La temperatura sube en Marrakech
Con regiones a 6?C por encima de las medias hist¨®ricas, esta es la COP de la adaptaci¨®n
¡°Esto es tan preocupante¡±, dice compungida una periodista, en la sala de conferencias de la 22? Conferencia de las Partes de la Convenci¨®n de Naciones Unidas sobre el Cambio Clim¨¢tico (COP 22). La Organizaci¨®n Meteorol¨®gica Internacional (WMO, por sus siglas en ingl¨¦s) acaba de adelantar los datos del ¨²ltimo reporte de temperaturas. Este lunes, en Marrakech (Marruecos), la agencia ha decidido alertar a los decisores con un informe parcial de los nueve primeros meses de 2016, en el que por primera vez constan los da?os colaterales, humanitarios, que provocar¨¢ esta temporada de r¨¦cords.
"Estamos batiendo todos los r¨¦cords de calentamiento desde que empez¨® el siglo. Lo hemos hecho tanto en el a?o 2015 como durante los primeros nueve meses de 2016". El que habla es Petteri Taalas, secretario general de la WMO, que asegura que no solo hay que invertir en mitigaci¨®n, sino tambi¨¦n en adaptaci¨®n, porque va a haber nuevos desastres naturales.
A este ritmo, el a?o terminar¨¢ con una temperatura media global de 1,2?C por encima de los valores preindustriales. R¨¦cord de r¨¦cords, la temperatura media de estos primeros nueve meses se sit¨²a casi un grado por encima de la media del periodo 1961-1990, que es el que se toma como referencia. Esto significa tambi¨¦n que 16 de los 17 a?os con temperaturas m¨¢s altas se han registrado en este siglo (1998 es el ¨²nico anterior al a?o 2000). En algunas zonas ¨¢rticas rusas, los term¨®metros marcaron de media entre seis y siete grados m¨¢s que las medias hist¨®ricas de largo alcance. Otras zonas ¨¢rticas y sub¨¢rticas en Canad¨¢, Rusia y Alaska estuvieron al menos tres grados por encima de los registros hist¨®ricos. Tambi¨¦n los oc¨¦anos est¨¢n experimentando un calentamiento r¨¦cord y, en cuanto a la concentraci¨®n de di¨®xido de carbono, 2015 alcanz¨® por primera vez en la historia un promedio de 400 partes por mill¨®n (ppm). Aqu¨ª puede consultarse el informe completo.
Este adelanto complementa el anterior informe global 2011-2015, que tambi¨¦n ha sido comentado en estos d¨ªas a la COP 22, a fin de esbozar un panorama de largo plazo. Quiz¨¢ se trata tambi¨¦n de seguir sumando razones que alejen las perspectivas de que esta COP de Marrakech termine sin demasiados avances, y demasiado puntualmente (por primera vez en a?os, ya que en las ¨²ltimas ediciones se ha extendido uno o dos d¨ªas, a fin de terminar de dar forma a lo acordado).
Para los que recuerden el fiasco que sigui¨® a los acaloramientos de la g¨¦lida Copenhague, donde se celebr¨® la cumbre en 2009, esta vez tambi¨¦n es un secreto a voces que el horno de las carpas en Marrakech se ha precalentado antes del segmento de alto nivel que comienza este martes. Los negociadores batallan con una redacci¨®n en paralelo a un documento precocinado que circula por alg¨²n pasillo fantasma. Ese texto incluye declaraciones solemnes, sin mayores complicaciones (se supone que viene preelaborado desde la mesa de los anfitriones) y sin tener en cuenta la ardua labor de los negociadores t¨¦cnicos de todas las delegaciones participantes.
Los desastres naturales empujan a la pobreza a 26 millones de personas cada a?o, seg¨²n datos del Banco Mundial
Una semana despu¨¦s de iniciadas las conversaciones, y aunque el ¨¢nimo por momentos decaiga, los negociadores siguen discutiendo, a puerta cerrada, d¨ªa y noche, cada l¨ªnea de los futuros compromisos. Sobre las quejas, portavoces como Tosi Mpanu Mpanu (del grupo LDC, pa¨ªses menos desarrollados) repiten ante la prensa el mismo mantra: "Entiendo a los colegas, pero tenemos que centrarnos en nuestro papel como negociadores".
No podemos demorarnos un minuto en la acci¨®n, es el clamor de los que est¨¢n desde siempre en el tema. El otro clamor es que esta Cumbre no se limite a fijar compensaciones dinerarias para los pa¨ªses desarrollados, que no se deje todo librado a la iniciativa privada y que se avance en verdaderos mecanismos de adaptaci¨®n, porque, como se ve, el calentamiento global ya lleg¨®. Actuar es el verbo-lema de esta COP.
