Nosotras las locas
AL LADO de la tienda de autores de la Flip ¨Cel festival literario internacional m¨¢s importante de Brasil¨C, me sorprende ver una serie de fotos desde las que me mira una mujer joven con gafas de sol, que sonr¨ªe o mira melanc¨®lica la vida pasar. Lleva un biquini a rayas o monta en bicicleta. Podr¨ªa ser cualquier chica, pero es la poeta brasile?a Ana Cristina C¨¦sar, una de las grandes voces l¨ªricas de la d¨¦cada de los setenta, a la que este a?o la Flip rinde homenaje. Ana C. se suicid¨® arroj¨¢ndose desde un octavo piso en el barrio de Copacabana, donde viv¨ªan sus padres. Como alguna vez dijo, la poes¨ªa no es m¨¢s que un tipo de locura cualquiera. La contemplo fumar estilosamente y pienso en todas las poetas marginales que como ellas son reconocidas cuando ya se han lanzado al vac¨ªo. En las 14 ediciones de festival, es la segunda mujer a la que se le rinde tal honor. La primera fue Clarice Lispector.
¡°Hay un intento de fetichizar a las escritoras, como si su imagen y misteriosa biograf¨ªa se valorara m¨¢s que su obra¡±.
Ocurre algo con las mujeres escritoras, y Laura Folgueira, traductora, lo sabe mejor que nadie: ¡°Hay un intento de fetichizar a las escritoras, como si su imagen y misteriosa biograf¨ªa se valorara m¨¢s que su obra¡±, me dice sentada en uno de los restaurantes del centro hist¨®rico de Paraty, construido sobre las piedras que arrastraron con sangre los esclavos. ¡°Con los escritores hombres no ocurre lo mismo, ellos posan delante de su m¨¢quina de escribir y con eso basta¡±. Laura no est¨¢ sola en esta gesta. La acompa?a Marta L¨®pez, junto a la cual fund¨® en 2014 el colectivo literario y feminista KDMulheres, dedicado a fiscalizar la presencia de mujeres en el mundo editorial, un entorno del que suelen ser excluidas. Su primera acci¨®n fue de guerrilla: llevar panfletos durante la Flip, presionando para que hubiera m¨¢s escritoras en la programaci¨®n principal. Finalmente lo lograron. Este a?o la organizaci¨®n apost¨® fuerte por ellas: m¨¢s del 40% de autoras frente al 15% de a?os pasados; aunque queda mucho por hacer en un pa¨ªs en el que la primera presidenta mujer de su historia acaba de ser destituida. ¡°La Flip es el gran escaparate literario del pa¨ªs y un espejo de la situaci¨®n de las mujeres¡±, dice Laura, y reclama que se haga lo propio con las mujeres negras y las ind¨ªgenas.
En un recital de slang, la joven poeta Mel Duarte deja claro que las mujeres no van a esperar a ser homenajeadas en biquini despu¨¦s de una vida de ostracismo y suicidio. Arenga contra el estupro, dice la palabra ¡°vagina¡± y el v¨ªdeo se convierte en viral. En tanto, en la cacareada mesa sobre sexo, la escritora brasile?a Juliana Frank lleva al escenario todos los ancestrales temores del patriarcado. Hace todo lo que no deber¨ªa hacer una mujer, menos si es escritora: gesticula, provoca, se desnuda, interact¨²a con el p¨²blico, lanza mensajes encriptados y no, no se comporta. Por esto ser¨¢ agredida por algunos medios y viandantes, tachada de loca y drogadicta. Vuelvo a preguntarme si no hubieran tildado de genios a Easton Ellis, a Jos¨¦ ?ngel Ma?as o al propio Dal¨ª por algo parecido. Pero ellos eran payasos que pod¨ªan permitirse serlo. Nosotras somos las locas que tenemos que guardar las formas para que nuestro trabajo no sea considerado literatura de segunda. Ya se lo reconocer¨¢n cuando est¨¦ muerta.
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