Respiro austriaco
Portazo al populismo en un a?o de triunfos antieurope¨ªstas
La victoria ayer del progresista Alexander Van der Bellen sobre el candidato de extrema derecha, Norbert Hofer, en las elecciones presidenciales austriacas supone un respiro, pero a la vez un serio toque de atenci¨®n para toda Europa del que conviene extraer algunas valiosas lecciones.
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No importa que la presidencia de Austria ¡ªpa¨ªs que se rige por un sistema parlamentario¡ª sea una magistratura de mucho menor calado pol¨ªtico que el de rep¨²blicas presidencialistas como Francia o Estados Unidos. En la actual situaci¨®n de convulsi¨®n pol¨ªtico-institucional que atraviesa Europa, las elecciones nacionales y los diferentes referendos ¡ªsin ir m¨¢s lejos el que tambi¨¦n ayer protagonizaban los italianos¡ª se han convertido en una especie de gran consulta europea por etapas sobre la confianza de los ciudadanos para seguir adelante con el proyecto com¨²n que, bajo unas premisas de tolerancia, integraci¨®n y colaboraci¨®n con los dem¨¢s socios, ha demostrado su ¨¦xito desde el final de la II Guerra Mundial pero que ahora se ve cuestionado por un efectivo discurso populista.
En un a?o aciago donde la victoria de la demagogia del Brexit ha dado alas en todo el continente a los discursos extremistas y xen¨®fobos, la decisi¨®n de los austriacos de elegir a Van der Bellen, pero sobre todo la de no elegir a Hofer, es una excelente noticia para toda Europa y lo que esta representa.
No se puede ignorar que ha sido el agotamiento de las dos formaciones pol¨ªticas tradicionales ¡ªla conservadora y la socialdem¨®crata¡ª y su incapacidad para, gobernando en coalici¨®n, atender las preocupaciones de los ciudadanos, la que ha propiciado que la jefatura del Estado fuera disputada por un candidato independiente con pasado ecologista y el l¨ªder de una formaci¨®n de extrema derecha jaleado en p¨²blico tanto por el Frente Nacional franc¨¦s como la xen¨®foba Alternativa para Alemania. No se trata del ascenso de los nuevos planteamientos solo por su propia fuerza de convicci¨®n, sino m¨¢s bien por el desencanto que producen aquellos en quienes los ciudadanos depositan su confianza, pero no comprenden que es necesario un nuevo lenguaje y una nueva manera de hacer las cosas. Algo que s¨ª entendieron los padres fundadores de Europa.
M¨¢s all¨¢ de lo anecd¨®tico de la repetici¨®n de las elecciones austriacas ¡ªpor una cuesti¨®n formal, que no por fraude¡ª en las que en su primera versi¨®n del pasado mayo la ultraderecha apenas fue derrotada por un escas¨ªsimo margen de 31.000 votos, conviene resaltar que el electorado se ha movilizado ante la posibilidad real de que un candidato de la extrema derecha se hiciera con la presidencia de un pa¨ªs con una traum¨¢tica experiencia hist¨®rica. Es decir, que a la democracia y sus planteamientos hay que defenderlos en las urnas y no qued¨¢ndose en casa. Acostumbrarse a la libertad tiene algunos peligros y uno de ellos es creer que est¨¢ garantizada. Votar es una de las m¨¢ximas expresiones de esta libertad y no un fastidio. Y los austriacos han entendido esto perfectamente yendo a votar por el candidato que mejor representa sus valores democr¨¢ticos y europe¨ªstas.
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