Resurrecci¨®n
Nada tiene m¨¢s ¨¦xito entre nosotros que el ¨¦xito. Y nada se merece m¨¢s el fracaso que el fracaso
Si hoy es martes, hay razones para el desasosiego. En los ¨²ltimos tiempos no hay semana en que falte noticia de la extrema pobreza en que viven algunos espa?oles. No ha provocado esc¨¢ndalo la muerte de dos hombres que sobreviv¨ªan dentro de una furgoneta. Al parecer, la estufa que utilizaban para calentarse en las noches de fr¨ªo termin¨® por envenenar el aire de su refugio improvisado. Antes fue una anciana que iluminaba su casa con velas y cada d¨ªa historias an¨®nimas de precariedad y desamparo. Son noticias de un tiempo cruel, que no reciben el sobrenombre de lunes negro o martes negro, y mucho menos de viernes negro, que viene a significar exactamente lo contrario, una invitaci¨®n a consumir para demostrarte que est¨¢s vivo. En el pa¨ªs europeo que m¨¢s dinero gasta en coca¨ªna, hablar de los pobres es cr¨ªtica f¨¢cil, ser el aguafiestas en la recuperaci¨®n de unas d¨¦cimas en la prima de riesgo. As¨ª que mejor dejarlos de lado y que se arreglen como puedan.
La Constituci¨®n espa?ola encierra un enorme peligro dentro. Incluso entre su prosa atiborrada de prudencia y c¨¢lculo para hacer sostenible un pa¨ªs que ven¨ªa de la corrupci¨®n absoluta y so?aba con alcanzar los ideales democr¨¢ticos de la regi¨®n, se cuelan principios rotundos sobre la dignidad del ciudadano. Vivienda, trabajo, protecci¨®n social e igualdad de oportunidades est¨¢n siendo quebrantados sin que los constitucionalistas se muestren ofendidos. En un pa¨ªs que es indulgente con sus evasores fiscales y comprensivo con la ¨¦lite que desv¨ªa ingresos a para¨ªsos fiscales, no es extra?o que los pobres resulten molestos. Nada tiene m¨¢s ¨¦xito entre nosotros que el ¨¦xito. Y nada se merece m¨¢s el fracaso que el fracaso. Al menos esto es lo que transparentan nuestras admiraciones. Se presenta a las elecciones un millonario y sale presidente. Si se presentara un pobre honesto, no lo votar¨ªa nadie.
Crece la l¨ªnea de espera para comprar los n¨²meros de loter¨ªa en los quioscos m¨¢s se?alados. Convertida ya la Loter¨ªa no tanto en una superstici¨®n, sino, tras ser revestida por la publicidad de p¨¢tina humanitaria, en la expresi¨®n ¨²nica de la justicia a la que podemos aspirar. La caridad es tan socorrida que hasta los timadores han empezado a recurrir a enfermedades raras de un hijo y tratamientos caros en Houston, como antes los pillos recorr¨ªan los caf¨¦s pidiendo dinero para enterrar al beb¨¦ muerto. Puede que sea Navidad, pero entre corazones de piedra sigue vigente lo que escrib¨ªa Tolst¨®i, que los hombres consideran sagrado e importante solo aquello que inventan para dominarse unos a otros. Y eso que no conoci¨® el tel¨¦fono m¨®vil.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.