Hablar sin tab¨²es
Hay que salir de las trincheras y abordar todo aquello que lastra nuestro desarrollo democr¨¢tico, empezando por el espinoso tema catal¨¢n
?Hace unos d¨ªas escuchaba a un veterano pol¨ªtico socialista preguntarse en un plat¨® de televisi¨®n: ¡°?C¨®mo que no puede hablarse con los independentistas ni con Podemos?, ?qu¨¦ pa¨ªs es este en el que no puede hablarse con fuerzas pol¨ªticas democr¨¢ticas?¡±. Naturalmente, ven¨ªa a cuento del golpe de mano perpetrado en Ferraz, no tanto por c¨¢lculos electoralistas (la debacle socialista en unas hipot¨¦ticas terceras elecciones ser¨ªa dantesca, a tenor de todas las encuestas), como por raz¨®n de Estado, aquella que en nuestro pa¨ªs de pa¨ªses impide afrontar pol¨ªticamente el llamado desaf¨ªo secesionista. Alguien dijo que en Espa?a siempre habr¨¢ dos asuntos fuera de toda discusi¨®n/votaci¨®n: la existencia de Dios y la unidad de Espa?a. Y parece que seguimos en ello.
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Y es que, por lo que se ve y se barrunta seguimos habitando un pa¨ªs de tab¨²es y trincheras que nos hace persistir en la permanente peculiaridad pol¨ªtica. Hace a?os, hubo un momento en que el entonces principal partido de la oposici¨®n hizo un amago de abandonar la deriva apocal¨ªptica en la que se hab¨ªa apalancado a ra¨ªz del atentado del 11-M, con aquella felon¨ªa parlamentaria del ¡°usted traiciona a los muertos, se?or Zapatero¡±, y pareci¨® que por fin pod¨ªamos salirnos de las trincheras. As¨ª lo reflej¨¦ en este peri¨®dico, en una tribuna titulada precisamente Buena noticia: podemos salir de las trincheras, pero aquello no acab¨® de concretarse y continu¨® el apocalipsy now propiciado por la extrema derecha integrada en el PP, reticente a soltar los huesos del anticatalanismo primario o del terrorismo residual por los r¨¦ditos electorales que le dan.
Ahora es el PSOE en la oposici¨®n el que amaga con salirse de la trinchera del "no es no" mediante una abstenci¨®n t¨¦cnica que permita por fin formar Gobierno, quiz¨¢s otro buen momento para hacer de la necesidad virtud, abandonar zanjas y ponerse a hacer pol¨ªtica de verdad, a lo Borgen, la magn¨ªfica serie televisiva danesa sobre los entresijos de la teor¨ªa del mal menor, que no otra cosa es la democracia, en ning¨²n caso un destilado de esencias o un engrudo salv¨ªfico. Aqu¨ª y ahora, y a pesar de la repugnancia pol¨ªtica que pueda ocasionar la continuidad del actual presidente en funciones, contaminado de corrupci¨®n hasta las cejas y catat¨®nico ante las grandes cuestiones pol¨ªticas, cualquier otra soluci¨®n ser¨ªa peor. Otro gallo nos cantar¨ªa si el propio Rajoy, o peor, el flam¨ªgero Pablo Iglesias, no hubieran impedido el Gobierno S¨¢nchez-Rivera, la m¨¢s razonable de las soluciones aportadas en todo este cansino e irritante proceso.
Reconocer el car¨¢cter nacional de Catalu?a no es romper Espa?a sino tratar de integrar aquella en un proyecto respetuoso para ambas
Adem¨¢s de salirse definitivamente de las trincheras y sentarse a hablar con todos, hay que acabar con algunos tab¨²es que lastran nuestro desarrollo democr¨¢tico, empezando por el tema catal¨¢n, el m¨¢s espinoso de todos. Reconocer el car¨¢cter nacional de Catalu?a no es romper Espa?a sino tratar de integrar aquella en un proyecto respetuoso para ambas. Y si eso no es suficiente como parece dado el enconamiento al que ha llevado la propia deriva independentista y la inacci¨®n pol¨ªtica gubernamental, tambi¨¦n hay que desechar las prevenciones contra un posible refer¨¦ndum, que planteado adecuadamente podr¨ªa resultar bals¨¢mico como lo fue en Quebec despu¨¦s de la inteligente promulgaci¨®n, por el Tribunal Supremo canadiense, de la llamada Ley de claridad, que no reconoce el derecho de autodeterminaci¨®n en un contexto democr¨¢tico pero si el derecho de una parte del pa¨ªs a desgajarse del resto mediante una pregunta clara y una mayor¨ªa suficiente a determinar (?quiz¨¢s pensaba el legislador en algo parecido a un 75% de participaci¨®n y un 60% de s¨ªes?).
Pero no son solo estos temas, est¨¢ el del definitivo final del terrorismo etarra.? ?C¨®mo que no se puede hablar de ello con el mundo abertzale?, ?no acaba por tener que hacerse siempre en procesos similares? O la educaci¨®n, asunto capital para el futuro. ?No es hora ya que este pa¨ªs afronte la necesidad de consensuar una reforma educativa para el siglo XXI? O debatir esos cruciales convenios comerciales con EE UU y Canad¨¢ sin dogmatismos neoliberales ni pejigueras radicales. O la ineludible y urgente revisi¨®n del Pacto de Toledo sobre las pensiones¡ Pero sobre todo hay que tratar de recomponer el af¨¢n de acuerdo de la Transici¨®n, quebrado, seg¨²n Antoni Puigverd, cuando Aznar galvaniz¨® el centro derecha espa?ol con el metal de la extrema derecha.
En pocas palabras, que ha llegado el momento de plantarse ante el c¨®nyuge y espetarle el temido requerimiento de las ocasiones delicadas: Cari?o, tenemos que hablar.
Pedro J. Bosch es m¨¦dico-oftalm¨®logo y periodista.
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