Sentir los colores
Cuando hay que protestar, boicotear e indignarse, los patriotas lo hacen por Espa?a, nunca por los espa?oles
La sacralizaci¨®n de Espa?a como entidad sentimental, una suerte de sujeto ideol¨®gico al que adherirse de coraz¨®n para que sean homologadas las virtudes de sus ciudadanos, deber¨ªa incluirse en la reforma de la Constituci¨®n. Para que no tenga una redacci¨®n tan espesa, la anterior disposici¨®n podr¨ªa resumirse as¨ª: ¡°Quien no se sienta espa?ol no vale para nada¡±. De este modo nos ahorrar¨ªamos, por la v¨ªa del Tribunal Constitucional, el llanto lastimero de los porteros de la patria cuando comprueban que tienen dentro a indeseables como Fernando Trueba: la misma cara que los porteros de un after cuando ven que en la barra un cliente est¨¢ pidiendo agua.
Hace meses Trueba dijo algo muy impactante en el escenario adecuado: la entrega de un premio nacional. No se hab¨ªa sentido ¡°nunca¡± espa?ol, ni ¡°cinco minutos¡± de su vida. La frase ten¨ªa de esc¨¢ndalo la duraci¨®n: quien se haya sentido cinco minutos espa?ol sabe de la importancia de sentirse r¨¢pidamente otra cosa. En cualquier caso hab¨ªa de mucho de su humor vitri¨®lico y de su provocaci¨®n, a la que fueron derechos los que desenfundan la patria cuando escuchan la palabra cultura. A Trueba no le bastaba con ser lo que no pudo elegir, como el sexo: ten¨ªa que sentirlo de forma correcta para no ofender a nadie. Es precisamente ese derecho a la ofensa que se arroga tanta gente lo que deposita la patria en su lugar correcto, donde descansan habitualmente los nacionalismos: la religi¨®n. O sea la fe, en Dios o en la bandera, los dos lugares sobre los que se construye siempre una convivencia peor.
Se trata de una pol¨¦mica recurrente que delata una educaci¨®n de riesgo: cuando alguien expresa una opini¨®n que no le gusta, decide no consumir sus productos culturales, anima a los dem¨¢s a boicotearlos y, al final de una peligrosa senda de autodestrucci¨®n, dedica su tiempo libre a predicar que no se lea, que no se vea cine y que no se escuche m¨²sica.
¡ª?Por qu¨¦?
¡ªEl autor no siente los colores.
El boicot a Fernando Trueba, y a todos los que le antecedieron, no tiene por objetivo su pel¨ªcula, que los boicoteadores no la iban a ver por cuestiones a¨²n mayores que su patriotismo. Lo que se boicotea siempre es la libertad de expresi¨®n, empezando por la primera de todas, que es una de las razones que permiten estar orgulloso de un pa¨ªs: meterse con ¨¦l sin consecuencias. Hay algo m¨¢s que tiene que ver con una forma compacta e inofensiva de entender la realidad para no transformarla nunca. Cuando hay que protestar, boicotear e indignarse, los patriotas lo hacen por Espa?a, nunca por los espa?oles.
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