El suicidio de la izquierda francesa
La socialdemocracia est¨¢ atrapada entre la garant¨ªa de las conquistas sociales que quiere preservar y la necesidad de dar respuesta a los cambios econ¨®micos y estrat¨¦gicos. El gran asunto es renovar el socialismo para frenar a los populismos
El quinquenio de Fran?ois Hollande, que termina en mayo de 2017, podr¨ªa pasar a la historia como el del suicidio de la izquierda francesa.
Prueba de ello, si es que hiciera falta, es el pron¨®stico de Jean-Christophe Cambad¨¦lis, primer secretario del Partido Socialista, que ha afirmado que la izquierda quedar¨¢ fuera de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. La realidad pol¨ªtica hace pensar, en efecto, en una segunda vuelta entre el candidato que salga victorioso de las primarias de la derecha ¡ªdentro de unas semanas¡ª y la presidenta del Frente Nacional, Marine Le Pen, quinta personalidad pol¨ªtica m¨¢s popular de Francia. Hasta tal punto que parte del electorado de izquierda siente la tentaci¨®n de votar en las primarias de la derecha para asegurarse de que gane Alain Jupp¨¦ y no Nicolas Sarkozy, pues solo aquel (ex primer ministro de Jacques Chirac) parece en condiciones de derrotar ampliamente a Le Pen; en cambio, en caso de un duelo Sarkozy-Le Pen, el resultado del escrutinio ser¨ªa incierto.
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Por tanto, la izquierda institucional, sus electores y simpatizantes, no solo han asumido la perspectiva de la derrota, sino tambi¨¦n la de una verdadera y duradera relegaci¨®n.
La actual coyuntura es m¨¢s grave que la de 1993 o 2002. En 1993, tras cinco a?os de gobierno de la izquierda, con Fran?ois Mitterrand como presidente, las elecciones legislativas concluyeron con la derrota m¨¢s grave de la izquierda en toda la historia pol¨ªtica francesa, que solo conserv¨® 50 diputados (de 577). Pero, cuatro a?os despu¨¦s, bajo la presidencia de Jacques Chirac, regres¨® con Lionel Jospin a la cabeza. Tras cinco a?os de gobierno, aunque apreciados por la izquierda (introducci¨®n de las 35 horas, retroceso del paro), sobrevino otra cat¨¢strofe pol¨ªtica: Jospin no pas¨® a la segunda vuelta de las presidenciales. Al rev¨¦s que el de Jospin, el balance de Hollande es criticado con vehemencia desde la izquierda, cuando en realidad es perfectamente defendible: Francia se ha convertido en la incuestionable campeona del gasto social (31% del PIB contra una media del 21% en los pa¨ªses de la OCDE), caracter¨ªstico de una pol¨ªtica de izquierda; sin embargo, una vez m¨¢s, se perfila su eliminaci¨®n desde la primera vuelta.
Es cierto que el centro de gravedad de la pol¨ªtica francesa se ha desplazado a la derecha y que la extrema derecha ocupa un espacio cada vez mayor. Este contexto no se debe tanto a la crisis y sus consecuencias (un paro r¨¦cord) como al rechazo hacia la inmigraci¨®n (punta de lanza del avance de la extrema derecha) y, como consecuencia de los atentados, a una demanda de autoridad que coquetea peligrosamente con la aspiraci¨®n a un r¨¦gimen autoritario.
Un tercio de los diputados socialistas han montado una verdadera guerrilla frente a Hollande y Valls
Pero la principal responsabilidad de este desastre anunciado corresponde a la propia izquierda, no solo dividida, sino que ha estallado en mil pedazos. Una extrema izquierda radicalizada y populista anima las hostilidades. As¨ª, Jean-Luc M¨¦lenchon, que dirige el frente de izquierda, adem¨¢s de sus injurias permanentes contra Hollande, habla ahora de esos ¡°trabajadores desplazados¡± (en la UE) que ¡°roban el empleo a los franceses¡±. Ni la peor extrema derecha. En cuanto a Olivier Besancenot, antiguo l¨ªder trotskista, ha decretado que la ¡°pol¨ªtica institucional est¨¢ rancia¡±; bien es cierto que la extrema derecha suele hablar m¨¢s bien de democracia ¡°podrida¡±... En los a?os 30, los comunistas hablaban de ¡°social-traidores¡±; hoy, los trotskistas hablan de la ¡°traici¨®n¡± de Hollande.
