Revisar la Constituci¨®n
El sistema pol¨ªtico puede fracasar si predomina el miedo a reformarlo
El mismo d¨ªa en que se cumpl¨ªa el 38? aniversario de la Constituci¨®n aflor¨® una oleada de reticencias a emprender su reforma. El ejemplo de la derrota de Matteo Renzi en el refer¨¦ndum constitucional de Italia ilustra bien sobre el m¨¦todo que no debe aplicarse en Espa?a. Carece de sentido convertir una reforma constitucional en un plebiscito sobre un pol¨ªtico. Hay que trabajar para construir consensos amplios, y para ello conviene que no se dilate el primero de los pasos convenientes, que es el emplazamiento de una subcomisi¨®n de estudio en el Congreso de los Diputados.
Algunos pol¨ªticos parecen haber descubierto de repente que basta con el 10% de los diputados para exigir un refer¨¦ndum sobre cualquier cambio en la Ley Fundamental, aunque los aspectos a reformar no afecten a los art¨ªculos especialmente protegidos del texto ¡ªque exigen consulta forzosa¡ª. Como Pablo Iglesias ha avisado de que pedir¨¢ un refer¨¦ndum frente a una reforma constitucional impuesta, y en principio controla diputados suficientes para eso, se han desatado ciertas alarmas en parte del arco parlamentario y de la opini¨®n publicada.
Editoriales anteriores
El l¨ªder de Unidos Podemos se apresura demasiado a colocarse en una posici¨®n tan defensiva, en vez de constatar, simplemente, que carece de fuerza para imponer un proceso constituyente. No obstante, si alguien contaba con reformar la Constituci¨®n dejando al margen a Unidos Podemos, se ha enga?ado. Ya no estamos en los tiempos de 2011, en que el PSOE y el PP ejecutaron una peque?a reforma en la m¨¢xima ley tras un r¨¢pido pacto. Los cambios en el mapa pol¨ªtico han sido muy importantes desde entonces.
Por descontado que los planteamientos de Unidos Podemos no coincidir¨¢n de entrada con los que podr¨ªa hacer el Partido Popular ¡ªde momento se ignora cu¨¢les son¡ª, y ser¨¢n m¨¢s o menos distintos a los del PSOE o los de Ciudadanos. Se trata de eso: confrontar ideas, deslindar puntos en los que se pueda alcanzar un acuerdo suficiente y estar dispuestos a pagar el precio que corresponda a cada partido, dando por hecho que reformar la Constituci¨®n es asunto de muchos. Hay que exigir a los actores pol¨ªticos la m¨¢xima lealtad constitucional, pero eso no puede implicar vetos previos.
La Constituci¨®n de 1978 ha prestado se?alados servicios como sistema b¨¢sico de organizaci¨®n pol¨ªtica de los espa?oles. No hace ninguna falta construir un edificio de nueva planta, pero s¨ª emprender reformas, desde la estructura territorial del Estado a los condicionamientos del sistema electoral, las lagunas de la Ley Fundamental que han contribuido al bloqueo pol¨ªtico sufrido durante casi todo 2016 o, quiz¨¢, ampliar derechos fundamentales. Primero hay que intentar acuerdos y, despu¨¦s, instrumentar los que necesiten tocar la Constituci¨®n o decidir cu¨¢les podr¨ªan resolverse a trav¨¦s de otras leyes.
La reforma necesita tiempo y, seg¨²n los temas que incluya, tal vez hagan falta dos legislaturas. Servirse de cualquier pretexto para impedir siquiera que se abra esta cuesti¨®n s¨ª que podr¨ªa certificar el fracaso del sistema pol¨ªtico.
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