15 a?os pilotando Bottega Veneta
Hablamos con el dise?ador alem¨¢n Tomas Maier. Y nos convence para gastarnos una fortuna en una bufanda de cachemir
Para lograr una bonita simetr¨ªa de cinco letras, el dise?ador Thomas Maier quit¨® la ¡°h¡± de su nombre de pila. Esta atenci¨®n obsesiva al detalle define su fruct¨ªfero reinado al frente de Bottega Veneta. Maier tiene 59 a?os y naci¨® en Pforzheim, en la Selva Negra alemana. De padre arquitecto, estudi¨® en una escuela Waldorf, donde el trabajo manual, la creatividad y la independencia eran m¨¢s importantes que la aritm¨¦tica y la ortograf¨ªa.
All¨ª aprendi¨® a coser y a hacer punto. Ese tipo de formaci¨®n suele generar personalidades interesantes. Maier, por ejemplo, se caracteriza por su pensamiento disciplinado y por una cierta econom¨ªa del comportamiento, incluso aunque trabaje con materiales de lujo y texturas suntuosas alejadas de la terrenal preocupaci¨®n por resultar asequibles. The New Yorker defini¨® su aspecto y su personalidad como propios de un ¡°monje hipster¡±: claramente inteligente, innegablemente estiloso y tambi¨¦n algo intimidante. Porque Maier es exigente hasta la extenuaci¨®n. Lo irradia. Tal vez su padre le ense?¨® aquella vieja verdad arquitect¨®nica formulada por Heinrich Tessenow: lo mejor es siempre sencillo, pero lo sencillo no siempre es lo mejor.
Bottega Veneta fue fundada en 1966 en Vicenza, al oeste de Venecia, por dos empresarios locales, Michele Taddei y Renzo Zengiaro. Esto implica que, en el Pante¨®n de las grandes casas italianas, es m¨¢s veterana que Armani (1975), Versace (1978) y Dolce & Gabbana (1985). Gucci se fund¨® en 1925, as¨ª que tiene m¨¢s solera. Pero desde 2001 Bottega Veneta pertenece al grupo Kering, un conglomerado empresarial liderado por Gucci.
Desde el principio, Bottega Veneta se especializ¨® en art¨ªculos de piel artesanales de muy alta calidad. Muchos de sus productos se identifican al instante gracias al intrecciato, una t¨¦cnica local que consiste en trenzar tiras de piel muy finas seg¨²n un patr¨®n agradable a la vista y tambi¨¦n duradero, que envejece de forma gloriosa.
La ¨¦tica de Bottega Veneta ha consistido siempre en dejar que el producto hable por s¨ª solo, y por eso tiene alergia a los logos visibles. Sin embargo, durante el auge del marquismo en los noventa, cay¨® en la tentaci¨®n de lo comercial. Los ingleses Katie Grand y Giles Deacon tomaron el control creativo e introdujeron iconograf¨ªa pornogr¨¢fica y chispeantes detalles met¨¢licos. Bottega Veneta acab¨® al filo de la bancarrota. Hay que mantenerse fiel al punto. O, mejor dicho, al trenzado.
As¨ª que en 2001, Tom Ford, que por aquel entonces mandaba en Gucci, pidi¨® a su viejo amigo Tomas Maier que tomara cartas en el asunto. Los dos se hab¨ªan conocido en Par¨ªs, cuando Tomas trabajaba en Herm¨¨s. ¡°Su nivel de gusto siempre me ha impresionado¡±, confesaba Ford a prop¨®sito de los muebles y las creaciones de su nuevo fichaje. Los cambios no se hicieron esperar, y Maier introdujo en Bottega Veneta el tipo de disciplinas que podr¨ªan esperarse de un monje hipster. ¡°Quiero dise?ar prendas que combinen intelecto, emoci¨®n, artesan¨ªa y funcionalidad¡±, explica a ICON. Durante su primer a?o se concentr¨® en el dise?o y no dio entrevistas ni hizo publicidad. El primer producto bajo su jurisdicci¨®n fue el bolso Cabat, sin logo y elaborado con intrecciato. Quince a?os despu¨¦s, sigue produci¨¦ndose y vendi¨¦ndose.
