Los demonios del infierno verde II
Ranitas mort¨ªferas, peces el¨¦ctricos y hormigas feroces
Vestidas para matar
En la naturaleza existe una regla de oro no escrita: si un animal tiene colores llamativos, no lo toques ni te lo comas; probablemente ser¨¢ venenoso. En biolog¨ªa, esta forma de avisar de que eres malo se conoce como aposemasis y significa que si besas esa ranita de colores, t¨² te morir¨¢s y ella no se convertir¨¢ en un pr¨ªncipe. A las ranas de la familia dendrob¨¢tidos su arrebatador cromatismo no les sirve de camuflaje, sino como se?al de aviso. A estos diminutos y peligrosos anfibios arbor¨ªcolas se los conoce como ranas dardo o ranas punta de flecha, porque por all¨ª las utilizan para emponzo?ar los proyectiles de las cerbatanas frot¨¢ndolos contra su piel, que segrega una mort¨ªfera neurotoxina.
Su variedad de colores y dise?os es alucinante: la ranita de sangre (Dendrobates pumilio) es roja con las patas negras; el traje del sapito minero (Dendrobates leucomelas), amarillo y negro; la preciosa rana flecha azul (Dendrobates azureus) lleva un vestido azul con topos negros; la rana arlequ¨ªn (Dendrobates histrionicus) parece un personaje de la Commedia dell'Arte... Todas ellas son muy ponzo?osas, pero la oveja negra, aunque de color amarillo, de esta familia batracia es la rana dardo dorada (Phyllobates terribilis). Descubierta hace algunos a?os en las selvas de Colombia, est¨¢ considerada el vertebrado m¨¢s venenoso que existe. Una cienmil¨¦sima de gramo de su veneno es una dosis letal para un hombre adulto; la de un solo ejemplar puede matar a 10 hombres o 20.000 ratones. Puede absorberse a trav¨¦s de la piel, por lo que el roce con una de estas diminutas ranitas puede ser letal. M¨ªralo por el lado bueno: a partir de esta sustancia, empleada por los indios Ember¨¢ de Colombia para envenenar sus armas de caza, se investiga la s¨ªntesis de un f¨¢rmaco contra el dolor que ser¨ªa 200 veces m¨¢s potente que la morfina, aunque en teor¨ªa sin sus efectos secundarios.
Rugidos de marabunta
¡°Solo el que ha podido contemplarlas en acci¨®n sabe que el m¨¢s poderoso e implacable cazador de los tr¨®picos americanos es un ser ciego y diminuto, que se mueve entre la hojarasca en hordas compuestas por cientos de miles de individuos, sembrando a su paso el terror y la muerte. Un ser que no tiene morada fija, que vivaquea cada noche en un lugar distinto y que solo se detiene el tiempo justo para realizar la puesta y para que nazcan sus hijos¡±. La cita, de F¨¦lix Rodr¨ªguez de la Fuente, se refiere a las hormigas legionarias, las temibles marabuntas de la pel¨ªcula protagonizada por Charlton Heston y Eleanor Parker Cuando ruge la marabunta (The naked jungle, 1954), capaces de dejar en los huesos a un hombre o un caballo.
No rugen, pero se las oye llegar por el gran estr¨¦pito que las precede en la selva: delante de ellas viajan miles de animales en fuga. Son ciegas, y se gu¨ªan por su olfato: cada hormiga deja un rastro oloroso que es seguido por la que viene detr¨¢s. Las que marchan en cabeza, sin ning¨²n rastro olfativo que seguir, avanzan y retroceden hasta que son empujados por las que van detr¨¢s extendi¨¦ndose por los lados hasta cubrir un frente de varias decenas de metros. Se mueven r¨¢pidamente, y en su avance no dejan un cent¨ªmetro sin explorar, arrasando todo a su paso. Nunca regresan al punto del que partieron: entrelazando sus patas, forman un hormiguero viviente compuesto por centenares de miles de hormigas, con t¨²neles y una c¨¢mara central donde reposa la reina. Mediante este mismo sistema, son capaces de construir puentes de hormigas y atravesar cursos de agua. A veces la avanzadilla de hormigas se tropieza con la columna de sus compa?eras; como son ciegas, pueden caminar en c¨ªrculo hasta que mueren todas.
Chupasangres
Los hirud¨ªneos, conocidos popularmente como sanguijuelas, son una familia de an¨¦lidos hermafroditas que engloba varias especies acu¨¢ticas, terrestres y arbor¨ªcolas. La mayor¨ªa son par¨¢sitas hemat¨®fagas, y especies como Hirudo medicinalis fueron muy utilizadas por los m¨¦dicos para sacar sangre a sus pacientes. Atra¨ªdas por el olor de tu cuerpo, se estiran hacia ti buscando cualquier resquicio en la ropa. Cuando te quieras dar cuenta, tendr¨¢s un mont¨®n de morcillas de Burgos colgando. Hechas de tu propia sangre. Una experiencia con muy poco glamour, aunque te hayas comprado la ropa de explorador o exploradora en Coronel Tapioca. No te matan, pero dan mucho asco.
