Camilla Parker fue una joven juerguista
La hoy mujer del pr¨ªncipe de Gales fue despedida de una empresa en los sesenta por preocuparse m¨¢s del ocio que por su trabajo
Vilipendiada en otros tiempos como la causante de la ruptura de Carlos y Diana, y hoy finalmente aceptada en su papel de consorte del heredero de la corona brit¨¢nica, de Camilla Parker se han dicho muchas cosas negativas en el pasado. Pero nunca que su vida haya sido aburrida. Y, para confirmarlo, acaba de aflorar entre el relato de sus a?os j¨®venes un episodio desconocido sobre su primer empleo en una firma de decoraci¨®n, del que acab¨® despedida de forma fulminante por una desmedida afici¨®n a la juerga.
La duquesa de Cornualles, quien a sus 69 a?os viene destac¨¢ndose como protagonista de una agotadora agenda de actos oficiales junto a su marido, era entonces una joven m¨¢s interesada en explorar las alegr¨ªas de la vida social que en asentar una carrera. Al poco de su estreno en sociedad con el ritual baile de debutantes de 1965, Camilla Rosemary Shand entraba a trabajar en una compa?¨ªa dedicada a decorar las m¨¢s selectas mansiones (Colefax And Fowler). Dur¨® muy poco en el puesto de asistente porque, tal y como explicaba una de sus amigas al Daily Mail, ¡°el horario de nueve de la ma?ana a cinco de la tarde le importaba mucho menos que las animadas veladas sociales o los fines de semana de caza y fiestas¡±.
Un d¨ªa en que lleg¨® tarde a la oficina, despu¨¦s de una noche de baile, el propietario de la empresa (John Fowler) la ech¨® a la calle, seg¨²n relata la antigua empleada y hoy nonagenaria Imogen Taylor en On The Fringe, un libro que en realidad versa sobre su propia singladura como decoradora. Pero el cap¨ªtulo que m¨¢s ha llamado la atenci¨®n es aquel en el que se narra el despido de Camilla: ¡°?Fuera, est¨²pida zorra!, le espet¨® Fowler a gritos para que todo el edificio pudiera o¨ªr cada una de sus palabras¡±, recuerda.
Los bi¨®grafos de Camilla ya hab¨ªan documentado en otros libros el protagonismo en la escena social de los sesenta de una joven que no estaba dotada de ¡°una belleza convencional¡±, pero que lo compensaba con su popularidad y un car¨¢cter enormemente divertido. Resultaba muy atractiva y sexy para la legi¨®n de solteros con los que flirte¨® (y probablemente algo m¨¢s) en la ¨¦poca. Uno de ellos, el oficial de caballer¨ªa Andrew Parker-Bowles, acab¨® convirti¨¦ndose en su primer marido y padre de sus dos hijos, Tom y Laura. Para entonces, Camilla ya hab¨ªa conocido en un partido de polo al pr¨ªncipe Carlos (¡°?Sab¨ªa que su tatarabuelo, el rey Eduardo VII, fue amante de mi bisabuela, Alice Keppel?¡±, le espet¨®), preludio de una futura y larga relaci¨®n extramarital por parte de ambos. Y el resto ya es historia¡
La Camilla de hoy se ha ganado el respeto como uno de los miembros m¨¢s activos de la familia real -estos d¨ªas est¨¢ embarcada en una gira oficial por Oriente Medio-, e incluso el cari?o de los brit¨¢nicos porque Carlos aparece a su lado como un heredero m¨¢s feliz y relajado. Por eso, la an¨¦cdota revelada en el libro de Taylor, que anta?o hubiera dado pie a muchas cr¨ªticas, ha sido acogida sencillamente como la nota a pie de p¨¢gina de aquella vida alegre que ya forma parte del pasado de la duquesa.
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