?Pueden los transg¨¦nicos salvar el planeta?
La poblaci¨®n mundial crece a velocidad de v¨¦rtigo. ?Habr¨¢ alimentos para todos? El dilema transg¨¦nico plantea posibles soluciones. La controversia est¨¢ servida.
ANTONI GRANELL lleva 15 a?os dedicado al tomate. Bi¨®logo molecular del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) en Valencia, trabaja en un despacho desordenado dentro de un laboratorio. Persigue el secreto del sabor del tomate. En 2012, descubri¨® un gen que hac¨ªa que uno de ellos fuera m¨¢s dulce. Ahora ha encontrado la combinaci¨®n de genes que presuntamente regulan su sabor.
Granell desgrana los secretos del tomate. ?Por qu¨¦ ha empeorado su sabor? Entre 1961 y 2009, su producci¨®n mundial se multiplic¨® por m¨¢s de cinco, seg¨²n datos de la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Alimentaci¨®n y la Agricultura (FAO). Ese inmenso crecimiento ten¨ªa que basarse en un modelo agr¨ªcola de producci¨®n estable: m¨¢s kilos, mayor resistencia a las enfermedades y una maduraci¨®n m¨¢s lenta para trasladar el fruto a miles de kil¨®metros de distancia. Las variedades tradicionales no ofrec¨ªan sin embargo estas ventajas. Para conseguirlas, el proceso de mejora consist¨ªa en cruzar las variedades de siempre con otras de mayor rendimiento y resistencia. El origen del tomate est¨¢ en Am¨¦rica, y all¨ª conserva familiares silvestres. La esperanza era que, tras los cruces, el tomate bueno retuviera solo el gen de la resistencia y desechara el resto. ¡°Pero no es eso lo que ocurre. El gen resistente se queda con sus colegas en la mayor¨ªa de casos¡±, dice Granell. ¡°Y la variedad definitiva incluye miles de genes de la silvestre¡±.
Los agricultores del tomate han vivido un dilema. Pod¨ªan optar por una producci¨®n variable, por culpa de las enfermedades y con ejemplares m¨¢s peque?os y desi?guales, o por una producci¨®n fija, con un tama?o regular que facilita la recolecta y el empaquetado. Cuando un agricultor consultaba qu¨¦ hacer con su especie aut¨®ctona, Granell le advert¨ªa de los cruces con otras variedades: ¡°Representan la posibilidad de ampliar el negocio, pero tambi¨¦n de perder una modalidad¡±. Antoni Granell trabaja con otro bi¨®logo molecular, Diego Orz¨¢ez. Entre los dos han creado un tomate con m¨¢s antioxidantes, con propiedades involucradas en la prevenci¨®n del c¨¢ncer. Es un tomate oscuro. Pero su aspecto por dentro es rojo. Los tomates mejorados de Granell y Orz¨¢ez se han concebido mediante edici¨®n de genes de tomates: a pesar de no ser t¨¦cnicamente transg¨¦nicos, se les considera as¨ª porque se ha producido retoque de genes.
El primer transg¨¦nico comercializado de la historia fue justamente un tomate cuya maduraci¨®n se quer¨ªa alargar. Se vendi¨® en 1994 en Estados Unidos y fue un fracaso. Sus creadores promet¨ªan conservar el sabor, pero la especie era mediocre. En 1996 empez¨® a comercializarse el ma¨ªz transg¨¦nico, que hoy sigue siendo el ¨²nico cereal gen¨¦ticamente modificado en el mercado. Dos decenios despu¨¦s, el uso de los transg¨¦nicos se ha extendido. Por un lado, se concibieron para crear plantas que resistieran a las plagas de forma que pudiera reducirse el uso de herbicidas y pesticidas qu¨ªmicos, a menudo peligrosos para la salud, y, por otro, lograr un mayor rendimiento de las cosechas, sobre todo de ma¨ªz, soja, colza y algod¨®n.
