Europa en la globalizaci¨®n del descontento
El terremoto con epicentro en Washington sacudir¨¢ los frentes que hoy tiene abiertos la UE
El mundo se adentra en territorio desconocido. La victoria de Donald Trump hace entrar al orden mundial liberal en barrena. No estamos ante un toque de atenci¨®n. La ola de nacional-populismo autoritario con tintes proteccionistas ha tomado el castillo. Un presidente racista, imprevisible y mis¨®gino, que defiende una Am¨¦rica blanca y aislada, ocupar¨¢ la jefatura del primer pa¨ªs del mundo desarrollado. Se consuma la rebeli¨®n contra las ¨¦lites en forma de reivindicaci¨®n de la carga del hombre blanco. Esto ocurre tras muchas se?ales de malestar y descontento ante el camino que ha tomado la globalizaci¨®n. La aceleraci¨®n de la Historia y los profundos cambios que viven nuestras sociedades hacen que muchos electores busquen cobijo en un conocido y antiguo anclaje: la identidad nacional. V¨¦ase Brexit.
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Es tiempo de repensar el ¨²ltimo baluarte de las sociedades abiertas y tolerantes: Europa. Una Europa maltrecha por los efectos de la crisis econ¨®mica y en proceso de deconstrucci¨®n acechada por los mismos males y tics que afectan a las democracias occidentales. Las elecciones en Francia ser¨¢n nuestra prueba de fuego. Pero es imperiosamente necesario reconstruir el proyecto europeo atendiendo a las causas que nos han llevado a este desaguisado. Porque la victoria de Trump certifica la muerte del consenso (geoestrat¨¦gico y econ¨®mico) neoliberal surgido tras la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn.
La globalizaci¨®n ha permitido sacar de la pobreza a millones de personas. Asia ha sido la gran beneficiada en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Pero al mismo tiempo las clases medias y trabajadoras del primer mundo perciben que no reciben la parte del pastel que les corresponde y sus niveles de vida empeoran. A ello hay que sumarle que los mecanismos de redistribuci¨®n nacional, que debieran amortiguar este efecto, andan gripados y da?ados por la l¨®gica de la austeridad. Una distribuci¨®n muy desigual de los beneficios de la globalizaci¨®n est¨¢ haciendo saltar todas nuestras costuras institucionales.
La nueva era de la desigualdad es campo abonado para duras cr¨ªticas a las ¨¦lites y b¨²squeda de chivos expiatorios. Una desigualdad agravada por los cambios en los mercados laborales, m¨¢s precarios y peor pagados, y la incipiente digitalizaci¨®n de la econom¨ªa. Todo ello ahonda la sensaci¨®n de frustraci¨®n, vulnerabilidad e incertidumbre. Una ansiedad econ¨®mica y cultural que es caldo de cultivo de movimientos populistas iliberales con barniz nacionalista.
La ansiedad econ¨®mica y cultural es caldo de cultivo de movimientos populistas
En Europa ser¨¢ clave el papel que juegue la socialdemocracia para afrontar el reto de imponer reglas a la globalizaci¨®n y repartir sus beneficios. Una socialdemocracia aturdida porque su programa (Keynes + Beveridge) hoy ya no vale. El keynesianismo en un solo pa¨ªs, dentro de la zona euro, no es posible. Y al mismo tiempo, en una sociedad con trabajadores pobres y grandes cambios demogr¨¢ficos, la provisi¨®n de servicios p¨²blicos no es suficiente.
El ¨¦xito o fracaso de Europa depender¨¢ de la capacidad que tenga la socialdemocracia de reconstruir su proyecto. Un proyecto que inevitablemente debe pasar por completar el dise?o de la zona euro con un verdadero brazo fiscal, armonizaci¨®n de las normas impositivas y que sea apuntalado por un pilar social. Al mismo tiempo, ser¨¢n necesarios mecanismos innovadores a nivel nacional para la redistribuci¨®n de la riqueza. Por ¨²ltimo, en materia de comercio internacional ha llegado el momento de parar la pelota y acomodar su ritmo al desarrollo de estas reformas.
El terremoto con epicentro en Washington tambi¨¦n sacudir¨¢ las relaciones internacionales y los frentes que hoy tiene abiertos la UE en esta materia. Indudablemente se va a debilitar la relaci¨®n con nuestro hist¨®rico aliado atl¨¢ntico. Esto impacta directamente en la escalada de tensi¨®n con Rusia y en nuestra relaci¨®n con un Oriente medio y norte de ?frica en llamas. Por todo ello, va a ser necesario equiparnos de una carcasa en materia de seguridad y defensa preparada para los conflictos de alto voltaje con el objetivo de encontrar un nuevo equilibrio con Rusia, ayudar a pacificar y estabilizador un Oriente Medio inmerso en la geopol¨ªtica del caos y afrontar la amenaza del terrorismo internacional.
Lo que se avecina es una batalla en defensa de la democracia, las instituciones y los derechos fundamentales. Y los europeos tenemos la oportunidad de liderar la defensa de sociedades abiertas y tolerantes si atendemos de manera urgente y efectiva a las ra¨ªces del actual malestar. La ¨²ltima oportunidad. Combinar la defensa de un orden internacional de normas estables y justas con un crecimiento inclusivo. Una Europa fuerte y sensible. Es responsabilidad de la socialdemocracia contribuir a ello. De lo contrario la historia del continente volver¨¢ a llamar a la puerta.
Javier L¨®pez es eurodiputado del PSC-PSOE.
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