C¨®mo evitar el sentimiento de culpa
?Te sientes culpable por no hacer las cosas mejor? Tranquila, no eres la ¨²nica.
Uno de los grandes problemas que vivimos las mujeres es el sentimiento de culpa que nos atrapa en todos los ¨¢mbitos y en especial, en la maternidad.
Nos sentimos culpables por no ser mejores, por no poder estar en el partido del hijo porque tenemos que trabajar o por no haber acertado con la ropa en una cena. Da igual, nos inventamos mil y un motivos para sentirnos mal con nosotras mismas. L¨®gicamente, cuando hablo de culpa no me refiero a la que nos atormenta en el caso de que cometi¨¦ramos un delito o un agravio a otra persona. Esa culpa es sana y tiene un sentido evolutivo, porque nos ayuda a evitar da?ar de nuevo, como escribe Laura Rojas Marcos. Sin embargo, existe otra que no es tan beneficiosa y que surge cuando no hemos alcanzado un objetivo deseado, aunque fuera imposible. Esta ¨²ltima se conoce como sentimiento de culpa y no tiene ning¨²n sentido evolutivo. Es decir, no sirve para mucho, sino para hacernos da?o. Pues bien, tristemente las mujeres ganamos por goleada en la intensidad del sentimiento de culpa en comparaci¨®n con los hombres, como lo hemos vivido en propias carnes y como se han encargado de ratificar los psic¨®logos.
Ante sentimientos de culpa absurdos, busquemos soluciones que est¨¦n en nuestras manos
Seg¨²n un estudio realizado por Itziar Etxebarria de la Universidad del Pa¨ªs Vasco a 156 adolescentes, 96 j¨®venes y 108 adultos, las mujeres, independientemente de la edad, tenemos el ¡°deporte¡± de sentirnos mal con nosotras mismas m¨¢s a menudo que los varones y parece, adem¨¢s, que las que m¨¢s sufren el sentimiento de culpa son las mujeres de entre 40 a 50 a?os. Por suerte, en esa edad, los hombres son m¨¢s emp¨¢ticos que de adolescentes, por lo que al menos, nos pueden entender mejor.
?Por qu¨¦ surge el sentimiento de culpa? Existen varios motivos. Uno de ellos es nuestra mayor sensibilidad social desde peque?as. El cerebro de las ni?as procesa antes el miedo del rechazo social que el de los ni?os, ya que la am¨ªgdala, la zona responsable de las emociones, se desarrolla antes. As¨ª no es de extra?ar que las ni?as sean m¨¢s prudentes a la hora de ciertos juegos o m¨¢s susceptibles a los mensajes de ¡°buenas chicas¡± para ganar la aprobaci¨®n social (por supuesto, hay excepciones y est¨¢ claro que depende tambi¨¦n de la educaci¨®n recibida). Otro motivo, ya de adultas, nace del error en la interpretaci¨®n de nuestras posibilidades.
El sentimiento de culpa est¨¢ relacionado con expectativas hacia nosotras mismas que nos autoimponemos o que nos impone la sociedad. El caso de la maternidad es un buen ejemplo. Deseamos ser buenas madres y nos encanta ver im¨¢genes de mujeres felices con sus beb¨¦s. Sin embargo, cuando aborrecemos tener que dar el pecho en plena noche, nos sentimos culpables porque pensamos que no queremos suficiente a nuestro hijo. Este sentimiento de culpa es absurdo y como sabemos que no es pr¨¢ctico, busquemos qu¨¦ soluciones est¨¢n en nuestras manos.
Necesitamos aceptar que somos humanas y rebajar nuestras autoexigencias imposibles de alcanzar
Primero, necesitamos aceptar que somos humanas, y no superhero¨ªnas de los comics Marvel que pueden con todo: con agradar al jefe, a la pareja, a los hijos y a aquel que se cruce por el camino. Somos lo que somos, por tanto, rebajemos nuestras autoexigencias que, sencillamente, son imposibles. Segundo, reconozcamos las emociones que sentimos sin juzgarlas. En el caso de la maternidad, por ejemplo, hablemos tambi¨¦n de la dureza que significa, m¨¢s all¨¢ de lo bonito que es tener hijos. No nos convierte en peores personas, sino sencillamente, nos hace reales, porque lo otro solo habita en los anuncios de productos infantiles. Y por ¨²ltimo, divirt¨¢monos con nuestros errores y con nuestra torpeza. Si no hemos acertado con una ropa, pues ri¨¢monos de ello con los amigos. Si creemos que no somos buenas madres, pues hagamos nuestro propio cuaderno de ¡°mala madre¡± y habl¨¦moslo con otras mujeres. Seguro que no eres la ¨²nica.
En definitiva, vale la pena desterrar el sentimiento de culpa que no es pr¨¢ctico. Con machacarnos m¨¢s de la cuenta, no vamos a evitar errores futuros, as¨ª que comencemos a reconocer nuestros l¨ªmites y a disfrutar de ellos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.