Atroz
Mi consejo es que dejes de buscar el Aleph y empieces a buscar la rata
Tras la lectura de El Aleph,mucha gente busca en su casa un rinc¨®n misterioso como el que describe Borges. No lo hay. El misterio es que no hay misterio. O que abunda tanto que no somos capaces de verlo al modo en que los peces, como suele decirse, no conocen el agua. No hay misterio. Jam¨¢s un muerto volver¨¢ para revelarnos lo que vio al otro lado. En cuanto al s¨®tano, no viven en ¨¦l m¨¢s fantasmas que los que proyecta tu imaginaci¨®n. Puede, en cambio, que haya alguna rata. La rata es el misterio. ?De qui¨¦n naci¨®, c¨®mo lleg¨® hasta all¨ª, de qu¨¦ se alimenta, a qu¨¦ dedica el tiempo libre? Una rata no es un Aleph, por m¨¢s literatura que le echemos. Pero es un mam¨ªfero. Se cuaj¨® dentro de un ¨²tero, sus c¨¦lulas se fueron espesando y especializando en esa gruta org¨¢nica; all¨ª le crecieron los pulmones, el coraz¨®n, el h¨ªgado, la piel, los dientes, todo aquello, en fin, que tambi¨¦n nos constituye a usted y a m¨ª. Sali¨® al mundo a trav¨¦s de una vagina h¨²meda, mam¨®, fue destetada y tuvo que buscarse la vida fuera de la familia. Un d¨ªa lleg¨® a nuestro s¨®tano tal vez en busca de un lugar adecuado para dar a luz. Los ruidos que escuchamos a media noche, pues, no los produce el fantasma del difunto pap¨¢, sino una rata a punto de parir.
El misterio es que no hay misterio; hay una rata. Quiz¨¢ la rata tenga una camada de seis o siete beb¨¦s de los que se comer¨¢ dos, los m¨¢s d¨¦biles, debido al aporte extraordinario de prote¨ªnas que necesita para dar de mamar. Tampoco hay misterio ah¨ª. Nosotros mismos, en otras ¨¦pocas, fuimos can¨ªbales. Mi consejo es que dejes de buscar el Aleph y empieces a buscar la rata. Obs¨¦rvate en ella, en sus pupilas, y comprender¨¢s que no es que no haya misterio, es que el misterio est¨¢ en todo. Y es atroz.
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