Archivos para la historia
Espa?a requiere una norma precisa para regular la desclasificaci¨®n de documentos
Este peri¨®dico public¨® el 29 de noviembre dos noticias que revelan un estado de necesidad. La primera sobre la presentaci¨®n por el PNV de una proposici¨®n de ley sobre desclasificaci¨®n autom¨¢tica de documentos. La segunda, el cierre del Archivo de la Armada por falta de personal.
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En el Ministerio de Defensa la ministra Carme Chac¨®n dej¨® a punto de desclasificaci¨®n un paquete de 10.000 documentos, m¨¢s o menos, relacionados con la Guerra Civil y la posguerra. Los identific¨® un grupo de trabajo de militares, historiadores y archiveros. Su elevaci¨®n al Consejo de Ministros deber¨ªa haber sido una cuesti¨®n de tr¨¢mite. Su sucesor la puso en el refrigerador. Sus argumentos, cuando se dign¨® darlos, no resisten el menor an¨¢lisis: problemas con pa¨ªses amigos ¡ªpor ejemplo, la Francia de Vichy, el Tercer Reich, Reino Unido y EE?UU¡ª o que las Fuerzas Armadas tienen otras ocupaciones.
Hubo una ¨¦poca en que, a pesar de la Ley de Secretos Oficiales del franquismo, nuestro pa¨ªs fue puntero. Los archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores se abrieron para documentos de m¨¢s de 25 a?os. Nadie objet¨®. Luego ha habido sus m¨¢s y sus menos, aunque ya pueden consultarse en el Archivo General de la Administraci¨®n, sin suficiente personal. En los del Alto Estado Mayor, a Manuel Ros Agudo se le permiti¨® entrar para consultar documentos de una determinada secci¨®n para un n¨²mero limitado de a?os. Le sigui¨®, para temas menos controvertidos, otro colega.
No fue as¨ª en otros departamentos. El malogrado Julio Ar¨®stegui jam¨¢s penetr¨® en los archivos del antiguo Ministerio de la Gobernaci¨®n. En consecuencia, los historiadores espa?oles hemos debido acudir a archivos extranjeros para reconstruir pedazos de nuestra historia. En los ¨²ltimos a?os la creciente oleada de apertura en archivos con documentaci¨®n delicada nos ha pasado: Alemania, Francia, Italia, Reino Unido, por no hablar de EE?UU, nos han dejado atr¨¢s. Todos los pa¨ªses de nuestro entorno cultural y pol¨ªtico tienen disposiciones legales precisas que regulan la desclasificaci¨®n, con las exclusiones de rigor. La ley franquista de secretos oficiales es una antigualla. El Estado no ha sabido o querido extraer las conclusiones operativas que se derivan, o deber¨ªan derivarse, del art¨ªculo 105 b de la Constituci¨®n.
Hubo una ¨¦poca en que, a pesar de la Ley de Secretos Oficiales del franquismo, nuestro pa¨ªs fue puntero
?Podr¨ªa explicar alguien por qu¨¦, a tenor de ciertos rumores, sigue clasificada la inteligencia militar de los a?os de las campa?as de Marruecos, de las que ya ha transcurrido casi un siglo?
El Estado espa?ol no se ha tambaleado por el esclarecimiento en mayor o menor medida de temas controvertidos de nuestra historia reciente: la conspiraci¨®n calvosotelista para adquirir material de guerra a la Italia fascista antes del 18 de julio de 1936; la incompetencia militar de Franco; las responsabilidades ocultas tras el bombardeo y destrucci¨®n de Gernika; la pol¨ªtica agresiva de Espa?a hacia el Marruecos franc¨¦s y Portugal en 1940; la dur¨ªsima represi¨®n en la guerra y en la posguerra; las limitaciones del tan cacareado ¡°cerco internacional¡±; los acuerdos secretos con EE?UU, que influyeron decisivamente sobre la pol¨ªtica interior y exterior espa?ola; la din¨¢mica con el Vaticano ante el concordato de 1953. Incluso uno de los cap¨ªtulos m¨¢s delicados de las relaciones exteriores de Espa?a, que no necesito identificar, puede seguirse con razonable exactitud en archivos no lejos de nuestro pa¨ªs.
No me parece v¨¢lida la objeci¨®n de que la proposici¨®n no de ley que actualmente tramita el Parlamento sobre la reforma de la Ley de Secretos Oficiales deber¨ªa esperar a ver qu¨¦ hace el Gobierno con ella. La necesidad de proteger informaci¨®n delicada es incuestionable. Que se proyecte a la producida antes de 1975 es un non sequitur. ?Qu¨¦ secretos del Estado franquista ser¨ªa necesario proteger y resguardar hoy, cuando desde hace a?os se ha venido desmontando su estructura pol¨ªtica, institucional y jur¨ªdica?
M¨¢s valdr¨ªa que, a la par que se desmenuza la proposici¨®n mencionada, alguien examinara c¨®mo dotar mejor, en personal y material, a los archivos p¨²blicos. El sector competente de la Administraci¨®n labora con af¨¢n bajo carencias ins¨®litas. Un pa¨ªs que no respeta su propia historia (encerrada en gran parte en los archivos, p¨²blicos y privados) es un pa¨ªs que no se respeta a s¨ª mismo. Es una de las lecciones que cabe aprender tras visitar archivos alemanes, brit¨¢nicos, franceses, italianos, norteamericanos, rusos y/o de la Uni¨®n Europea. Con gran frecuencia p¨²blicos. Tambi¨¦n privados y accesibles.
?ngel Vi?as es catedr¨¢tico em¨¦rito de la Universidad Complutense de Madrid.
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