Tres ca¨ªdas
Los socialistas llegaron al gobierno y lo que parec¨ªa que iba a ser en este pa¨ªs un cambio radical de las anquilosadas estructuras de la pol¨ªtica para abrirla definitivamente a la modernidad, ha terminado en un rotundo fiasco de la izquierda
La forma en que nos contaron la historia nuestros padres y los maestros nacionales en la escuela fue un fraude que muchos ni?os de derechas tuvimos que descubrir muy tarde por nuestra cuenta. Por mi parte supe realmente en qu¨¦ pa¨ªs viv¨ªa cuando le¨ª un libro prohibido, El laberinto espa?ol, de Gerald Brenan, editado en Par¨ªs por Ruedo Ib¨¦rico. Entonces me enter¨¦ de las matanzas perpetradas tambi¨¦n por el bando nacional durante la guerra y de la brutal represi¨®n que el franquismo estableci¨® en venganza contra los vencidos ya en tiempos de paz. Fue la primera ca¨ªda. Como reacci¨®n a ese fraude me pareci¨® que hab¨ªa que ser de izquierdas, aunque solo fuera por moral. Tiempo despu¨¦s yo cre¨ªa que el aut¨¦ntico Guernica de Picasso no era el lienzo que estaba expuesto en el MoMA de Nueva York, sino su reproducci¨®n en la peque?a cartulina que ten¨ªa clavada con cuatro chinchetas en mi estudio. Esa copia era el verdadero Guernica de la Rep¨²blica, el grito contra la barbarie que nunca podr¨ªa ser acallado. La segunda ca¨ªda se produjo cuando vi que el Guernica llegaba a Espa?a en 1981 con un Borb¨®n en el trono, con un Calvo Sotelo de presidente del Gobierno, con Pasionaria dormitando en el Parlamento, con un cura, el padre Sope?a, director del museo del Prado y protegido por la Guardia Civil. Con la carga republicana del Guernica ya desactivada, los socialistas llegaron al Gobierno y lo que parec¨ªa que iba a ser en este pa¨ªs un cambio radical de las anquilosadas estructuras de la pol¨ªtica para abrirla definitivamente a la modernidad, ha terminado en un rotundo fiasco de la izquierda, abandonada por los intelectuales y derrotada por la vieja derecha en todos los frentes sin que se vea la posibilidad de que levante cabeza, debido al germen diab¨®lico de la autodestrucci¨®n que lleva en su seno. Tercera ca¨ªda, tal vez la definitiva.
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