Reyes de la televisi¨®n, art¨ªfices de imperios

Ellen DeGeneres o Jimmy Fallon reciben cada d¨ªa a los mayores nombres del cine, la m¨²sica y la vida pol¨ªtica en su plat¨®. No hay semana en la que sus v¨ªdeos no se vuelvan virales tras ser vistos por millones de internautas. Ambos est¨¢n en la lista de presentadores m¨¢s poderosos que Forbes present¨® esta semana, pero, pese a su fama mundial e influencia, ninguno se acerca al n¨²mero uno. Ese puesto no lo ocupa un c¨®mico, un conductor de concursos ni un actor. El showman mejor pagado del mundo ni siquiera tiene un programa en horario de m¨¢xima audiencia. Es un psic¨®logo, calvo y con un anticuado bigote.

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Se llama Phil McGraw, pero le conocen por Dr. Phil, y aunque su aspecto no es demasiado televisivo se ha erigido en el sucesor perfecto de Oprah Winfrey. Fue precisamente la presentadora quien, en un pa¨ªs obsesionado con la psicolog¨ªa, le confi¨® un espacio de autoayuda y bienestar a finales de los noventa. Aquel formato se ha convertido en un imperio: las ganancias anuales de su marca suman 79 millones de euros.

La ecl¨¦ctica lista de Forbes, confeccionada mediante entrevistas con abogados y publicistas y los datos recopilados por la empresa Nielsen, demuestra que, pese a Internet, los grandes fen¨®menos empresariales todav¨ªa tienen su origen en la televisi¨®n cl¨¢sica. En particular, en la disputada franja matinal.

Al Dr. Phil le siguen, adem¨¢s de habituales como Fallon, DeGeneres o el presentador de American Idol Ryan Seacrest (el Jes¨²s V¨¢zquez estadounidense es tercero con 45 millones); la juez Judy (cuarta), conductora de un popular programa de juicios; el exjugador de f¨²tbol americano Michael Strahan, reconvertido en presentador diurno; una top model experta en realities como Heidi Klum (sexta) o las caras visibles del canal ultraconservador de noticias Fox News Bill O¡¯Reilly y Megyn Kelly, esta ¨²ltima de actualidad por sus disputas con el candidato a la Casa Blanca Donald Trump.

Todos tienen salarios de ocho cifras. Cualquiera de sus movimientos o fichajes son noticia. Pero cada uno tiene una estrategia. Al contrario que DeGeneres (segunda de la lista), McGraw no utiliza virales o una pel¨ªcula como Buscando a Dory, la m¨¢s taquillera del a?o, para vender sus productos y erigirse en icono medi¨¢tico. Cada ma?ana lo ven 3,6 millones de estadounidense. Y, lo m¨¢s importante, tiene en el bolsillo a un p¨²blico fundamental: el televidente preocupado por la salud que pasa las ma?anas en casa. Entre lecciones sobre c¨®mo controlar su futuro, se dirige a las amas de casa y los parados para venderles los productos que necesitan y acercarles su red de expertos. Incluso cuando cede su nombre a una colecci¨®n de productos adelgazantes milagrosos que en 2004 lo llevaron a ser investigado por la Comisi¨®n Federal de Comercio.

En su programa tienen cabida historias escabrosas y autoayuda zafia. Mirar sus temas de esta semana es suficiente: ?un narcisista arruin¨® su vida?, gemelas mat¨¢ndose de hambre, mi marido rapt¨® a mi hijo y una entrevista al acosador de Brooke Shields son parte del escabroso contenido. Al mismo tiempo, ¨¦l representa el idealizado sue?o americano de un hombre del sur hecho a s¨ª mismo que se retir¨® de la psicolog¨ªa en 2006 para convertirse en poderoso empresario dedicado que cura a famosos como Britney Spears. ¡°Cuanto m¨¢s maduro, m¨¢s quiero vivir sin que nadie me diga lo que debo hacer¡±, explicaba en 2013.

Estrategia

Pese a su ¨¦xito, el programa, como Oprah perfeccion¨® en su d¨ªa, es la punta de un imperio que abarca tambi¨¦n desde otro espacio con doctores de distintas ¨¢reas de la medicina a una aplicaci¨®n donde el cliente se conecta directamente con su red de psic¨®logos. Esa misma estrategia sigue DeGeneres, su competidora directa, que, adem¨¢s de la pel¨ªcula de Pixar, lanz¨® este a?o diversos juegos para m¨®viles a los que da visibilidad desde su sof¨¢ y que ostenta un rentable acuerdo con la marca de maquillaje CoverGirl. Su sueldo en 2015: 68 millones.

Reyes de la televisi¨®n, art¨ªfices de imperios

La ¨²ltima piedra en la que se erige el imperio de McGraw es Bull, una serie donde su alter ego joven de ficci¨®n trabaja con un gabinete de psicolog¨ªa en casos judiciales inexplicables. Las cr¨ªticas no han sido buenas, pero la producci¨®n ya es uno de los ¨¦xitos de audiencia de la temporada. Es de esperar que siendo el Dr. Phil el productor no se haga hincapi¨¦, sin embargo, en los claroscuros de su carrera: la denuncia de malos tratos de su primera mujer o las acusaciones de otros psic¨®logos y asociaciones de enfermos a sus m¨¦todos por ¡°simplistas, sensacionalistas e inefectivos¡±. Lo que nadie cuestiona es su don para el negocio.