Esta actividad plantea as¨ª soluciones al dilema que afronta un planeta cuya poblaci¨®n crece a velocidad de v¨¦rtigo. ?Habr¨¢ alimentos para todos? La controversia entre la comunidad cient¨ªfica y los grupos ecologistas est¨¢ servida.?Para conseguir un transg¨¦nico hay que introducir un gen de un organismo en otro con el objeto de obtener un producto mejor, bien porque ofrezca una mayor resistencia contra los virus, viva con menos agua o produzca m¨¢s antioxidantes. ?Y c¨®mo se crea? La historia de Leandro Pe?a es un buen ejemplo para entenderlo. Pe?a investigaba c¨ªtricos en Valencia. A mediados de los 2000, le llamaron de Brasil y Florida. La citricultura en esas dos regiones se enfrentaba a un enemigo que pod¨ªa hundir el negocio para siempre: una bacteria asi¨¢tica conocida como?drag¨®n amarillo. Nadie hab¨ªa sido capaz de pararlo. ¡°La producci¨®n de c¨ªtricos en Florida pr¨¢cticamente estaba desapareciendo¡±, dice Pe?a.
Habr¨¢ 10. 000 millones de personas en 2050 en la Tierra. Los cultivos ser¨¢n menores que hoy.
En uno de sus primeros viajes a Brasil, donde trabaja en estos momentos, alguien le explic¨® el caso de un campesino vietnamita que se hab¨ªa dado cuenta de que cuando sus mandarinas estaban plantadas junto a guayabas pod¨ªa cosecharlas, pero cuando estaban con pl¨¢tanos no se pod¨ªan comer. ¡°Viaj¨¦ en 2009 a Vietnam para conocer a aquel agricultor¡±, recuerda Pe?a. ¡°Era un abuelillo descalzo¡±. Hab¨ªa algo en la guayaba que ahuyentaba al insecto que transporta al?drag¨®n amarillo. Leandro Pe?a empez¨® por identificar los compuestos vol¨¢tiles de la fruta. Para ello se encerr¨® en su laboratorio: ¡°Le pon¨ªamos guayaba y el bicho se marchaba r¨¢pidamente en busca de aire limpio¡±. Aislaron en otras plantas el gen que produc¨ªa el mismo efecto repelente que la guayaba y lo introdujeron en un naranjo. El proceso ha durado m¨¢s de ocho a?os y deber¨¢n pasar cinco m¨¢s para conocer los resultados exactos. Al contrario que los tomates, los ¨¢rboles frutales crecen con lentitud, y los experimentos con ellos se dilatan.
Aun as¨ª, no hay ninguna garant¨ªa de que la naranja con un gen que tiene el mismo efecto repelente que la guayaba sea un ¨¦xito. ?Qu¨¦ pasa si ese gen afecta al sabor o el olor de las naranjas?? ?O si atrae a otro bicho que en Vietnam no exist¨ªa, pero s¨ª en Brasil? Para minimizar el riesgo, Pe?a arranc¨® un proyecto paralelo con otra estrategia m¨¢s com¨²n en transg¨¦nesis (el proceso de transferir?genes?de un organismo a otro): crear una nueva variedad de naranja con genes del insecto que transmite el drag¨®n amarillo?para que acabe con ¨¦l cuando este llegue al ¨¢rbol. Esta estrategia tiene la ventaja de que los genes del insecto afectan menos al sabor de la naranja. La tercera v¨ªa contra el?drag¨®n amarillo?es la fumigaci¨®n en masa.
Lejos de Brasil, en las afueras de C¨®rdoba, el cient¨ªfico Francisco Barro ha conseguido un trigo sin gluten. Realiza su investigaci¨®n en el Instituto de Agricultura Sostenible, un centro del CSIC. Barro, que investiga el trigo desde mediados de los noventa, cuando viv¨ªa en Reino Unido, tiene a su disposici¨®n un equipo y un laboratorio con estanter¨ªas de metal, una c¨¢mara y un peque?o invernadero para sus cultivos. Aqu¨ª ha conseguido reducir el gluten en el trigo hasta hacerlo desa?parecer. El resultado consiste en un trigo transg¨¦nico que ¨Ca pesar de no tener gluten¨C sabe igual. Barro ha logrado en los ¨²ltimos tres a?os plantar una hect¨¢rea, hacer harina y despu¨¦s pan sin gluten. Tambi¨¦n ha realizado pruebas en laboratorio con ratones. Su trabajo est¨¢ en fase de experimentaci¨®n cl¨ªnica con humanos, que pretend¨ªa llevar a cabo en hospitales andaluces. Pero diversas plataformas contra los transg¨¦nicos llamaron a los centros sanitarios implicados en el experimento para advertirlos de las consecuencias. Francisco Barro se defiende: ¡°No tenemos nada que esconder. Los ecologistas se han puesto en contacto con los hospitales, desde donde me han llamado un poco alterados. Esos grupos usan formas agresivas¡±. Algunos llamaron al Ministerio de Agricultura para averiguar d¨®nde hab¨ªa plantado Barro su trigo transg¨¦nico. El ensayo cl¨ªnico se llevar¨¢ a cabo en el extranjero.
