Follamentes
La testosterona hace que el hombre piense con la polla; los estr¨®genos no son tan generosos
El deseo no es la ¨²nica puerta que favorece el sexo pero s¨ª la indispensable. Sin deseo no hay sexo.
Jueves por la noche, te metes en la cama destrozada, aspirando a dejarte mecer por tu programa de radio favorito hasta dormirte. Cuando apenas te has colocado en posici¨®n fetal, quien ocupa tu otro lado de la cama te roza buscando mambo. Eliges muerte. Opci¨®n A: recurres a lo que no te falla jam¨¢s de los jamases para que ese sexo r¨¢pido y efectivo termine en poco m¨¢s de un cuarto de hora aunque no sea nada efectista. Opci¨®n B: pegas un bufido lo suficientemente contundente como para que te dejen en paz. Si tu pareja es hombre, es m¨¢s que probable que la testosterona est¨¦ golpeando las paredes de la habitaci¨®n ¨²nica y exclusivamente porque te ha visto desnudarte. Es lo que tiene ir "cargado de balas" todo el d¨ªa. Si t¨² eres mujer, mala suerte. No lo tienes tan f¨¢cil.
?Qu¨¦ hace falta para tener ganas de sexo?
Laura C¨¢mara, matrona y sex¨®loga, apunta a los estr¨®genos como uno de los principales implicados en el deseo femenino: "El deseo tiene componentes biol¨®gicos, ps¨ªquicos y sociales.?Los estr¨®genos est¨¢n involucrados en la elasticidad de las paredes vaginales, en la lubricaci¨®n y por tanto en la excitaci¨®n. Su d¨¦ficit, afecta al deseo". Las mujeres menop¨¢usicas son las principales receptoras de una carga extra de estr¨®genos pero su administraci¨®n tambi¨¦n implica riesgos que hace que los m¨¦dicos se lo piensen antes de recetarlos y nunca a mujeres que no sean menop¨¢usicas: "Que yo sepa ¡ªprosigue C¨¢mara¡ª en mujeres que no sean menop¨¢usicas, el aporte extra de estr¨®genos no mejora el deseo". Tanto los estr¨®genos como la testosterona participan en el deseo sexual. Y ambos est¨¢n presentes en hombres y en mujeres. Las mujeres tenemos m¨¢s estr¨®genos y menos testosterona; los hombres al contrario. Por eso ellos son m¨¢s voyeur que nosotras. Y nosotras tenemos m¨¢s fantas¨ªas sexuales. Ellos piensan con la polla. Nosotras nos montamos pel¨ªculas.
Qu¨¦ suerte tienen los t¨ªos
El pene no est¨¢ formado por m¨²sculos como otras partes del cuerpo que, ejercitados, cumplen cuando sea preciso. Si fuera tan f¨¢cil como desarrollar b¨ªceps, bastar¨ªa con hacer la gimnasia correspondiente para garantizarse una respuesta erectiva. De ah¨ª que esos aparatos de alargamiento de pene no sean m¨¢s que una estafa. Los vasos sangu¨ªneos que transportan la sangre al pene est¨¢n un poco cerrados y los vasos sangu¨ªneos que transportan la sangre fuera del pene, abiertos. Excitados, los vasos que transportan la sangre al pene se abren m¨¢s mientras que los que sacan la sangre se contraen.?Afortunados ellos cuya excitaci¨®n y deseo dependen de la testosterona. Los hombres tienen mucha m¨¢s testosterona que las mujeres, hasta 40 veces m¨¢s. Esto hace que literal y cient¨ªficamente piensen con la polla. En ambos casos a m¨¢s testosterona m¨¢s deseo, pero no por administr¨¢rnosla, las mujeres deseamos m¨¢s. Ni aun poni¨¦ndonos hasta arriba de testosterona como hacen con los gallos de corral para convertirlos en gallos de pelea, aumentan nuestras ganas. Nuestro cerebro es mucho menos conformista que el de los hombres y nuestros estr¨®genos, aun cuando tenemos los niveles ¨®ptimos, no nos ponen cachondas. Solo ayudan en el proceso de la excitaci¨®n, no en las ganas.
Mala suerte, compa?era
La Adyii ni siquiera se ha hecho famosa. A menos que aclares que es la viagra femenina, nadie sabe a qu¨¦ te refieres. Su base en la filibanserina, un medicamento que se usa en premenop¨¢usicas y act¨²a supuestamente en la libido femenina, pero que se estrella por los efectos secundarios y la escasa efectividad. Por eso cada vez cobra m¨¢s fuerza la necesidad imperiosa de admitir, exigir y querer que la calentura suceda primero en el cerebro y despu¨¦s donde sea menester. Buscamos los est¨ªmulos apropiados para que nuestro cerebro reaccione gratamente propagando la excitaci¨®n por todo nuestro cuerpo. Queremos follamentes, no guapos. Terminamos en la cama con personas cuyo encanto f¨ªsico no es su mejor baza, pero que royeron nuestras neuronas hasta ponernos a cien. Nos ocurre tanto a hombres como a mujeres, aunque ellos tienden m¨¢s a tirarse al barro (y follarse a quien encarta) ayudados por sus ¨ªndices de testosterona.
Por eso hay mujeres que, sin haber visto en toda su vida a un determinado escritor, lo presuponen un aut¨¦ntico fucker. Fueron horadando pim, pam, pim, pam, su cerebrito con los art¨ªculos, columnas y entrevistas que escribieron y que ellas leyeron. ?No te quiero ni contar cuando leen aquel primer libro en el que encima se mostraron humanos! Tambi¨¦n hay hombres que se masturban escuchando determinados programas de radio solo porque se ponen cachondos con la voz de la presentadora aunque hable de t¨¦mporas. Y estos sujetos ser¨¢n fijos al peri¨®dico y a la emisora en cuesti¨®n. Imag¨ªnense si tienen la suerte de cruzarse en su camino... Ambos ejemplos no son suposiciones; ya me conocen. Hay quien se folla la mente de quien haga falta.
De eso se trata.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.