Una Europa unida contra las personas refugiadas
Valla fronteriza provisional en la frontera entre Hungr¨ªa y Serbia. / Zoltan Mathe (EFE)
AUTOR INVITADO: EMMANUEL BLANCHARD
Para muchos observadores, la pol¨ªtica de la Uni¨®n Europea (UE) se caracterizar¨ªa por una profunda divergencia entre la "vieja Europa" y el denominado grupo de Visegrad, compuesto por Hungr¨ªa, Polonia, Rep¨²blica Checa y Eslovaquia. La campa?a xen¨®foba de Viktor Orban contra la "relocalizaci¨®n coercitiva de ciudadanos no h¨²ngaros en Hungr¨ªa", plebiscitada por m¨¢s del 98% de votantes, dar¨ªa fe de la profundidad de ese foso, pese a la baja participaci¨®n (40% del censo) en el escrutinio. Por lo general, la reticencia de estos pa¨ªses para acoger a personas refugiadas se analiza como un desfase profundo con los "valores" de la UE. Sin embargo, m¨¢s all¨¢ de los discursos electorales y de los anatemas populistas, los dirigentes de estos Estados se inspiran en principios fundamentales de las pol¨ªticas europeas de control de fronteras: el rechazo a toda libertad de circulaci¨®n para demandantes de asilo y la voluntad de mantenerles lo m¨¢s lejos del n¨²cleo del espacio Schengen, y si es posible, encerrados.
Los pa¨ªses del grupo Visegrad no son los ¨²nicos en haber protestado cuando, durante unas semanas a finales del verano de 2015, Alemania y Austria abrieron sus fronteras a las personas exiliadas que emprend¨ªan la ruta de los Balcanes. Esta pol¨ªtica de acogida, que romp¨ªa con todas las reglas europeas en materia de asilo, origin¨® un aut¨¦ntico p¨¢nico en las instancias de la UE y en varios Estados-miembro. As¨ª, en febrero, el primer ministro franc¨¦s reprend¨ªa p¨²blicamente a la canciller alemana afirmando, en una visita a M¨²nich: "No podemos acoger m¨¢s refugiados (¡). Es el momento de poner en pr¨¢ctica lo que se ha discutido y negociado: hotspots, controles en las fronteras exteriores, etc.". Manuel Valls recordaba c¨®mo, tras 20 a?os, la UE pisotea los principios fundadores del derecho de asilo.
En efecto, subordina este ¨²ltimo al control de las fronteras, impidiendo de hecho a las personas exiliadas acceder a un procedimiento de asilo respetuoso de la convenci¨®n de Ginebra y de los textos internacionales. Las reglas europeas ¨Cen particular el reglamento de Dubl¨ªn- llevan a concentrar a las personas exiliadas en los pa¨ªses denominados de "primer acceso" donde no se respetan sus derechos. Una vez cerradas de nuevo las fronteras alemanas y retomadas por la canciller las posiciones largo tiempo compartidas por sus socios europeos, el anatema ha podido lanzarse sobre italianos y griegos, descritos como incapaces de garantizar la seguridad de la UE y de hacer frente al flujo de migrantes.
La pol¨ªtica de hotspots o puntos calientes promovida por la Comisi¨®n Europea desde la primavera de 2015, y puesta en pr¨¢ctica progresivamente a partir de febrero de 2016, se present¨® as¨ª como la soluci¨®n a la crisis de migrantes: el env¨ªo de funcionarios europeos y la apertura de campos de identificaci¨®n y de selecci¨®n en las islas griegas y en Italia deb¨ªan permitir multiplicar las expulsiones de boat people. El reconocimiento de Turqu¨ªa como ?pa¨ªs seguro? y el acuerdo concluido con Recep Tayypip Erdo?an en marzo de 2016 respond¨ªa a estos objetivos: durante meses, la Comisi¨®n Europea ven¨ªa demandando el aumento de las "tasas de retorno" y la multiplicaci¨®n de acuerdos de cooperaci¨®n con pa¨ªses denominados "de tr¨¢nsito" o "de partida".
Sin embargo, la ?relocalizaci¨®n? ¡ªdicho de otra manera, las reglas provisionales que rigen el reparto en diferentes Estados miembro de las personas solicitantes de asilo llegadas a Grecia y a Italia¡ª se ha revelado como un enga?o destinado a ocultar la l¨®gica carcelaria de los hotspots. A 26 de septiembre de 2016, s¨®lo 5.600 personas ¡ªesto es, menos del 10% del n¨²mero inicialmente previsto¡ª hab¨ªan sido relocalizadas. En la misma fecha, m¨¢s de 60.000 personas exiliadas se amontonaban en campos griegos en condiciones un¨¢nimemente calificadas de inhumanas. El n¨²mero de relocalizaciones habr¨ªa incluso de disminuir en las pr¨®ximas semanas y, justo en sus inicios, este dispositivo est¨¢ ya agotado.
El pasado mes de julio, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos se alarmaba de que las islas del mar Egeo se hayan convertido en "amplias zonas de confinamiento forzado". Desde hace meses, la pol¨ªtica europea muestra as¨ª toda su inhumanidad: tras haber convertido el Mediterr¨¢neo en un aut¨¦ntico cementerio marino (con m¨¢s de 4.000 muertes desde comienzos de 2016), transforma Grecia en un archipi¨¦lago de campos.
Si esta perspectiva escandaliza a quienes defienden los derechos humanos, inquieta tambi¨¦n a muchos jefes de Estado, abocados a gestionar espacios que quisieran ver situados fuera de Europa. Rehabilitando una propuesta formulada en 2003 por Tony Blair, a la saz¨®n primer ministro brit¨¢nico, Viktor Orban afirm¨®, el 24 de septiembre, que grandes campos de refugiados "deben ser creados fuera de la UE, financiados y custodiados por la UE", donde ser¨ªan llevadas las personas migrantes y ?obligadas a permanecer mientras son examinadas su demandas de asilo?. Estas propuestas han de ser tomadas en serio: si Hungr¨ªa fue el primer pa¨ªs del espacio Schengen en amurallar literalmente sus fronteras, su ejemplo ha sido seguido, en particular por franceses y brit¨¢nicos, en los alrededores de Calais. "No se respetan los valores de Europa colocando alambradas que no se pondr¨ªan a los animales? hab¨ªa clamado Laurent Fabius, ministro de asuntos exteriores en ese momento, cuando Hungr¨ªa inici¨® la construcci¨®n de un "muro anti-migrantes" a lo largo de su frontera con Serbia. Sin embargo, la extensi¨®n de un mundo de campos y de muros no es el proyecto exclusivamente del l¨ªder h¨²ngaro: es tambi¨¦n una l¨ªnea directriz, de consecuencias ya bien visibles, de la pol¨ªtica migratoria llevada a cabo por la UE y sus Estados miembro desde hace una veintena de a?os.
Emmanuel Blanchard es presidente de la red euro-africanaMigreurop
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