Met¨¢stasis
Quiz¨¢s hay quienes devienen colaboracionistas por circunstancias complejas. O, incluso, despu¨¦s de ser torturados
A lo mejor es que era demasiado chica cuando le¨ª la escena de la jaula y la rata y la habitaci¨®n 101 en la novela 1984, de George Orwell. O a lo mejor es que crec¨ª en un pa¨ªs, Argentina, donde la palabra ¡°tortura¡± no deja nada librado a la imaginaci¨®n. Como sea, la tortura de un ser humano es, para m¨ª, el horror supremo. No miro pel¨ªculas como Saw (James Wan, 2004) porque me aterran y porque imagino a los psic¨®patas del mundo tomando notas ante cada escena: ¡°Ah, qu¨¦ buena idea: un pie en un yunque, otro en el otro, despu¨¦s hierro fundido... Lo voy a probar¡±. No puedo pensar en un terror m¨¢s enloquecido ni en una soledad m¨¢s pavorosa que la de un ser humano en esas circunstancias. Por eso no entiendo la palabra traici¨®n cerca de la palabra tortura: nadie puede pedirle lealtad ¡ªa un l¨ªder, a una patria¡ª a quien le est¨¢n arrancando los p¨¢rpados. Sin embargo, hay torturados que soportan: en nombre de un l¨ªder, de una patria. Hay, en el extremo opuesto, otra clase de gente. Los colaboracionistas. La Wikipedia, fuente de toda raz¨®n y sabidur¨ªa, dice que el colaboracionismo ¡°se refiere a la cooperaci¨®n del Gobierno y de los ciudadanos de un pa¨ªs con las fuerzas de ocupaci¨®n enemiga¡±. Quiz¨¢s hay quienes devienen colaboracionistas por circunstancias complejas. O, incluso, despu¨¦s de ser torturados. No lo s¨¦. Lo que s¨ª s¨¦ es que a la constructora Cementos Chihuahua no hizo falta ni retorcerle un dedo para que su director general se ofreciera la semana pasada, motu proprio, a colaborar en la construcci¨®n del muro que Trump quiere levantar entre Estados Unidos y M¨¦xico. ¡°No podemos ser selectivos. Tenemos que respetar a nuestros clientes en ambos lados¡±, dijo el hombre. Cementos Chihuahua es una empresa mexicana. As¨ª es como empieza todo: con un peque?o temblor, con una met¨¢stasis imperceptible.
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