Naci¨®n de naciones
Nada impide que una palabra se refiera al conjunto y a las partes, del mismo modo que M¨¦xico o Alemania son Estados formados por Estados
Un mismo vocablo puede designar el todo y a la vez una de sus partes. El brazo est¨¢ integrado por el antebrazo y el brazo; el d¨ªa, por la noche y el d¨ªa; el mar y la tierra forman parte de la Tierra. Y de igual manera, el espacio en blanco entre palabras es un no signo que funciona como signo. Ese no signo (ausencia de todo rasgo) se convierte en signo para que con ¨¦l diferenciemos bien entre ¡°un barco chino¡± y ¡°un bar cochino¡±; entre ¡°d¨ªgalo, sin verg¨¹enza¡± y ¡°d¨ªgalo, sinverg¨¹enza¡±. Por tanto, el signo y el no signo son igualmente signos, del mismo modo que el brazo est¨¢ incluido en el brazo, el d¨ªa est¨¢ incluido en el d¨ªa, la tierra est¨¢ incluida en la Tierra y ¡°correveidile¡± o ¡°tentempi¨¦¡± son palabras de palabras.
En cordial analog¨ªa con todo eso, la Constituci¨®n espa?ola de 1837 mencionaba a ¡°las Espa?as¡± que forman parte de Espa?a. Esta expresi¨®n en plural se invent¨® y se aplic¨® mucho antes del descubrimiento de Am¨¦rica, a fin de evocar el reino de reinos que nuestra historia describe. Por tanto, nada impide desde el punto de vista del lenguaje que Espa?a se denomine ¡°naci¨®n de naciones¡±, y que el t¨¦rmino ¡°naci¨®n¡± se refiera al conjunto y a la vez a todas o algunas de sus partes, del mismo modo que M¨¦xico o Alemania son Estados formados por Estados.
El acuerdo entre los socialistas y los nacionalistas vascos ha devuelto a la playa la palabra ¡°naci¨®n¡±, y quiz¨¢s convenga por ello recordar su trayectoria.
¡°Naci¨®n¡± procede del lat¨ªn natio, t¨¦rmino que significaba en la lengua romana ¡°lugar de nacimiento¡±. As¨ª, cuando Espronceda califica de ¡°aragon¨¦s de naci¨®n¡± a aquel buen soldado ¡°amigo de la guerra, de las mozas y, sobre todo, de la bota¡± no est¨¢ diciendo que Arag¨®n fuera una naci¨®n (que tambi¨¦n podr¨ªa), sino que el soldado hab¨ªa nacido all¨ª. (Sancho Salda?a o El castellano de Cu¨¦llar, 1834). De igual manera, cuando anta?o se defin¨ªa a alguien como ¡°ciego de naci¨®n¡± se quer¨ªa decir que se trataba de un ciego de nacimiento.
El primer diccionario acad¨¦mico, el Diccionario de Autoridades (1734), define ¡°naci¨®n¡± en primer lugar como ¡°acto de nacer¡±; y ya en segunda acepci¨®n indicaba: ¡°La colecci¨®n de los habitadores en alguna Provincia, Pa¨ªs o Reino¡±.
¡°Naci¨®n¡± sirvi¨® tambi¨¦n en el lenguaje popular del siglo XVIII para referirse a un extranjero. Si en un barrio de Madrid se ve¨ªa a un rubio alto y de ojos azules, cualquiera pod¨ªa decir ¡°parece naci¨®n¡±.
Hasta 1852 no le a?adi¨® la Academia a ¡°naci¨®n¡± la idea de entidad pol¨ªtica. En 1884 asentar¨ªa m¨¢s ese clavo, y adem¨¢s en la primera acepci¨®n: ¡°Estado o cuerpo pol¨ªtico que reconoce un centro com¨²n supremo de gobierno¡±. La definici¨®n vigente ahora, sin perder las acepciones hist¨®ricas (acto de nacer, origen personal), empieza precisando as¨ª los significados m¨¢s actuales:
¡°1. Conjunto de los habitantes de un pa¨ªs regido por el mismo Gobierno¡±. ¡°2. Territorio de una naci¨®n¡±. ¡°3. Conjunto de personas de un mismo origen que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradici¨®n com¨²n¡±.
Este cuerpo de acepciones permite hablar, por tanto, de ¡°naci¨®n de naciones¡± para referirse a Espa?a, y considerar que el Pa¨ªs Vasco o Catalu?a lo son tambi¨¦n. Si el sentimiento general de un pueblo reclama para s¨ª la palabra ¡°naci¨®n¡±, no ser¨¢ la lengua castellana quien se lo niegue.
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