La historia negra de la delincuencia espa?ola
El libro 'Fuera de la ley' retrata a los protagonista de la cr¨®nica policial de principios del siglo XX en Espa?a. Un ecosistema en el que anarquistas, ladrones de guante blanco, bandoleros y navajeros campaban a sus anchas
Era una Espa?a de amenazantes callejuelas, oscuras y sucias, con personas durmiendo por las esquinas, a la salida de los m¨¢s terribles tugurios y cabarets. Por el Barrio Chino de Barcelona o en los barrios bajos de Madrid pululaban los golfos y los golfillos, los apaches, atracadores, ladrones y timadores de baja estofa, gente de navaja f¨¢cil, un mundo del hampa de gorra y chaleco que no tiene nada que envidiar a la cr¨®nica negra que ha difundido el cine estadounidense.
El libro Fuera de la ley. Hampa, anarquistas, bandoleros y apaches (La Felguera Editores) trata de recrear a trav¨¦s de un collage de hemeroteca y con un esp¨ªritu casi enciclop¨¦dico lo que fueron los bajos fondos en este pa¨ªs entre 1900 y 1923. Una etapa violenta y s¨®rdida que recuerda en ciertos momentos al ambiente de la serie Peaky blinders, de la BBC, sobre los g¨¢nsteres de Birmingham durante la Primera Guerra Mundial.
Era ¨¦poca de desorientaci¨®n y de gran desigualdad, tras la p¨¦rdida de las ¨²ltimas colonias espa?olas en 1898 y el regreso de los soldados de Cuba y Filipinas (muchos de los cuales, sin futuro, pasaron a engrosar las filas de la delincuencia), que regresaron a un continente azotado por los continuos atentados anarquistas y una profunda conflictividad social (y hasta una Guerra Mundial, la primera). Proliferaron entonces los estudios sociol¨®gicos dedicados a comprender los bajos fondos (de las ciudades y de las almas) y la cr¨®nica negra. De fragmentos de estas obras (o de libros de P¨ªo Baroja, entre otros) se vale este volumen para dar cuenta de las diferentes tribus que transitaban los subterr¨¢neos de la sociedad.
Los golfos y los golfillos, expulsados de cualquier clase social y obligados a vivir en la cuerda floja. Los trogloditas que viv¨ªan en cuevas en los alrededores de la ciudad de Madrid. Las ratas de hotel que robaban en las habitaciones de los mismos. Los enterradores que timaban a trav¨¦s de un supuesto tesoro enterrado. Los espadistas, capaces de violar cualquier cerradura para hacerse con lo ajeno. O los apaches, pandillas de gentes de mal vivir, inspiradas en la vida parisina, que ten¨ªan el cuerpo cubierto de tatuajes, muchas veces pornogr¨¢ficos.
El Sherlock Holmes espa?ol
Les persegu¨ªan polic¨ªas, a veces eficaces como Ram¨®n Fern¨¢ndez-Luna, apodado ¡°el Sherlock Holmes espa?ol¡±, que logr¨® atrapar a Eduardo Arcos Puch, el ladr¨®n que sirvi¨® de inspiraci¨®n para el archivillano, ladr¨®n y s¨¢dico soci¨®pata, de las novelas francesas Fant?mas. Arcos Puch, nacido en Nueva York en 1883 de padres mallorquines, era un todo un gentleman criminal: elegante, guapo y bien educado, sab¨ªa varios idiomas e interpretaba varios papeles para cometer sus fechor¨ªas. Para sus robos se embut¨ªa en una malla de seda negra y se cubr¨ªa el rostro con una capucha, con el fin de camuflarse y tambi¨¦n aterrorizar a la v¨ªctima.
¡°Es un retrato de una ¨¦poca de Espa?a que hoy contemplamos con perplejidad y confusi¨®n. Lo que presenciamos, todo eso que seguramente sentir¨¢ el lector al leer las noticias, art¨ªculos, proclamas, ensayos y ver las fotograf¨ªas glaciares de las fichas policiales y las historias que aqu¨ª se recogen ser¨¢ perplejidad. Sin embargo¡ sucedi¨® aqu¨ª¡±, escriben los editores en el pr¨®logo. El libro incluye una amplia selecci¨®n de las mencionadas fichas policiales, donde los maleantes aparecen de frente y de perfil, y son clarificados en estos t¨¦rminos: ¡°carterista¡±, ¡°asesino¡±, ¡°agresivo¡±, ¡°de mucho cuidado¡±, ¡°declarado en rebeld¨ªa¡±.
Por ejemplo en el caso de Ceferino Ferrer, El marinero, nacido en 1819 en Madrid: ¡°Ladr¨®n muy afamado. Es de mucho cuidado. Calumniador, d¨ªscolo y mat¨®n. Datos diversos: ¡°Tiene por costumbre hacer denuncias falsas contra la polic¨ªa y funcionarios de prisiones para hacerse el valiente, y en el momento que se le castiga dice que se vengan por haberles denunciado. Es una muletilla que usa siempre¡±.
Tambi¨¦n incluyen las fichas diferentes datos antropom¨¦tricos, pues era el tiempo de auge de las teor¨ªas del crimin¨®logo italiano C¨¦sar Lombroso, que relacionaba la delincuencia con la fisionom¨ªa, la forma y el tama?o del cr¨¢neo, las cejas o las orejas. Por decirlo vulgarmente: que aquel que ten¨ªa cara de malo (seg¨²n los c¨¢nones de Lombroso), era malo, ideas peligrosas que ya han sido sobradamente refutadas por la ciencia.
Cap¨ªtulo aparte merecen los anarquistas, que si bien tambi¨¦n fueron partidarios de la violencia, sus motivos no eran el lucro o la supervivencia sino la consecuci¨®n de la Revoluci¨®n Social. En aquella etapa hist¨®rica murieron asesinados por anarquistas diferentes presidentes como Antonio C¨¢novas del Castillo (asesinado por el italiano Angiolillo en un balneario de San Sebasti¨¢n, en 1897) o Jos¨¦ Canalejas (tiroteado por la espalda cuando miraba el escaparate de un librer¨ªa en la Puerta del Sol, en 1912, su asesino fue Manuel Pardi?as). Mateo Morral atent¨® contra Alfonso XIII tirando un ramo de flores con una bomba desde un piso de la calle Mayor, el d¨ªa de su boda, en 1906.
Adem¨¢s, transcurri¨® entonces la fundaci¨®n de la CNT, la heroica huelga de La Canadiense o la guerra en las calles de Barcelona entre anarcosindicalistas (con sus pistolas Star y sus bombas Orsini) y los pistoleros de la patronal. Guerra que, por cierto, tambi¨¦n recogen otros libros recientes como la novela Ap¨®stoles y asesinos (Galaxia Gutemberg) de Antonio Soler, que ficciona la vida del l¨ªder anarquista Salvador Segu¨ª, el Noi del Sucre, o Que sean fuego las estrellas (Cr¨ªtica), de Paco Ignacio Taibo II, una cr¨®nica de aquella sucesi¨®n de episodios de violencia callejera.
Como colof¨®n, el volumen incluye un breve diccionario del lenguaje de la delincuencia de la ¨¦poca (que se solapa con el cal¨® gitano con frecuencia) y del que todav¨ªa usamos bastantes palabras: afanar, birlar, chinorri, chorizo, descuidero, jamba, mangar, nasti o parn¨¦.
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