Cu¨¢nto dura un enseguida

Las televisiones privadas no s¨®lo han subvertido el sentido del verbo ¡°discutir¡± (que ahora implica ¡°hablar a gritos¡±), sino que van a lograr pronto que cambie la percepci¨®n general sobre el significado del adverbio ¡°enseguida¡±.

Anuncian a cada rato: ¡°Enseguida, nuestro invitado sorpresa¡±. ¡°Las im¨¢genes m¨¢s esperadas¡­ enseguida¡±. Y en los programas deportivos: ¡°No os perd¨¢is el macrorresumen del partido de Mestalla, enseguida en #directogol¡±.

He medido alguna vez la duraci¨®n de esos ¡°enseguidas¡±, y entre el momento en que aparecen los avisos y la llegada de lo prometido pueden transcurrir 20, 25 o 30 minutos.

Se trata de una manipulaci¨®n m¨¢s que est¨¢n implantando los hechiceros de las audiencias en la b¨²squeda de ese efecto pegamento que pretende mantener al p¨²blico adosado a la pantalla y sin permitirse ir un rato al ba?o.

El Diccionario define ¡°enseguida¡± como ¡°inmediatamente despu¨¦s en el tiempo o en el espacio¡±. Sin embargo, lo que se suele ver ¡°inmediatamente despu¨¦s¡± de ese ¡°enseguida¡± es cualquier cosa menos lo anunciado. Los minutos pasan y pasan, se intercalan eternos cortes publicitarios, tertulias, entrevistas irrelevantes, reportajes de refrito, im¨¢genes en una cinta sin fin que alargan la espera hasta hacerla insoportable¡­ Y ¡°enseguida¡± no significa eso. Porque ¡°enseguida¡± equivale a ¡°de seguido¡±: sin romper la continuidad.

Algunos adverbios de tiempo llevan consigo un significado medible: ma?ana, ayer, hoy, jam¨¢s, antes, despu¨¦s¡­ Pero es verdad que otros dependen en cierto grado de la famosa relatividad del tiempo: pronto, luego, deprisa¡­ Si alguien nos dice que un ¨¢rbol en concreto crece ¡°deprisa¡±, sabemos que eso s¨®lo sucede en t¨¦rminos relativos. Es decir, crece deprisa en comparaci¨®n con el crecimiento de otros ¨¢rboles, pero no en comparaci¨®n con el crecimiento de las setas. Del mismo modo, un coche puede correr muy velozmente y un avi¨®n volar muy despacio, y sin embargo ser m¨¢s r¨¢pido ¨¦ste que aqu¨¦l. As¨ª que normalmente usamos tales adverbios con arreglo a lo que en cada caso se considera veloz o lento.

Ahora bien, ese cierto margen para la relatividad ni avala la subversi¨®n del significado ni debe llamar a enga?o. ¡°Pronto¡±, por ejemplo, equivale a ¡°r¨¢pidamente, con celeridad¡±, y su uso cabal depende de una comparaci¨®n entre iguales (entre ¨¢rboles, entre aviones).

Por tanto, ¡°tarde¡± y ¡°pronto¡± se relacionan coherentemente en esos casos con la idea que tenemos en general sobre la rapidez de cada medio de transporte o la del crecimiento de cada ser vivo. Y de igual manera, el ¡°enseguida¡± o el ¡°a continuaci¨®n¡± de los programas televisivos debe relacionarse con la celeridad de ese medio y con la capacidad cierta de que alguien haga a rengl¨®n seguido lo que anuncia. Y a la televisi¨®n le suponemos eso, porque en su mano est¨¢ difundir lo que ya tiene.

Mucha gente presencia esta manipulaci¨®n sin rechistar. Con el tiempo, eso s¨ª, el p¨²blico aprende que ¡°enseguida¡± no significa ¡°enseguida¡±. Que las palabras de ellos no son las nuestras.

Pero pobre del camarero que suelte ese mismo ¡°enseguida¡± falso despu¨¦s de que los comensales hambrientos le pregunten que cu¨¢ndo estar¨¢ lista la paella. A ¨¦l le puede caer la mundial.