Los verdaderos vampiros se reducen a tres especies de murci¨¦lagos hemat¨®fagos (se alimentan exclusivamente de sangre) que viven en Centroam¨¦rica y Sudam¨¦rica. El Vampiro com¨²n (Desmodus rotundus) se posa silenciosamente sobre su v¨ªctima, por lo general ganado, animales dom¨¦sticos o seres humanos, y elige una zona con poco pelo donde infiere una peque?a herida, completamente indolora, con sus afilad¨ªsimos incisivos, a la que aplica con fruici¨®n sus labios y lengua. Su saliva anticoagulante y analg¨¦sica mantiene constante la hemorragia, incluso despu¨¦s de que el murci¨¦lago, empachado de sangre, haya dejado de chupar. Como la sangre apenas contiene grasa, debe consumir el equivalente a la mitad de masa corporal cada noche o se arriesgan a morir de hambre. Menos mal que solo pesa 30 gramos.
Anguila el¨¦ctrica
A diferencia del candir¨², la anguila el¨¦ctrica (Electrophorus electricus) no demostrar¨¢ inter¨¦s por tus partes sensibles ?la pobre es ciega, no sabe lo que se pierde?; pero si te ba?as en sus fangosos dominios, las aguas cenagosas de las cuencas del Orinoco y el Amazonas, puedes morir electrocutado por una descarga de seiscientos y pico voltios. Aunque su cuerpo alargado, de hasta dos metros y medio, recuerda al de una anguila, est¨¢ m¨¢s emparentada con los siluros y los peces gato. Y aunque es un pez, funciona como una pila, con el polo positivo en la cabeza y el negativo en la cola. Tiene dos tipos de bater¨ªas: los llamados haces de Sachs generan un campo el¨¦ctrico que le sirve para orientarse y comunicarse con sus cong¨¦neres. Para aturdir o matar a sus presas, y para defenderse, emplea otros ¨®rganos electr¨®genos que recorren toda la parte posterior del cuerpo y que producen descargas capaces de atontar y derribar un caballo o de matar a una persona (da calambre incluso ocho horas despu¨¦s de que el pez haya muerto). La electricidad es tambi¨¦n utilizada por estos peces como reclamo sexual: basta con conectar una bater¨ªa al agua donde viven para atraer algunos ejemplares.
Surucuc¨² el silencioso
Al surucuc¨², serpiente matabuey, shushup¨¦ o cascabel muda (Lachesis muta), formidable habitante de las selvas tropicales de Centroam¨¦rica y Sudam¨¦rica, los colonos holandeses de la Guayana lo llamaron bushmaster (se?or de la jungla), nombre por el que todav¨ªa hoy se lo conoce. Es la v¨ªbora m¨¢s grande que existe (puede medir m¨¢s de tres metros); sus gl¨¢ndulas venenosas son enormes; sus colmillos, casi tan largos como los de la v¨ªbora de Gab¨®n; y aunque su veneno, hemot¨®xico y necrosante, no es particularmente poderoso, lo inocula en dosis tan altas que su mordedura es siempre muy grave y con frecuencia mortal.
El surucuc¨² es tan grande, que el empleado de una plantaci¨®n de caucho en Colombia confundi¨® una de estas v¨ªboras con una inofensiva boa, le at¨® una cuerda al pescuezo y se la llev¨® de paseo como si fuese un perrito. Por suerte para ¨¦l, el surucuc¨² es de temperamento tranquilo (aunque tambi¨¦n se dice que puede ser muy agresivo) y no pas¨® nada. Su nombre gen¨¦rico se refiere a Lachesis, una de las parcas que en la mitolog¨ªa grecorromana cortaba el hilo de la vida. Pese a su imponente y temible aspecto, que le ha valido el apodo de "la muerte muda", la hembra de surucuc¨² es una buena madre: la ¨²nica v¨ªbora que incuba huevos y cuida de su nidada hasta que nacen las cr¨ªas.
La hormiga bala
La hormiga gigante o paraponera (Paraponera clavata) mide hasta tres cent¨ªmetros y se dice que su picadura es tan dolorosa como un disparo de bala. Varias tribus amaz¨®nicas las utilizan en sus ceremonias de paso a la edad adulta: los adolescentes han de aguantar varios minutos con los brazos y las manos cubiertos de paraponeras, soportando el dolor de sus picaduras. A menudo sufren despu¨¦s par¨¢lisis en los miembros a causa del veneno, y pueden tener temblores y fiebre durante varios d¨ªas. John Boorman reflej¨® este rito inici¨¢tico en la pel¨ªcula La selva esmeralda.
Su picadura equivale a ¡°caminar sobre brasas con una aguja de siete cent¨ªmetros clavada en el tal¨®n¡±, seg¨²n el entom¨®logo estadounidense Justin O. Schmidt. Schmidt fue picado por infinidad de insectos durante sus investigaciones, lo que le llev¨® a crear una escala, actualmente conocida como el Schmidt sting pain index, que clasifica las picaduras de los insectos en una escala de 1 a 4 seg¨²n el dolor que provocan. Como patr¨®n se utiliza el dolor producido por la avispa com¨²n, al que se otorga un punto. La hormiga paraponera recibe la m¨¢xima puntuaci¨®n: un cuatro. Habita en bosques lluviosos de baja altitud de Centroam¨¦rica y Sudam¨¦rica.
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