Lujuria

En la televisi¨®n sale una publicidad de juguetes er¨®ticos: la pareja "normal", que no hace "esas cosas", acepta probar el gel excitante. De inmediato, explotan fuegos artificiales en el cielo, y la pareja cambia su cara de primera comuni¨®n por una mueca de lujuria.

A continuaci¨®n, en las noticias, entrevistan a una directora de cine porno feminista, que produce pel¨ªculas sexuales solo para mujeres. Ella nos explica que la igualdad ha llegado: ya no hace falta ser hombre para tener sexo con tu ordenador.

A mi abuelo le habr¨ªa parecido extravagancia. Yo creo que es libertad.

La nueva serie de Netflix, Easy, habla de estas personas. Y de lesbianas veganas que se enrollan con bebedoras de mimosas. Y de parejas que buscan en redes sociales compa?eras para hacer tr¨ªos. Y de amos de casa que se sienten inseguros en la intimidad ante sus esposas empresarias. Y, sobre todo, de nosotros, los espectadores, porque una parte de nuestra intimidad est¨¢ saliendo por la tele. Nuestros problemas, opiniones y miedos aparecen en boca -o en alg¨²n otro ¨®rgano- de sus personajes.

En el siglo XXI el sexo es la ¨²ltima lucha ¨¦pica. La pol¨ªtica da marcha atr¨¢s: vuelven las desigualdades, los nacionalismos, los racismos... Los pa¨ªses ponen sus metas en el retrovisor y pisan el acelerador. Por el contrario, el progreso se impone en las peque?as vidas de las personas. Los individuos conquistan el amor para vivirlo cada cual a su manera. Se proclama una rep¨²blica independiente en cada cuerpo.

Con su relato de la intimidad contempor¨¢nea, Easy retrata las grandes transformaciones de un tiempo en que la revoluci¨®n no triunfa en las plazas p¨²blicas, sino en las camas.