El ensayo cl¨ªnico del trigo sin gluten, gestado en espa?a, se har¨¢ en el extranjero por presiones ecologistas.
Si su proyecto saliera adelante, los celiacos y los sensibles al gluten podr¨ªan volver a comer pan. Ahora el pan para celiacos es poco saludable: ¡°Se le a?aden grasas de baja calidad, az¨²cares simples que disminuyen el valor nutricional del pan sin gluten¡±, dice Izaskun Mart¨ªn Cabrejas, responsable de Seguridad Alimentaria de la Federaci¨®n de Asociaciones de Celiacos. Mart¨ªn Cabrejas admite que el uso comercial del trigo sin gluten es lejano. ¡°Pero si se valida alg¨²n d¨ªa, ser¨ªa fant¨¢stico¡±. En Greenpeace no comparten esa visi¨®n. Creen que los celiacos tienen alternativas al gluten: ¡°Hay soluci¨®n a ese problema, por ejemplo una alimentaci¨®n m¨¢s diversificada¡±, dice Luis Ferreirim, responsable de agricultura de esa organizaci¨®n.
Si Barro tiene ¨¦xito, los consumidores ver¨¢n por primera vez los beneficios reales de los transg¨¦nicos. Un caso similar ser¨¢ si se consiguen tomates m¨¢s sabrosos o con antioxidantes. Una de las cr¨ªticas que hacen los detractores de los transg¨¦nicos, que son peligrosos para la salud de los consumidores, se ha demostrado inconsistente. Ning¨²n estudio cient¨ªfico ha detectado problemas de este tipo causados por transg¨¦nicos. Despu¨¦s de revisar los estudios que se han realizado a lo largo de 30 a?os, la National Academy of Sciences de Estados Unidos es taxativa: los alimentos procedentes de organismos modificados gen¨¦ticamente son tan seguros como los procedentes de cultivos tradicionales. ¡°No se han encontrado diferencias que impliquen un mayor riesgo de los transg¨¦nicos para la salud humana¡±, aseguraban los cient¨ªficos en un reciente informe.
Pero en Greenpeace siguen sin estar convencidos: ¡°Mientras no se demuestre que no tienen efectos a largo plazo, pedimos precauci¨®n¡±, asegura Luis Ferreirim. La comunidad cient¨ªfica tiene un problema con esa afirmaci¨®n. Josep Casacuberta, cient¨ªfico del CSIC en Barcelona y vicepresidente del panel de transg¨¦nicos de la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria), explica: ¡°Cuando te preguntan: ¡®?Puedes estar seguro de que nunca habr¨¢ efecto pernicioso para la salud?¡¯. Tienes que decir que no. Nunca se sabe qu¨¦ puede pasar en la escala evolutiva. Pero si te lo plantean de una manera distinta: ¡®?Crees que hay alg¨²n riesgo asociado?¡¯. Tambi¨¦n tienes que decir que no¡±.
Pero as¨ª como la controversia sobre la seguridad de los alimentos transg¨¦nicos va quedando atr¨¢s, el otro punto de la pol¨¦mica se mantiene. Los transg¨¦nicos nacieron, se dec¨ªa, para salvar al mundo del hambre. Un d¨ªa podr¨ªan cultivarse de todo en todas partes; las plagas ya no ser¨ªan un problema; y har¨ªan falta menos agua y hect¨¢reas de tierra. En 1985, Monsanto, multinacional estadounidense l¨ªder mundial en ingenier¨ªa gen¨¦tica de semillas y en la producci¨®n de herbicidas, lanz¨® una campa?a sobre transg¨¦nicos con la foto de una planta de ma¨ªz en el desierto con este eslogan: ¡°?Es necesario un milagro para resolver los problemas del hambre?¡±. Luis Ferreirim, de Greenpeace, responde a esa pregunta 30 a?os despu¨¦s: ¡°Los transg¨¦nicos no son la soluci¨®n a los problemas que pretend¨ªan resolver¡±.
