Ouishare Fest: la vida es sue?o
Me gusta asistir a los encuentros de la comunidad Ouishare, el referente de la econom¨ªa colaborativa, porque siempre me hacen sentir como los protagonistas de las Cr¨®nicas de Narnia de C.S. Lewis. Esos ni?os de la historia abr¨ªan un armario que por arte de magia les llevaba a un universo paralelo y fant¨¢stico. En mi caso basta con cruzar la puerta del evento Ouishare Fest para sentir, por igual, que soy trasladada a otro mundo paralelo e igualmente fant¨¢stico. Escuchar a los ponentes y a los asistentes me reconcilia con la humanidad: hay a¨²n personas que piensan y que sue?an despiertas, personas cuyo pensamiento y cuyo sue?o va mucho m¨¢s all¨¢ del peque?o bienestar privado, y que se esfuerzan por convertir la idea en acci¨®n.
Me desayun¨¦ en el encuentro con el laureado cient¨ªfico Javier Garc¨ªa Mart¨ªnez, quien hizo so?ar a los asistentes a su charla con el concepto de la ?nanorevoluci¨®n? que est¨¢ por venir, el internet de las ?nanocosas?, un mundo digno de Isaac Asimov en el que, por ejemplo, gracias a nanopart¨ªculas inteligentes y m¨®viles introducidas en nuestro flujo sangu¨ªneo se podr¨¢ tratar un c¨¢ncer de manera mucho m¨¢s dosificada, eficiente y exitosa. El "big data" quedaba peque?o en su boca. S¨®lo cab¨ªa hablar de "huge data". Al final de su perorata hizo un par¨¦ntesis para llamar al auditorio a buscar el bien com¨²n, sea cual sea su posici¨®n en la vida, y proyect¨® en la pantalla los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.
En la pausa del caf¨¦ me cod¨¦e con un grupito que compart¨ªa sus proyectos, algunos a¨²n medio hilvanados, otros ya bien asentados. Algunos no se hab¨ªan cre¨ªdo una de las mentiras de la modernidad: que el futuro est¨¢ en la ciudad y, cuanto m¨¢s hiperpoblada, mejor. Reivindicaban sin alharacas pero sin verg¨¹enza tampoco el retorno al campo, la recuperaci¨®n seria del territorio. Desde que vivo en Francia tengo una visi¨®n diferente del tan denostado patriotismo franc¨¦s. Ese chovinismo algo trasnochado se traduce a veces en algo extraordinariamente positivo: en miles de asociaciones privadas que pueblan el pa¨ªs con el ¨²nico objetivo de restaurar casas y castillos, de adecentar calles y de reconstruir murallas, de repintar puertas y de restaurar frescos. Lo hacen sin ayudas de las administraciones y sin esperar nada a cambio. Todo por el amor al pa¨ªs y al arte, nunca mejor dicho.
Algo parecido vi en el encuentro Ouishare: emprendedores que con tes¨®n y tiempo acaban reconstruyendo todo un pueblo abandonado y que se convierten casi sin quererlo en los abanderados del turismo sostenible, como es el caso de Montson¨ªs; start-ups modernillas que se instalan en pueblos despoblados y/o aislados por toda Espa?a y consiguen crear all¨ª comunidades de co-working y co-living y atraer clientes, socios y capital. Para conocer el detalle hay que darse un garbeo por la web de Pandora Hub, que se presenta como un movimiento de reactivaci¨®n y repoblaci¨®n de pueblos y zonas rurales.
Antes de irme asom¨¦ las narices en un taller de futuro titulado ?implicaciones de la ola que viene?, una nueva ola de econom¨ªa colaborativa que se anuncia en el horizonte ya que hay m¨¢s datos accesibles, nuevas reglas, m¨¢s ciudadanos capacitados... Una de las participantes expuso como reto de futuro los dilemas ¨¦ticos que plantea la tecnolog¨ªa. ?Se pueden poner l¨ªmites al big data? Las bases de datos, arg¨¹¨ªa ella, son armas poderosas que en manos mal¨¦ficas pueden volverse en contra de nuestros intereses. Seg¨²n ella hay que poner l¨ªmites a la tecnolog¨ªa, incluso al big data, porque as¨ª se ha hecho a lo largo de la historia. Cuando se invent¨® el motor de explosi¨®n, junto al coche se invent¨® el sem¨¢foro, el paso de cebra, el cintur¨®n de seguridad y los reductores de las emisiones de CO2. Y critic¨® el despotismo de los datos: todo por el pueblo, con los datos del pueblo pero sin el pueblo. Colof¨®n: hay que asegurarse de que la tecnolog¨ªa que se crea est¨¢ al servicio del usuario y no sirve s¨®lo para enriquecerse a costa del usuario.
S¨®lo tengo un reproche a hacerme respecto al Ouishare Fest: no gozar del don de la ubicuidad. Por ello me perd¨ª muchas charlas, debates y talleres que se desarrollaban en paralelo. Podr¨ªa haber o¨ªdo hablar de blockchain, de co-ownership (co-propiedad) y open value, del entorno laboral en disoluci¨®n, de los makers y la cultura DIY, de la reputaci¨®n online y su reciente irrupci¨®n en los contratos de seguros, del turismo colaborativo... Ni siquiera pude quedarme al final del taller de futuro para saber c¨®mo seguir¨¢ esta pel¨ªcula.
Sal¨ª del evento como los ni?os del armario en la historia de C.S. Lewis. El sue?o queda atr¨¢s pero la experiencia ya nadie me la quita. Habr¨¢ que enmendarle la plana a Calder¨®n, el dramaturgo, y concluir que la vida es sue?o, s¨ª, se?or, pero que los sue?os, realidades son. Al menos para los so?adores de Ouishare.
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