Este tipo de campa?a habr¨ªa tenido menos impacto de no haber sido por una parte de los diputados socialistas (alrededor de un tercio del grupo parlamentario), los autoproclamados ¡°contestatarios¡± que, haci¨¦ndose eco de ella, han llevado a cabo una verdadera guerrilla parlamentaria contra Hollande y su primer ministro, Manuel Valls. Iron¨ªas de la historia: Mitterrand liber¨® al Partido Socialista de la tutela intelectual del Partido Comunista, y ahora una parte del socialismo se sit¨²a en una posici¨®n de dependencia ideol¨®gica de la extrema izquierda trotskista. Si a?adimos la hostilidad hacia el jefe del Estado y los candidatos a la presidencia, promovida desde una simple l¨®gica personalista (los exministros Arnaud Montebourg, Beno?t Hamon y, en otro registro, Emmanuel Macron), resulta que el trotskismo y el narcisismo son los inspiradores de la izquierda hostil al estilo reformista de Hollande.
En fin, apenas queda ya ecolog¨ªa pol¨ªtica: el partido de Los Verdes, que se beneficiaba de una sobrerrepresentaci¨®n parlamentaria, debida a las larguezas de Martine Aubry cuando esta dirig¨ªa el Partido Socialista, se ha convertido en grupuscular y crepuscular.
La ultraizquierda habla contra los desplazados en la UE que ¡°roban el empleo a los franceses¡±
Dentro del registro de la tentaci¨®n suicida no conviene olvidar el libro de confesiones del propio presidente Hollande, una operaci¨®n de autodescr¨¦dito que ha aumentado el malestar de la izquierda.
Lo que hace inevitable y profundo el divorcio entre la extrema izquierda y la izquierda de gobierno es la importancia adquirida por el modelo Syriza, es decir, una ultraizquierda que ha logrado reemplazar a los socialdem¨®cratas, destinados al olvido. Y esto a pesar de la impopularidad del Gobierno Tsipras: si los griegos tuvieran que votar hoy, la derecha volver¨ªa en masa.
La situaci¨®n de los socialistas franceses no se puede separar de un contexto m¨¢s general. Los laboristas brit¨¢nicos, anta?o modelo, junto con los socialdem¨®cratas alemanes, de una izquierda que sab¨ªa reformar, son los que m¨¢s lejos han llevado la tentaci¨®n suicida: hoy est¨¢n partidos en dos y su ambici¨®n parece ser la de garantizar un gobierno conservador de larga duraci¨®n. Los socialistas espa?oles, presionados por Podemos ¡ªotro modelo de la extrema izquierda francesa¡ª, pr¨¢cticamente se han suicidado al intentar bloquear el sistema para luego rectificar. En Italia, Matteo Renzi tropieza en el seno del Partido Dem¨®crata m¨¢s o menos con la misma hostilidad que Hollande en el seno del Partido Socialista. Los socialistas austriacos se han implicado gravemente con la extrema derecha durante cierto tiempo, y los socialdem¨®cratas alemanes han tenido que inclinarse prolongadamente ante Angela Merkel.
As¨ª pues, la socialdemocracia tiene dificultades en casi todas partes para redefinir y encarnar una alternativa a las cl¨¢sicas pol¨ªticas liberales de la derecha. Se encuentra atrapada entre la garant¨ªa de las conquistas sociales que quiere preservar y la necesidad de dar respuesta a los cambios econ¨®micos y estrat¨¦gicos que atravesamos. Ante la avalancha de la era digital, que cuestiona hasta los mecanismos de representaci¨®n pol¨ªtica, no consigue definir el software del futuro. Padece m¨¢s que otros el mal que afecta a las clases medias, y que no es tanto el nivel de desigualdad como la ausencia de perspectivas claras en t¨¦rminos de mejora de las condiciones de vida y estatus social ofrecidas a los j¨®venes. No ha elaborado ninguna soluci¨®n propia para evitar el gran divorcio entre las metr¨®polis y sus periferias, tanto urbanas como rurales; un divorcio ilustrado estrepitosa y tristemente por el triunfo del Brexit.
Sin embargo, el gran asunto, el ¨²nico que deber¨ªa movilizar a todas las izquierdas es frenar el auge de los populismos. ?C¨®mo hacer retroceder el populismo y el proteccionismo, portadores de dislocaciones internas y enfrentamientos en el exterior? Esta es la cuesti¨®n. La paradoja es que, para encontrar la respuesta correcta, sin duda habr¨¢ que buscar por el lado de un socialismo renovado alrededor de un Estado estratega y ayudado por una Europa que recupere la obsesi¨®n por el crecimiento y la inversi¨®n.
Jean-Marie Colombani fue director de Le Monde.
Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez Silva.
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