Ir y venir entre los claroscuros de la iluminaci¨®n urbana
El alumbrado es una necesidad b¨¢sica para mejorar la vida y la seguridad de los ciudadanos y ciudadanas en los espacios p¨²blicos.
Tras salir de casa, el inicio y el final de nuestra jornada cotidiana est¨¢n acompa?ados de m¨²ltiples cualidades que favorecen o no nuestras actividades y las condicionan, por ejemplo, la libertad para elegir las rutas y los horarios que utilizamos o la posibilidad de estar y disfrutar de un ambiente en calles, plazas, del lugar donde vivimos... Estar bien o mal iluminado habla por ejemplo de las alternativas que tenemos para alargar, recortar o rodear los itinerarios y de la capacidad que tienen los espacios p¨²blicos de convocar la estancia. Esta cualidad es una necesidad b¨¢sica para mejorar nuestra autonom¨ªa, nuestra percepci¨®n de seguridad y la disposici¨®n de redes de actividad que doten de vitalidad y vigilancia informal los espacios p¨²blicos.
Necesitamos las calles bien iluminadas cuando nos desplazamos caminando, para ver mejor un desperfecto en el pavimento, identificar detalles de las personas con que nos cruzamos, orientarnos con facilidad, controlar el ¨¢mbito por donde nos movemos y entonces, disfrutar del trayecto. Desde los an¨¢lisis con perspectiva de g¨¦nero, se cuestionan muchos de estos aspectos que no son tenidos en cuenta a la hora de decidir c¨®mo se iluminan los espacios p¨²blicos. Un ejemplo evidente es la prioridad que dan las luminarias de las calles al espacio por donde transitan los coches. Las aceras se iluminan con el haz de luz residual y est¨¢n en sombra por los coches aparcados, las ramas de los ¨¢rboles, la sombra proyectada por elementos de se?alizaci¨®n vertical, la ubicaci¨®n de contenedores grandes en secciones de v¨ªas estrechas, etc. Otro ejemplo menos evidente pero perceptible, es el cambio de luz estacional que altera nuestras actividades con los cambios horarios, pues esperar un autob¨²s en invierno, en una parada desarticulada de otras actividades y mal iluminada, es una experiencia inquietante para las mujeres que van muy pronto a trabajar, para ni?os y ni?as que esperan el autob¨²s escolar en la parada des-habitada de una urbanizaci¨®n o simplemente ese medio de movilidad deja de atender nuestras necesidades. Una parada de autob¨²s en esas circunstancias nos resta autonom¨ªa, percepci¨®n de seguridad y facilidades para usar ese medio de movilidad.
La ciudad, los entornos donde vivimos, se construyen incesantemente y cuestiones como la iluminaci¨®n no tienen una presentaci¨®n ni una definici¨®n homog¨¦nea, cambian de esquina a esquina, de un barrio al otro, de una delimitaci¨®n municipal a otra, dejando a nuestro albedr¨ªo la elecci¨®n de los itinerarios y los espacios de relaci¨®n que acompa?an nuestra cotidianidad. La iluminaci¨®n es fundamental para elegir esos ¨¢mbitos de la vida cotidiana. Los itinerarios est¨¢n condicionados no solo por el tejido de las luminarias sino por el buen o mal estado f¨ªsico del espacio en las calles, por la presencia o no de la comunidad que habita, por la diversidad de actividades en horarios distintos y cambian tambi¨¦n seg¨²n el horario en que suceden, durante la semana o en fin de semana, a la alba, a la noche, etc. Por esto, la planificaci¨®n de la iluminaci¨®n en relaci¨®n a las redes de actividades cotidianas en la escala pr¨®xima del barrio, es una estrategia para mejorar la autonom¨ªa de las personas y un punto de apoyo para establecer v¨ªnculos con otras redes de los barrios (entornos) vecinos. La iluminaci¨®n acompa?a pues, nuestras actividades dot¨¢ndolas de continuidad temporal y espacial.
Para las personas encargadas de definir la iluminaci¨®n de los lugares donde vivimos es un reto articular las diferentes tecnolog¨ªas que coexisten (luminarias de sodio, led, etc.) porque han de mesurar la intensidad, el color, la orientaci¨®n, la distribuci¨®n, as¨ª como la ubicaci¨®n para dar prioridad a los diferentes modos de desplazamiento (ir andando, ir en bici, ir con una silla de ruedas o alguna diversidad funcional, ir en coche, esperar un autob¨²s, desplazarse en el entorno de las estaciones de transporte, etc.), y atender las situaciones diversas de nuestras actividades (ir sola/o, con compa?¨ªa, acompa?ando, entre una multitud, etc.). Por otro lado, estas condiciones de la iluminaci¨®n tambi¨¦n alteran o colaboran con la capacidad de convocar una estancia o de disponer un lugar de encuentro. Quiz¨¢ puede decirse que la iluminaci¨®n conlleva una cualidad intr¨ªnseca para acompa?ar el devenir de las personas realizando acciones en los escenarios urbanos y que si esa cualidad no se articula a las cotidianidades puede llegar a restringir la sostenibilidad de la vida en los lugares donde habitamos.
En todo caso, la iluminaci¨®n no depende solo de las luminarias que van marcando el vac¨ªo entre las edificaciones. Tambi¨¦n est¨¢ determinada por los v¨ªnculos entre lo que sucede en la planta baja de las edificaciones: la proyecci¨®n de su luz, la transici¨®n de las actividades al exterior¡ un edificio singular de grandes dimensiones que no dialogue con el exterior est¨¢ envuelto de penumbra e inactividad, d¨ªgase un muro exterior extenso, una hilera de puertas de garaje, una zona mono-funcional deshabitada despu¨¦s de los horarios de trabajo, unas plantas bajas dedicadas a almacenes, un descampado, un borde administrativo descuidado, etc., en contraposici¨®n a una fachada plena de actividades diversas donde el horario de la ferreter¨ªa, el horno, el bar y de las personas entrando y saliendo a sus viviendas, mantienen con vitalidad y buena iluminaci¨®n buena parte de las 24 horas de un d¨ªa.
Atender la iluminaci¨®n que acompa?a nuestras cotidianidades seguramente es mucho m¨¢s que desarrollar el proyecto t¨¦cnico desde las mesas de trabajo. Desde la inclusi¨®n de la perspectiva de g¨¦nero se propone visibilizar en el programa de necesidades atender el bien-estar de las personas, es decir atender cuestiones como: ir y venir con autonom¨ªa, posibilitar en el camino estancias para descansar, para establecer relaciones con otras personas o simplemente detenerse bajo el cono de luz y ver y ser vista con tranquilidad y sinti¨¦ndote cuidada.
(*) Marta Fonseca es arquitecta e integrante de Col.lectiu Punt 6
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.