Carolina Herrera, 35 a?os de aristocr¨¢tica belleza
Viste a famosas pero su secreto est¨¢ en seducir a fortunas an¨®nimas
Contaba el cronista y escritor de moda Michael Gross tras pasar la Nochevieja de 1986 en casa de Carolina y Reinaldo Herrera que la deliciosa anfitriona les hab¨ªa sorprendido con un detalle de lo m¨¢s chic: les hab¨ªa hecho comer 12 uvas justo antes de la medianoche. Esta an¨¦cdota resume c¨®mo la dise?adora venezolana, cuya firma cumple 35 a?os, es capaz de vestir de sofisticaci¨®n incluso a las 12 campanadas espa?olas y convertirlas en el plan m¨¢s cotizado de Nueva York.
Carolina Herrera celebra sus siete lustros en la moda. Sin embargo, parece que han sido m¨¢s, porque es pilar fundacional de la industria tal y como la entendemos. Que, como muchas otras divas, se quita a?os en un gesto coqueto. Pero no: se equipar¨® r¨¢pido como guardiana de las esencias de la aristocracia (un concepto que en Nueva York solo pod¨ªa ser de importaci¨®n) a un Valentino y a un ?scar de la Renta que ten¨ªan casi 10 a?os m¨¢s y hab¨ªan empezado m¨¢s de dos d¨¦cadas antes.
Hab¨ªa sido retratada por Andy Warhol en los setenta, era habitual en el Studio 54, trabajaba para Emilio Pucci, pero no como dise?adora sino como relaciones p¨²blicas, y era una habitual de las listas de mejor vestidas. Como escribi¨® una vez Andr¨¦ Leon Talley, cuando aparec¨ªa era como si las aguas del mar Rojo se abrieran. Era icono de la moda sin enfundarse un dedal. Dado que naci¨® entre algodones en Caracas como Mar¨ªa Carolina Josefina Pacanins y Ni?o y visti¨® con 15 a?os su primer Lanvin, resumi¨® una vez: ¡°Mi ojo est¨¢ acostumbrado a ver cosas bonitas¡±. Llegado el momento, se dio cuenta de que si ten¨ªa que encargarse de hacerlas ella misma, as¨ª ser¨ªa.
Fue la ic¨®nica editora de Vogue Diana Vreeland, la misma que puso a posar con elefantes a Dovima para Richard Avedon, quien le sugiri¨® en 1981 que hiciera su propia colecci¨®n. Y as¨ª, a los 42 a?os, con cierto s¨ªndrome del aburrimiento adinerado, debut¨® con aires de vaca sagrada con un desfile en el Metropolitan Club. ¡°Tuvimos m¨²sica en directo interpretada por Cole Porter y todo Nueva York estaba all¨ª (¡) Bianca Jagger y Steve Rubell estaban. A ¨¦l no le dejaron entrar por no llevar corbata, as¨ª que fue a Bergdorf Goodman, se compr¨® una y volvi¨®¡±, recordaba en las p¨¢ginas del New York Times.
Fue fundamental el impulso que le dio el vestido que hizo para Caroline Kennedy en 1986, pero puede decirse que, casi desde el principio, todo el mundo asumi¨® que Carolina Herrera jugaba en la liga de los grandes. Y no hace falta decir que, pese a que su nacimiento como dise?adora comparti¨® comadrona con el cardado y la hombrera, desde el principio se instal¨® en lo atemporal.
Si algo demuestran los actos de festejo de este aniversario ¡ªdesde la edici¨®n de un lujoso libro editado por Rizzoli que llegar¨¢ a Espa?a pr¨®ximamente y presentado ya ante la cr¨¨me de la cr¨¨me en Nueva York, a la exposici¨®n que cierra este fin de semana en Savannah, Georgia¡ª es que las ¨¦pocas se difuminan en la evoluci¨®n de la dise?ado-ra. ¡°La moda no dura. Lo que no cambia y lo que siempre voy buscando es la belleza¡±, es el mantra de CH.
A esa b¨²squeda de lo bello suma un afilado olfato comercial. Tiene claro que, pese al espaldarazo que Jackie Onassis, Michelle Obama, Sarah Jessica Parker o Pen¨¦lope Cruz hayan dado a sus dise?os, la sostenibilidad est¨¢ en seducir a las fortunas an¨®nimas. O m¨¢s a¨²n: en aquellas mujeres que solo se atreven una vez en la vida a gastarse una cantidad inusitada en un vestido de gala y saben que la opci¨®n infalible lleva el nombre de Carolina Herrera. Luego llegaron los perfumes y su apertura al mercado masculino. Y as¨ª, en 2000 abri¨® su propia tienda en la calle 75 con Madison. Y es que tras la muerte de ?scar de la Renta, las retiradas de Valentino o Ralph Lauren y las salidas de las m¨¢s j¨®venes Diane von F¨¹rstenberg y Donna Karan, ya solo queda ella al pie del ca?¨®n. Alguien que, a pesar de representar la ¨¦lite, sigui¨® desfilando en las carpas del Lincoln Center en la Semana de la Moda de Nueva York hasta que las desmantelaron, sin querer seguir a los dem¨¢s popes que prefer¨ªan encontrar sus propios espacios. A sus 77 a?os sabe que no quiere enrocarse en su microcosmos sino estar ojo avizor a lo que sucede en el mundo, pues otro de sus mandamientos es: ¡°Mant¨¦n siempre los ojos bien abiertos. Es la manera de que la belleza te encuentre¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.