En 2005, Maier present¨® su primera colecci¨®n de moda femenina para Bottega Veneta. Sin embargo, no era suficiente. Para el alem¨¢n, la resurrecci¨®n de Bottega Veneta ten¨ªa que ir m¨¢s all¨¢. ¡°No me veo capaz de limitar la firma al hombre o la mujer, porque lo importante es la actitud, una filosof¨ªa de vida basada en la excelencia sutil¡±. La primera colecci¨®n masculina reflejaba su propio inter¨¦s por la sastrer¨ªa: chaquetas de traje con vaqueros, pero esas chaquetas ten¨ªan hombros napolitanos y un talle capaz de dar un aspecto militar hasta a un monje hipster.
Tomas contempla un bikini como si fuera un proyecto de arquitectura: ?c¨®mo hacer interesantes cuatro tri¨¢ngulos de tela? ?C¨®mo estilizar las piernas de su portadora? Maier aspira a una ¡°cierta nada¡±, pero los resultados de su austeridad suelen ser fabulosos. Tambi¨¦n a la hora de dise?ar mobiliario. De sus incursiones en el mundo de la arquitectura y el dise?o, Maier ha rescatado algunos principios extremadamente importantes. El ¨¦xito de cualquier pieza depende de cuatro factores: materiales exquisitos, funcionalidad excepcional, atemporalidad y artesan¨ªa superlativa. Sin duda, puede resultar exigente e inabordable. Cuando le preguntaron el motivo por el que el fot¨®grafo Robert Longo no estuviera acreditado en uno de sus cat¨¢logos, Maier respondi¨® que esperaba que sus clientes supieran reconocer su trabajo sin necesidad de nombrarlo.
Desde 2013 Bottega Veneta tiene su sede en Montebello Vicentino, una antigua casa de campo reformada a partir de principios ecol¨®gicos. All¨ª, los empleados se forman durante tres a?os en La Scuola dei Maestri Pelettieri, una academia interna que garantiza un suministro continuo de artesanos de alto nivel. Ahora Bottega Veneta vende mobiliario en Rodeo Drive (Beverly Hills) y en Via Borgospesso, en Mil¨¢n. ¡°Desde el principio tuve en mente una visi¨®n completa para Bottega Veneta que incluir¨ªa distintas categor¨ªas, creando piezas bonitas enmarcadas en una est¨¦tica precisa y concebidas para seguir siendo bellas en el futuro¡±, explica Maier. ¡°El dise?o consiste en crear piezas que se integren en un look, en una habitaci¨®n o en un espacio sin llamar la atenci¨®n sobre s¨ª mismas¡±.
La tienda de Mil¨¢n es una miniatura perfecta de su filosof¨ªa corporativa: el Palazzo Gallarati Scotti, del siglo XVIII, tiene frescos de Carlo Innocenzo Carlone y de Giovanni Battista Tiepolo. Elegantes y ajenos al paso del tiempo, se complementan perfectamente con las puertas acristaladas contempor¨¢neas y piezas de mobiliario moderno ubicadas en el sector gris-beis del espectro emocional. Es un escenario bello para que personas bellas vistan prendas bellas y se sienten en cosas igualmente bellas.
Al describir la colecci¨®n para hombre de este oto?o, Maier se vuelve autobiogr¨¢fico: ¡°La colecci¨®n habla de un hombre muy tranquilo, muy seguro de s¨ª mismo. Sabe lo que hace. No hay trampas ni ostentaci¨®n. Es muy discreto pero, si te acercas lo suficiente, es muy especial¡±. Este tipo de simplicidad es dif¨ªcil de conseguir. Cuando un periodista de The New Yorker le pregunt¨® c¨®mo pod¨ªa justificar que una bufanda de cachemir costara 500 d¨®lares, el dise?ador explic¨® que, en realidad, cualquiera puede permit¨ªrselas si decide tener menos cosas. Menos, desde la mentalidad de Tomas Maier, significa m¨¢s. Mucho m¨¢s.
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