Met¨¢foras que huelen
ESTA FOTO se obtuvo 48 horas antes de la dimisi¨®n (para algunos, asesinato) de Pedro S¨¢nchez. A lo mejor aqu¨ª ya era un difunto y solo ¨¦l lo ignoraba. De hecho, si pensamos en la transformaci¨®n de su rostro durante la semana que desemboc¨® en el d¨ªa de autos, no hay duda de que las facciones se le fueron afilando, como en el ata¨²d a los papas extintos. Digo los papas porque son los que m¨¢s tiempo permanecen corpore insepulto, al alcance de las c¨¢maras, lo que le permite a uno comparar el rostro de ayer con el de hoy y ponerse macabro. ?Qu¨¦ quieren?, no siempre nos levantamos del mismo humor, incluso hay d¨ªas en los que ni nos levantamos, y este es uno de ellos. Escribo entre las s¨¢banas.
Se aprecia, en efecto, en el rostro del fotografiado la rigidez facial caracter¨ªstica de los cambios qu¨ªmicos productores del rigor?mortis. Viene a ser como cuando se queda uno de piedra por un susto o por un ataque proveniente de sus propias c¨¦lulas. Pero si insistimos en la cuesti¨®n espectral es porque al observar la imagen con detenimiento hemos descubierto, en el segundo plano, colgadas de sendas perchas, una camisa blanca y una chaqueta oscura, conjunto un poco funeral, como si fueran para amortajar a alguien. ?A qui¨¦n? Quiz¨¢ al propio S¨¢nchez. Una premonici¨®n, dir¨¢n algunos; una casualidad, dir¨¢n otros. No tenemos ni idea, pero ah¨ª est¨¢n las dos prendas, un poco t¨¦tricas para nuestro gusto, esperando ser recibidas por un cuerpo.
Toda esta especulaci¨®n es de car¨¢cter metaf¨®rico, pues S¨¢nchez sigue vivo y coleando. Pero es que hay met¨¢foras que huelen a muerto.
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