As¨ª beneficia a la salud un impuesto gradual sobre las bebidas azucaradas
La industria rebajar¨ªa el az¨²car o promocionar¨ªa sus refrescos menos edulcorados, seg¨²n un estudio
Un impuesto sobre las bebidas azucaradas reducir¨ªa los casos de obesidad, diabetes tipo 2 y problemas dentales por millares. Eso es lo que vaticina un estudio que ha modelado el impacto sobre la salud de las posibles respuestas de la industria a la medida. En casi todos, la reducci¨®n del az¨²car por litro o la promoci¨®n de los refrescos menos edulcorados beneficiar¨ªan a la salud. Pero existe el riesgo de que las embotelladoras no cambien su estrategia y se limiten a repercutir la imposici¨®n al precio final de todas sus bebidas, sean azucaradas o no.
Investigadores de las universidades brit¨¢nicas de Oxford, Cambridge, Reading, y de la de Otago (esta de Nueva Zelanda) han modelado qu¨¦ har¨¢n las embotelladoras cuando, en 2018, les toque pagar el impuesto que est¨¢ dise?ando el gobierno brit¨¢nico. Entonces, sus bebidas costar¨¢n m¨¢s o menos en funci¨®n del az¨²car que lleven. Desde este punto de vista, en el mercado brit¨¢nico existen tres grandes grupos de refrescos: los de alto contenido en az¨²cares (m¨¢s de 8 gramos por 100 mililitros), los de bajo contenido (menos de 5 gr. por 100 ml.) y los intermedios. Esta categor¨ªa, como es el caso de la versi¨®n Life de Coca-Cola, apenas existe en Espa?a pero s¨ª en Argentina, Chile o M¨¦xico.
"La l¨®gica de un impuesto escalonado intenta llevar a la industria a cambiar su conducta en vez de limitarse a repercutirlo sobre el precio para que sean los consumidores los que cambien su conducta", explica el profesor del departamento de salud de la poblaci¨®n de la Universidad de Oxford y principal autor del estudio, Adam Briggs. "Dado que tendr¨¢n dos a?os para responder al impuesto, esto les permitir¨¢ ensayar c¨®mo minimizar su impacto mediante la reformulaci¨®n o cambiando sus pr¨¢cticas de marketing", a?ade.
M¨¦xico implant¨® un impuesto del 10% a los refrescos que ha reducido su consumo un 6%
Como no hay manera de prohibir que acaben pasando la subida al precio que pagan los consumidores, Briggs y sus colegas anticiparon tres posibles reacciones: rebaja en la cantidad de az¨²car en las bebidas m¨¢s azucaradas, promoci¨®n de las versiones zero, light, diet, life... es decir las que tiene menos az¨²car, o bien la estrategia de siempre, repercutir en el precio. Las tres respuestas no son incompatibles entre s¨ª y podr¨ªa darse una combinaci¨®n de ellas. Entonces idearon los escenarios posibles para los tres mayores problemas para los que la ciencia ha identificado una conexi¨®n con los refrescos: la obesidad, la?diabetes mellitus tipo 2 o la salud dental.
Los autores del estudio, publicado en la revista The Lancet estimaron que una rebaja de la cantidad de az¨²car del 30% en los refrescos m¨¢s azucarados y del 15% en los intermedios ser¨ªa el mejor escenario posible. Eso equivaldr¨ªa a una reducci¨®n media de 58 ml. de refresco y 10 kilocalor¨ªas menos por persona y d¨ªa. En este caso, el n¨²mero de obesos se reducir¨ªa en 144.000 personas, habr¨ªa 19.000 diab¨¦ticos menos al a?o y 269.000 personas evitar¨ªan tener que ir al dentista anualmente. En casi todos los casos, el efecto sobre la salud ser¨ªa casi inmediato, en particular entre los ni?os.
Reino Unido aplicar¨¢ una tasa gradual, en funci¨®n del az¨²car de cada bebida
La clave de este resultado parece estar en el car¨¢cter progresivo y gradual del impuesto. La idea de gravar los refrescos azucarados lleva m¨¢s de una d¨¦cada debati¨¦ndose en los foros de salud p¨²blica. M¨¦xico, asolado por una epidemia de obesidad, fue uno de los primeros pa¨ªses en aplicar una imposici¨®n sobre estas bebidas. Le han seguido otros como Francia. En los dos casos, se aplica sobre la venta. La l¨®gica del impuesto es que el mayor coste afectar¨¢ a la conducta de la industria o de los consumidores. La primera podr¨ªa reformular el refresco para reducir la cantidad de az¨²car y as¨ª ahorrarse pagarlo. Los segundos beber¨ªan menos al costarles m¨¢s.
Sin embargo, esta l¨®gica depende mucho del porcentaje que suponga el impuesto sobre el precio total de la bebida. En el caso mexicano es del 10%. Aunque solo lleva dos a?os de aplicaci¨®n, un informe de la Organizaci¨®n Panamericana de la Salud y la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) muestra que el consumo de bebidas azucaradas se redujo un 6% en 2014 al tiempo que aument¨® el de agua embotellada, zumos o refrescos con edulcorantes artificiales. Sin embargo, el mismo informe reconoce que si la subida fuera mayor, el impacto tambi¨¦n lo ser¨ªa. De hecho, la OMS ha pedido que la tasa sea el menos del 20%.
Existe el riesgo de que la industria pase el impuesto a todas sus bebidas, azucaradas o no
"Desconocemos si este modelo [el brit¨¢nico] ser¨¢ m¨¢s o menos efectivo que el mexicano o el franc¨¦s, sin embargo, nuestras proyecciones son prometedoras", comenta Briggs, que considera clave la respuesta que tenga la industria. En cuanto a los planes en Espa?a, se muestra prudente ya que el impuesto brit¨¢nico a¨²n no ha sido aplicado ni demostrada su eficacia. Eso s¨ª, tiene claro que no es lo mismo un impuesto que beneficie a la salud que uno ideado para recaudar: "Si el objetivo principal es generar ingreso, entonces el modelo brit¨¢nico no ser¨ªa el m¨¢s atractivo ya que cuanto m¨¢s ¨¦xito tenga en cambiar la conducta de la industria, menos ingresos generar¨¢".
El modelo brit¨¢nico tiene un fallo que los investigadores tambi¨¦n han modelado. Podr¨ªa darse el caso de que la industria ni rebajara la cantidad de az¨²car ni incentivara el consumo de los refrescos menos azucarados, limit¨¢ndose a trasladar el impuesto a los consumidores. A¨²n en este caso, una subida del precio de las bebidas con m¨¢s az¨²car reducir¨ªa su consumo, como se ha demostrado en M¨¦xico, en todos los casos menos en uno.
Existe el riesgo de que las empresas repartan la subida entre todos sus productos tengan o no az¨²car. As¨ª ellas no tendr¨ªan que afrontar el impuesto y su peso sobre el consumidor se reducir¨ªa. Los refrescos sin az¨²car, los jugos y hasta el agua que tambi¨¦n embotellan acabar¨ªan soportando parte del impuesto. En este escenario, el estudio estima un aumento, aunque ligero, de los casos de obesidad, diabetes tipo 2 y caries.
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