en las ¨²ltimas filas... pero tambi¨¦n por los que est¨¢n demasiado cerca de la pantalla".

En la pantalla, dos hermanos buscan cobijo en un escenario postapocal¨ªptico, siendo acogidos por un misterioso personaje mitad homeless, mitad cham¨¢n, que les inicia en todo tipo de parafilias sexuales. Incesto, necrofilia, iniciaci¨®n al canibalismo... El marqu¨¦s de Sade mezclado con el Gaspar No¨¦ m¨¢s enloquecido y todo hasta arriba de metanfetamina. Una sucesi¨®n de secuencias inconexas, pretendidamente provocadoras, pero sobre todo muy expl¨ªcitas que aceleran el goteo de aficionados y cr¨ªticos fuera de la sala, pese a la fuerte lluvia. 80 minutos de metraje que se saldan con unos pocos aplausos, muchas caras de incomprensi¨®n y no pocos comentarios de desaprobaci¨®n en las redes sociales.

"Est¨¢ claro que tiene a Pasolini como referente, pero es que esto no hay quien lo entienda", explica un cr¨ªtico a su acompa?ante a la salida de la sala. Minutos despu¨¦s, en una mesa redonda con el actor Bruce Campbell, el run run ya es clamor: "?Hab¨¦is estado en el pase de la mejicana? Dicen que se ha empezado a ir la gente".

No es la primera vez que se pide el DNI a la entrada de una proyecci¨®n en un festival de cine tras la pol¨¦mica con Una pel¨ªcula Serbia hace unos a?os. El p¨²blico de Sitges, exigente con el g¨¦nero y comprensivo con las excentricidades, puede soportar im¨¢genes de tremenda crudeza, pero rara vez perdona lo que se suele llamar "el WTF" (lo que se podr¨ªa traducir como "Pero qu¨¦ co?o").

En la presente edici¨®n se han visto pel¨ªculas magn¨ªficas como Train to Busan, Melanie, The girl with all the gifts o El extra?o, se han escuchado risas de disconformidad en cintas pretendidamente emotivas como la estadounidense Somnia, pero a los habituales les costar¨¢ recordar un caso como el de Tenemos la carne, que llegaba precedida de buenas referencias del festival de Rotterdam y con un director llamado a abanderar la nueva ola del cine mejicano, y que, ahora, sale con el r¨¦cord absoluto de huidas de la sala.