En 1996 empez¨® a venderse el ma¨ªz transg¨¦nico; 20 a?os despu¨¦s, el uso de transg¨¦nicos se ha extendido.
Los transg¨¦nicos no han resuelto el hambre en el mundo. Ni siquiera han logrado aumentar la producci¨®n de alimentos. Un an¨¢lisis publicado recientemente en?The New York Times?desvelaba que el rendimiento de cultivos transg¨¦nicos de Estados Unidos y Canad¨¢ respecto a los pa¨ªses europeos no ha mejorado. Sus expectativas han quedado por debajo de lo anunciado. Pero no tiene por qu¨¦ representar un cambio en la tendencia creciente. Un ejemplo del camino que se est¨¢ recorriendo es el arroz dorado. El 30 de julio de 2000, la revista?Time?afirmaba en su portada: ¡°Este arroz puede salvar a un mill¨®n de ni?os al a?o¡±. El ¡°arroz dorado¡± produc¨ªa vitamina A gracias a dos genes a?adidos de ma¨ªz y narciso. Los d¨¦ficits de vitamina A, que afecta a 250 millones de personas en los pa¨ªses en desarrollo, y que causa ceguera y mortalidad infantil, podr¨ªan suplirse con este producto transg¨¦nico. Al principio no funcion¨®: el nivel de vitamina A era insuficiente. Con los a?os, la variedad ha mejorado y ahora un bol de arroz dorado podr¨ªa suponer el 60% de la vitamina?A diaria que un ni?o necesita.
A pesar de esta promesa, el arroz dorado sigue sin estar disponible. Syngenta (la tercera compa?¨ªa mundial en el mercado de las semillas agr¨ªcolas, reci¨¦n adquirida por una empresa p¨²blica china) conserv¨® los derechos de la patente solo para pa¨ªses desarrollados. La licencia para el resto del mundo est¨¢ en manos del IRRI (Instituto Internacional de Investigaci¨®n del Arroz) en Filipinas, pero el proyecto a¨²n carece de todos los test preceptivos y de las licencias necesarias. En junio de este a?o, 109 premios Nobel ¨Cla mayor¨ªa de F¨ªsica, Medicina y Qu¨ªmica¨C firmaron una carta para exigir que se permitiera la investigaci¨®n y el desarrollo del arroz dorado.
El destinatario principal de esa misiva era Greenpeace, que se opone rotundamente a su comercializaci¨®n. Algunos grupos ecologistas han destruido en varias ocasiones distintos campos de cultivo de arroz dorado en Filipinas. ¡°Hacemos un llamamiento a Greenpeace para que cese su campa?a contra el arroz dorado, en concreto, y contra los cultivos de alimentos mejorados a trav¨¦s de la biotecnolog¨ªa en general¡±, ped¨ªan el centenar de Nobel. ¡°?Cu¨¢nta gente tiene que morir en todo el mundo antes de que consideremos esto como un crimen contra la humanidad?¡±.
¡°Para empezar¡±, dice Luis Ferreirim, de la organizaci¨®n ecologista, ¡°podr¨ªa ser que a trav¨¦s del arroz ya tuvieras tu cantidad de vitamina A y dejaras de consumir otros productos que te aportan otros nutrientes tambi¨¦n necesarios¡±. Segundo, el arroz dorado ser¨ªa una justificaci¨®n m¨¢s para la implantaci¨®n de un modelo agr¨ªcola dominado por las multinacionales: ¡°Y que nos lleva al borde del precipicio¡±.
