La peste
Un populista exc¨¦ntrico preside EE UU y aves de la misma ralea ocupan o se acercan al poder en media Europa
Una rata llegada a C¨¢diz en 1347 acab¨® con el feudalismo: trajo a Europa un bacilo llamado Yersinia pestis, y en apenas cinco a?os hab¨ªa matado a una cuarta parte de la poblaci¨®n. Aquello dio la estocada a un sistema que se estaba descomponiendo: para esa gente fue como presenciar el fin del mundo. El apocalipsis casi siempre defrauda a sus profetas ¡ªdesde aquel fin de la historia de Fukuyama lo ¨²nico seguro es que vendr¨¢n m¨¢s a?os malos y nos har¨¢n m¨¢s ciegos¡ª, pero ha transcurrido casi una d¨¦cada desde la ca¨ªda de Lehman Brothers y lo ¨²nico que est¨¢ meridianamente claro es que la Gran Recesi¨®n est¨¢ sacando alg¨²n que otro fantasma del armario de la historia, repleto de ratas y pestes.
As¨ª sucede en todas las crisis mayores. El mundo descubri¨® con Lehman que las bases de la econom¨ªa globalizada eran m¨¢s fr¨¢giles de lo que parec¨ªa. Arranc¨® as¨ª una sucesi¨®n de crisis con aire de thriller existencial: financiera, econ¨®mica, de deuda y, por fin, pol¨ªtica. Todas las grandes crisis empiezan y terminan en la pol¨ªtica. Y en esas estamos: el Brexit veraniego y el trumpismo oto?al de 2016 son las dos ¨²ltimas expresiones de un fen¨®meno m¨¢s profundo que ha llegado para quedarse. Y ahora viene el invierno, con citas con las urnas en Italia, Austria, Francia, Alemania, Holanda: el bacilo pol¨ªtico-econ¨®mico que afecta al Atl¨¢ntico Norte ¡ªun populista exc¨¦ntrico preside EE?UU, y aves de la misma ralea ocupan o se acercan al poder en media Europa¡ª amenaza con apuntillar el orden internacional nacido en la segunda mitad del siglo XX.
Al calor de la crisis del euro y amparados por la desafecci¨®n hacia la UE, los movimientos antiestablishment han arraigado. Partidos que eran euroesc¨¦pticos son ya abiertamente eur¨®fobos y abogan por cerrar fronteras, volver a las monedas nacionales y convertir la UE en una mera asociaci¨®n de Estados; la p¨¦sima gesti¨®n de la crisis en Bruselas, con las ¨¦lites dando la espalda a la gente, ha sido de gran ayuda. Pero el golpe definitivo lo han dado los anglosajones, que se retiran de las playas de Normand¨ªa. Reino Unido se va. Y Trump est¨¢ dispuesto a suspender los acuerdos comerciales (descanse en paz el TTIP), a reducir dr¨¢sticamente su papel en la seguridad global (?descanse en paz la OTAN?), a retirar su firma del acuerdo de Par¨ªs para luchar contra el cambio clim¨¢tico y, en definitiva, a poner patas arriba el orden internacional liberal trazado a partir de 1945 sobre las bases construidas por Roosevelt despu¨¦s de la Gran Depresi¨®n.
¡°Trump quiere levantar muros, reducir derechos sociales y deportar inmigrantes. Es inaceptable. La UE va a denunciarle por plagio¡±, dice el polit¨®logo Andr¨¦s Malamud con el punto ¨¢cido caracter¨ªstico de los tiempos que corren. La UE encara ese ¨®rdago tras una crisis interminable que ha abierto grietas en la unidad europea. Y tiene apenas unos meses para buscar consensos en lo m¨¢s urgente: debe dise?ar un plan de pol¨ªtica exterior y seguridad, a la vista de que EE?UU no est¨¢ dispuesto a seguir pagando la defensa europea y eso puede generar l¨ªos en la vecindad Este (Rusia) y Sur (Oriente Pr¨®ximo).
Conviene invertir en ese cap¨ªtulo no solo por reducir la dependencia de EE?UU: ese podr¨ªa ser el est¨ªmulo que Berl¨ªn ha negado al continente durante a?os. Eso s¨ª, para matar esos dos p¨¢jaros de un tiro hace falta algo m¨¢s que el proverbial ir tirando de Bruselas: es imprescindible que la pol¨ªtica europea salte por encima de las brechas que se han abierto entre Norte y Sur, acreedores y deudores, incluso entre Este y Oeste. Es poco probable que eso suceda. Es m¨¢s f¨¢cil que las ¨¦lites sigan mirando hacia otro lado, que el establishment pol¨ªtico, financiero ¡ª?y period¨ªstico?¡ª que no vio venir el Brexit ni a Trump siga sin comprender la magnitud de la insurrecci¨®n que aparece puntual en cada cita con las urnas.
Bajo esa din¨¢mica late un rotundo cabreo con un sistema que genera problemas de desigualdad y redistribuci¨®n: ese es el paisaje despu¨¦s de la batalla tras a?os de excesos del capitalismo y erosi¨®n democr¨¢tica. Los partidos que entiendan eso dominar¨¢n el tablero pol¨ªtico en los pr¨®ximos a?os. El asunto ya no es civilizar el capitalismo: es hacerlo con reformas democr¨¢ticas o con formas m¨¢s autoritarias, con un nuevo nacionalismo econ¨®mico; con ratas y pestes. En cada lugar, ese fen¨®meno adoptar¨¢ las formas m¨¢s acordes con su historia. EE?UU ha alumbrado a su Trump; es hora de que Europa decida qu¨¦ quiere ser de mayor. Puede acercarse por segunda vez en un siglo a las promesas hipn¨®ticas de los demagogos. O puede buscar a su Roosevelt. ¡°No existe m¨¢s que un problema filos¨®fico verdaderamente serio: es el suicidio¡±, escribi¨® Camus. Ser¨ªa bueno que Europa no eligiera, solo por esta vez, ese camino.
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