"El Acuerdo de Par¨ªs ha entrado en vigor en un tiempo r¨¦cord, tambi¨¦n, y con un compromiso global r¨¦cord. La WMO trabaja para mejorar la monitorizaci¨®n de gases de efecto invernadero y as¨ª poder ayudar a los pa¨ªses a reducir las emisiones", asegura Taalas, antes de rehusar dar una opini¨®n sobre los problemas que podr¨ªa provocar a la agenda clim¨¢tica la victoria de Donald Trump, en EE UU: "Estamos del lado de la ciencia. Las instituciones y universidades de Estados Unidos est¨¢n contribuyendo al conocimiento", zanja.
Los representantes del Banco Mundial, por su parte, han presentado un informe sobre reducci¨®n de desastres y recuperaci¨®n (GFDRR, por sus siglas en ingl¨¦s), en el que se lee que el impacto de los acontecimientos naturales extremos reporta unas p¨¦rdidas equivalentes a 520.000 millones de d¨®lares en consumo anual, y empuja a la pobreza a unas 26 millones de personas cada a?o.
"Esta es la COP de la adaptaci¨®n y la resiliencia", est¨¢ llamado a decir, a su turno, John Roome, director de cambio clim¨¢tico del Banco Mundial. Desde las c¨²spides del dinero y la posible financiaci¨®n a proyectos de adaptaci¨®n, Roome sostuvo que "ya nadie niega que los pobres del mundo menos desarrollado son los que m¨¢s sufrir¨¢n las consecuencias y, junto con ellos, los pobres de los pa¨ªses del bienestar". "Si vives entre el 20% de la parte m¨¢s pobre de tu pa¨ªs tienes dos veces m¨¢s posibilidades de que tu casa sea arrasada en un desastre natural", afirmaba Stephane Hallegate, economista jefe del Banco Mundial, admitiendo que la m¨¢s conservadora de las hip¨®tesis es de por s¨ª grave.
Por algunos pasillos circula un documento ¡®precocinado¡¯ que algunos creen que pretende obviar las discusiones de esta COP
Con un pie en la tierra roja del desierto que rodea Marrakech, la tunecina Leila Radhouane, investigadora en temas agr¨ªcolas, esgrim¨ªa la verdad conocida: "Aunque sean los que menos CO2 emiten, los pa¨ªses menos desarrollados ¡ªentre ellos, los del Norte de ?frica¡ª ser¨¢n los que m¨¢s sufran las consecuencias del desajuste clim¨¢tico. La escasez de agua y la excesiva erosi¨®n de los suelos por altas temperaturas y sequ¨ªa trasladar¨¢n el cultivo de cereales hacia el Norte. Esto significa que pa¨ªses que consumen trigo muy por encima de la media mundial (que est¨¢ en 150 kilos por habitante/a?o), como T¨²nez, con 265 kilos de trigo por habitante y por a?o, o Marruecos, que consume 200 kilos de trigo por habitante por a?o, tendr¨¢n que importar granos".
A pie de calle, en al menos la mitad de las 25 hect¨¢reas que ocupa la COP 22 junto a la puerta de Bab Ighli de la medina de Marrakech, las familias marroqu¨ªes dominguean con sus ni?os, pasean por las tardes, conversan. Entran a la zona verde, accesible al p¨²blico, y se dejan empapar por alertas por problemas antropog¨¦nicos, posibles soluciones sostenibles y promesas de un desarrollo que ellos ans¨ªan. Del otro lado de la valla, en la zona azul, 13.000 acreditados como "partes" por Naciones Unidas, m¨¢s 8.000 delegados de la sociedad civil y 1.500 periodistas de todo el mundo contin¨²an busc¨¢ndole la vuelta a un asunto tan comentado, y a la vez tan amplio y tan urgente.
Puede que la COP 22 no marque una diferencia en el historial de cumbres, pero s¨ª ha hecho historia en Marrakech.
"Hay un antes y un despu¨¦s de la COP en Marruecos: las cuestiones del medio ambiente no ser¨¢n consideradas de la misma manera de aqu¨ª en adelante¡±, dec¨ªa, a prop¨®sito de esta repercusi¨®n nacional y medi¨¢tica, Khalil Hachimi Idrissi, director de la agencia marroqu¨ª de noticias. Ellos acaban de abrir una plataforma llamada MAP-ecologie, destinada a difundir informaci¨®n ambiental, a imagen y semejanza de la espa?ola EFEVerde.
Sin duda, m¨¢s all¨¢ de lo que aqu¨ª surja como acuerdo vinculante o recomendaci¨®n voluntaria para los pa¨ªses, la COP 22 ha acercado la idea de la protecci¨®n del medio ambiente a la sociedad magreb¨ª. Esta es el primer motivo de celebraci¨®n, justo cuando arranca el tramo final, de la mano del secretario general de ONU, Ban-Ki Moon.
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