Como ocurre con el trigo sin gluten, los tomates mejorados o el arroz dorado, si estos productos salen alg¨²n d¨ªa al mercado la popularidad de los transg¨¦nicos crecer¨¢. La poblaci¨®n mundial rondar¨¢ los 10.000 millones de personas en 2050. Los campos de cultivo ser¨¢n entonces probablemente menores que hoy. Y el cambio clim¨¢tico provocar¨¢ que la producci¨®n agr¨ªcola sea m¨¢s inestable. ¡°La transgenia es una herramienta poderos¨ªsima para obtener nuevas variedades¡±, incide el investigador Francisco Barro. Y en realidad el obst¨¢culo principal para que algunos transg¨¦nicos lleguen al mercado es la legislaci¨®n. ¡°El desarrollo de un producto transg¨¦nico puede costar entre 100 y 150 millones de d¨®lares, entre las etapas de investigaci¨®n y los costes administrativos¡±, explica Ferm¨ªn Azanza, director de grandes cultivos del Grupo Limagrain (una compa?¨ªa productora de semillas para cultivos extensivos como ma¨ªz, girasol, cereal, algod¨®n, colza y remolacha). ¡°Cada nuevo transg¨¦nico debe pasar por ese proceso y solo las multinacionales son capaces de asumirlo¡±, a?ade Azanza. ¡°Hoy nadie desarrolla un producto que no se pueda cultivar en Estados Unidos y no se pueda exportar a Europa, Jap¨®n o sureste asi¨¢tico¡±.
Un campo sembrado es el pol¨ªgono industrial de la naturaleza. ¡°La diferencia conceptual entre una plantaci¨®n de ma¨ªz y una f¨¢brica de yogur es muy peque?a¡±, dice Josep Casacuberta. ¡°Tomar conciencia de que un campo no tiene nada de natural es algo que la gente no quiere entender¡±, a?ade. La biodiversidad real est¨¢ en el bosque, donde conviven cientos de especies. Un campo de cultivo es lo contrario: la supervivencia de una sola especie repetida miles de veces.
La agricultura ha usado t¨¦cnicas ins¨®litas para encontrar variedades que rindieran mejor en el campo. A mediados del siglo XX se ide¨® la mutag¨¦nesis, que supon¨ªa aplicar radiaci¨®n a miles de semillas. Esta t¨¦cnica, que contin¨²a en vigor, ha dejado m¨¢s de 3.000 variantes registradas. En una serie de entrevistas para este reportaje con siete bi¨®logos moleculares espa?oles, su preocupaci¨®n principal es no saber a qu¨¦ atenerse con una tecnolog¨ªa (la transg¨¦nesis) que, sin ser la salvadora del mundo, ofrece muchas posibilidades para la humanidad. ¡°La palabra transg¨¦nico impide que los beneficios de nuestro trabajo llegue a todos. Ahora nos autolimitamos¡±, dice el bi¨®logo molecular Diego Orz¨¢ez.
La manipulaci¨®n no se ha estancado en la transg¨¦nesis. Los cient¨ªficos hoy pueden editar genes: coger un gen, reescribirlo y volverlo a colocar. Pueden tambi¨¦n usar la tecnolog¨ªa Crispr/Cas9, que consigue retocar un gen en un proceso que se da tambi¨¦n en la naturaleza, aunque con Crispr se escoge y en la naturaleza es completamente aleatorio. La precisi¨®n de estas tecnolog¨ªas est¨¢ a a?os luz de la mutag¨¦nesis, de mediados de siglo, aquella radiaci¨®n a las semillas. Aquello era jugar a la loter¨ªa. Esto es jugar a la loter¨ªa sabiendo el n¨²mero que va a tocar.
Todas estas novedades van a provocar serios problemas a los legisladores europeos: ¡°El cambio que provoca la tecnolog¨ªa Crispr es que hoy puedes coger un tomate y ver si es transg¨¦nico. Con Crispr no podr¨¢s saberlo. El tomate es id¨¦ntico. ?Por qu¨¦ debes legislar distinto algo que es igual?¡±, dice Casacuberta.
La Uni¨®n Europea no ha dicho nada a¨²n sobre Crispr. En Greenpeace est¨¢n en contra de toda ingenier¨ªa gen¨¦tica. Ser¨¢ una batalla dura. Crispr tendr¨¢ alg¨²n d¨ªa una aplicaci¨®n en humanos. ?Qui¨¦n podr¨¢ defender que una tecnolog¨ªa que cura una enfermedad no puede aplicarse en un tomate?
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