Abramsky
No es una tarea f¨¢cil encontrar a gente que se eche de menos cada d¨ªa
Hay dedicatorias de libros que obligan a saber qu¨¦ est¨¢ pasando dentro. Ocurre con Entre visillos, la novela de Carmen Mart¨ªn-Gaite: ¡°Para mi hermana Anita, que rod¨® las escaleras con su primer vestido de noche, y se re¨ªa, sentada en el rellano¡±. Hace unas semanas di en casa con esta otra: ¡°Este libro est¨¢ dedicado a Chimen y Mimi Abramsky. Fuisteis, sencillamente, extraordinarios. Os echo de menos y os lloro cada d¨ªa¡±. Le¨ª la contratapa deseando con todas mis fuerzas que el libro hablase de Chimen y Mimi Abramsky; si no fuese as¨ª tendr¨ªa que averiguar por otros medios qui¨¦nes eran.
No es una tarea f¨¢cil encontrar a gente que se eche de menos cada d¨ªa. F¨ªjense en la Navidad: todos decimos que a?oramos a nuestros muertos porque era el d¨ªa en que los ve¨ªamos. Nadie dice: hoy, 12 de agosto en la playa de Montalvo, lloro por mis muertos; se echan de menos en la mesa, y alguno no repara en la ausencia hasta el brindis. De ah¨ª la importancia de esa dedicatoria: por eso y porque la escribe un nieto, Sasha Abramsky, en una historia que titula La casa de los veinte mil libros, de Perif¨¦rica y traducido por ?ngeles de los Santos.
¡°Despu¨¦s de un prolongado declive f¨ªsico, muri¨® pac¨ªficamente en su casa, agarrando una peque?a Biblia en hebreo encuadernada en cuero que mantuvo cerca en los ¨²ltimos a?os de su vida¡±. As¨ª desped¨ªa The Guardian en 2010 a Chimen Abramsky, muerto a los 93 a?os. Su mujer, Miriam, hab¨ªa fallecido en 1997. ¡°7.40: Miri ha muerto¡±, escribe el 3 de abril de ese a?o Chimen en ¡°tinta azul, con una letra casi microsc¨®pica¡±. No se fue a nadar, como Kafka.
A trav¨¦s de esas vidas llenas de libros se escribe la historia de un siglo que termina ahora, con la muerte de Castro. Un desencanto asombroso y una pasi¨®n delicada por el particular Aleph que construy¨® el matrimonio Abramsky en una casa en la que cab¨ªa la historia del hombre explicada por ¨¦l mismo. ¡°?Qu¨¦ obra de arte es el hombre!¡±, exclama el Shakespeare de Hamlet en el ep¨ªgrafe. Sobrecoge todo, desde la llamada del padre de Sasha a 9.000 kil¨®metros de distancia con el cuerpo de su propio padre delante, minutos despu¨¦s de morir, hasta la gigantesca ovaci¨®n que recibe a?os antes el viejo Chimen al dar su discurso acad¨¦mico de Goldsmid Professor: ¡°No soy m¨¢s que un hombre peque?o¡± ¡ªmed¨ªa 1,55¡ª, ¡°pero s¨¦ algo de historia¡±. Historiadores que, como los fil¨®sofos, adoptan la frase de Spinoza: ¡°Ni re¨ªr ni llorar: comprender¡±.
Si quieren acabar bien el a?o, o empezarlo, conozcan la casa de los Abramsky.
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