Deriva a la confederaci¨®n
En Espa?a el uso del t¨¦rmino federal es muy ambiguo; no se distingue de la realidad confederal
La mejor politolog¨ªa (v¨¦anse las reflexiones de Juan Jos¨¦ Linz al respecto) ha subrayado desde antiguo la importancia que ostenta el tipo de sistema de partidos existente en un Estado multinacional democr¨¢tico para la conservaci¨®n de la unidad de ese Estado. Que junto a los partidos de ¨¢mbito estrictamente subestatal o nacionalista existan tambi¨¦n partidos de car¨¢cter estatal y que ¨¦stos tengan una presencia significativa en todas las subunidades es uno de los requisitos para que, a la larga, el propio federalismo no lleve al Estado multinacional a la disgregaci¨®n.
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La raz¨®n es sencilla: la implantaci¨®n territorialmente generalizada de partidos de ¨¢mbito estatal, por un lado, integra el escenario pol¨ªtico propio de las nacionalidades subestatales en el m¨¢s amplio del Estado, haci¨¦ndole participar en una din¨¢mica centr¨ªpeta. Y, por otro, estos partidos enriquecen el juego pol¨ªtico incorporando a ¨¦l otros cleavages distintos de los estrictamente propios del eje nacional, sean los socioecon¨®micos del eje izquierda/derecha sean otros de tipo religioso o confesional. No es casualidad, desde luego, que Suiza posea un sistema de partidos que es com¨²n a todos los cantones, mientras que en un sistema al borde del colapso como B¨¦lgica no exista ni un solo partido de ¨¢mbito superior a las subunidades valona o flamenca.
Aunque imperfectamente (nunca la realidad cumple con los tipos ideales), Espa?a es un caso de federaci¨®n multinacional de inspiraci¨®n remedial, es decir, un Estado anteriormente muy centralizado que adopt¨® (al constituirse en democracia) una estructura de tipo federal para encauzar las tensiones disgregadoras provocadas por la existencia de varias nacionalidades pujantes en su territorio/poblaci¨®n (federalism to keep togheter). Y en lo que se refiere al sistema de partidos pol¨ªticos, ¨¦ste cumpli¨® de inicio lo positivo del federalismo: pues junto a fuertes (incluso hegem¨®nicos) partidos nacionalistas, han existido y actuado en las subunidades pol¨ªticas partidos de ¨¢mbito y direcci¨®n estatal (tanto de izquierda como conservadores) con una presencia relevante.
Podemos parece seguir el camino pr¨¢ctico del confederalismo; varios partidos, movimientos o mareas de ¨¢mbito subnacional se reclaman como estructuras pol¨ªticas aut¨®nomas y soberanas
Sucede, sin embargo, que en el sector que podemos calificar de izquierda se est¨¢ marcando desde hace unos a?os en los respectivos partidos una tendencia acusada a organizarse confederadamente, de manera que van apareciendo partidos pol¨ªticos de ¨¢mbito estrictamente subnacional que se dicen federados en uno de ¨¢mbito estatal pero que en realidad se sit¨²an en relaci¨®n de igualdad (por mucho que ¡°fraterna¡±) con la direcci¨®n estatal correspondiente. Es importante tener en cuenta que en la pol¨ªtica espa?ola el uso del t¨¦rmino federal es muy ambiguo, y no distingue adecuadamente del muy distinto concepto y realidad confederal. As¨ª, en el caso de Izquierda Unida que fue el primero, a la confederaci¨®n de partidos subestatales por s¨ª mismos soberanos se la sigui¨® calificando alegremente como federalismo.
Podemos parece seguir el mismo camino pr¨¢ctico del confederalismo; varios partidos, movimientos o mareas de ¨¢mbito subnacional se reclaman como estructuras pol¨ªticas aut¨®nomas y soberanas en sus decisiones, por mucho que vagamente asociadas en el correspondiente partido de ¨¢mbito formalmente estatal. Aunque Podemos no plantea la cuesti¨®n territorial como eje fundamental de su pol¨ªtica, acepta ya de entrada y en su propia manera de constituirse el confederalismo m¨¢s absoluto. Previsiblemente, ello repercutir¨¢ en una actuaci¨®n cada vez m¨¢s particular y diferente en cada ¨¢mbito territorial, ret¨®rica amorosa aparte.
Y llega ahora la crisis de los socialistas, y con ella aparece pujante la pulsi¨®n soberanista en el socialismo catal¨¢n (y menos estridente en el vasco): porque eso es actuar pol¨ªticamente con obediencia exclusiva al propio comit¨¦ de direcci¨®n del PSC. Reclamar la soberan¨ªa del propio partido catal¨¢n a la hora de tomar decisiones, con independencia de su contenido, excede de la mec¨¢nica federal para caer de lleno en la confederal, aunque la ret¨®rica fraternalista busque emborronarlo.
Ahora bien, si la izquierda espa?ola, en sus diversas versiones, consuma esta deriva hacia la confederalizaci¨®n de sus respectivos partidos se estar¨¢ instalando en Espa?a un fen¨®meno nuevo que puede tener indirectamente importantes consecuencias para la conservaci¨®n del Estado. Pues ya solo el partido conservador ¡ªy uno de centro con muy irregular implantaci¨®n en las subunidades¡ª mantendr¨¢n una presencia centr¨ªpeta en la din¨¢mica pol¨ªtica de las naciones que plantean desaf¨ªos graves a la permanencia del Estado. Y parece poca cosa para tan ardua tarea.
Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz Soroa es abogado.
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