Zizek y Sarandon
Nos lament¨¢bamos de que los americanos tuvieran que elegir ¡°el mal menor¡± y, sin embargo, la pol¨ªtica consiste por definici¨®n en evitar el mal mayor
Ahora que conocemos el resultado de las elecciones estadounidenses, puede ser interesante observar algunas posiciones pol¨ªticas que se produjeron en el momento anterior a las mismas. Particularmente reveladoras fueron las declaraciones de Slavoj Zizek, revolucionario y displicente intelectual bendecido por el ¨¦xito en el mercado, y tambi¨¦n las de la divina Susan Sarandon. El primero sostuvo que ¡°Hillary era el verdadero peligro¡± porque, al menos, Trump hab¨ªa conseguido romper los consensos en torno a los que funciona la pol¨ªtica, y si ganaba, obligar¨ªa a los grandes partidos a volver a sus fundamentos para repensarse. Por su parte, Sarandon respondi¨® que ¡°ella no vota con la vagina¡± y que se negaba a optar por ¡°el menor de los males¡± cuando le preguntaron si no ser¨ªa bueno que una mujer llegara a la presidencia.
La posici¨®n de Zizek representa la de quien entiende que cuanto m¨¢s se extremen las contradicciones tanto mejor para destruir un orden de legitimidad que, por fin, permita fructificar a lo aut¨¦ntico: la utop¨ªa que est¨¢ al final del trayecto, esa sociedad perfecta despu¨¦s del caos, aunque para ello tenga que perecer el mundo. La de Sarandon encarna el juicio moral que obliga a interpretar el mundo en opciones maniqueas: en la vida se elige siempre entre un bien y un mal que pueden ser identificados con certeza. Con ello, desaparece el pensamiento dilem¨¢tico propio de la pol¨ªtica, donde imperan los grises y donde, precisamente por eso, habitualmente se elige entre dos males. De lo contrario, no habr¨ªa dilemas, solo manique¨ªsmo agustiniano.
Nos lament¨¢bamos de que los americanos tuvieran que elegir ¡°el mal menor¡± y, sin embargo, la pol¨ªtica consiste por definici¨®n en evitar el mal mayor, ese espacio donde cada opci¨®n nos enfrenta a una p¨¦rdida, donde hay que intervenir a pesar de la duda. Por eso, la aut¨¦ntica pol¨ªtica tiene que vivir con aquello que Arendt llama ¡°cuidar el mundo¡±: atender a lo cercano antes que a los grandes principios que supuestamente nos llevan al impecable rigorismo del bien, una posici¨®n que no enjuicia los efectos reales de las decisiones sobre la vida concreta de las personas. Y es que la pol¨ªtica deber¨ªa asumir los dilemas como lo que son: dilemas. @MariamMartinezB
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