Doce momentos en los que el cine familiar olvid¨® que hab¨ªa ni?os en la sala

Hubo una ¨¦poca, que podemos situar entre finales de los a?os ochenta y principios de los noventa, en la que el cine estadounidense familiar (el que vio todo el planeta) rebos¨® violencia l¨²dica. Al menos en algunas fases de la historia. Eran unas pel¨ªculas con relatos donde los ni?os estaban en constante peligro de muerte. Eran historias disfrazadas de pi?ata festiva, pero muchas veces escond¨ªan relatos que rayaban lo terror¨ªfico.?

Al igual que ha ocurrido con algunas pel¨ªculas de Pixar, estos filmes enfocados al p¨²blico infantil se olvidaba claramente de que ese espectador estaba en la sala y lanzaba mensajes que hac¨ªan torcer el gesto a los propios padres. En algunas ocasiones, aquellas pel¨ªculas trataban a los ni?os como adultos sin que se dieran cuenta, y cada vez que los cr¨ªos las ve¨ªan se hac¨ªan un poco m¨¢s mayores.

Estos son algunos ejemplos...

'Mi chica': millones de ni?os salieron del cine traumatizados

Reci¨¦n salido del mastod¨®ntico ¨¦xito de Solo en casa, Macaulay Culkin protagoniz¨®, con solo 11 a?os, Mi chica (Howard Zieff, 1991), que se vendi¨® como el entra?able primer amor entre Vada (interpretada por Anna Chlumsky) y Thomas (Macaulay Culkin), dos ni?os tan rubios como ingeniosos. Pero no era un entra?able primer amor. Veamos... Thomas, al¨¦rgico a todo en general y a las abejas en particular, le daba una patada a una colmena con letales consecuencias. Vada acababa la pel¨ªcula convertida en una viuda precoz, y sin duda alg¨²n d¨ªa le tocar¨¢ rememorar aquel verano con su psicoanalista.

Mi chica rebaj¨® nuestras expectativas en torno al primer beso y al primer amor: conf¨®rmate con que no se muera uno de ellos. Millones de ni?os salieron traumatizados de esta comedia estafadora, aunque no tanto como cuando vimos la secuela, que pod¨ªa haberse titulado Mi chica 2. El muerto al hoyo y el vivo al bollo, en la que a Vada le traicionaban las hormonas y se echaba otro novio. La muchacha rehac¨ªa as¨ª su vida un par de a?os m¨¢s tarde de la muerte de Thomas. Demasiado pronto, Vada, demasiado pronto.

Vada y Thomas d¨¢ndose su primer beso en 'Mi chica'.

Matilda es una mezcla de Lisa Simpson y Carmen Maura en ?Qu¨¦ he hecho yo para mercer esto?: sufre un maltrato psicol¨®gico sistem¨¢tico por parte de su padre estafador, su madre hortera y su hermano, que parece sacado de la familia de Solo en casa. La alimentan con platos precocinados, no saben cu¨¢ntos a?os tiene, la obligan a ver la televisi¨®n, le proh¨ªben que lea libros y, en definitiva, que sea feliz. En el colegio la vida de Matilda s¨®lo va a peor: la se?orita Trunchbull maltrata f¨ªsica y psicol¨®gicamente a los ni?os insult¨¢ndoles ("?eres un cerdo, Amanda?"), encerr¨¢ndoles en un armario (!), tir¨¢ndoles por la ventana (!!), u oblig¨¢ndoles a comerse un pastel entero, una tortura que escandalizar¨ªa hasta al asesino de Seven. Y todo porque "yo soy mayor y t¨² eres peque?a".

El escritor Roald Dahl, autor del libro, es insaciable. Todos nos hemos sentido alguna vez tan incomprendidos como Matilda, incluso a algunos nuestros hermanos mayores nos hicieron creer que ¨¦ramos adoptados. Y en esos momentos de soledad, habr¨ªa sido fabuloso podernos ir a vivir con la se?orita Honey y mover cosas con la mente s¨®lo por diversi¨®n, no para evitar que nos maten.

La se?orita Trunchbull insulta a la peque?a Amanda y despu¨¦s la lanza por los aires.

'Solo en casa': un parque tem¨¢tico de la violencia

Qu¨¦ divertido, qu¨¦ tortazos se daban, qu¨¦ ladrones m¨¢s tontos. La historia de Solo en casa (Chris Columbus, 1990) cuenta c¨®mo dos criminales asaltan una casa porque saben que el ¨²nico ocupante es un ni?o (Macaulay Culkin) de ocho a?os. Y resulta ser un parque tem¨¢tico de violencia gracias a que los ladrones parec¨ªan inmortales. "?Voy a arrancarte las orejas y cocerlas en aceite para coches!", amenazaba el caco. "Cuando te pille te arrancar¨¦ las u?as con los dientes, una a una", insist¨ªa. Qu¨¦ gracioso, ?no? Pues no.

Los McAllister no deber¨ªan haber tenido seis hijos si no iban a ser capaces de contarlos. Y lo m¨¢s tr¨¢gico es que el regreso de su familia no es ning¨²n final feliz: los hermanos de Kevin (Macaulay Culkin) son despreciables, su primo se come toda su pizza en cuesti¨®n de segundos y su t¨ªo le veja emocionalmente sin que sus padres le callen la boca. Nadie parece querer a Kevin McAllister. Lo m¨¢s delirante es que a Kevin le da mucho m¨¢s miedo su vecino anciano que los dos asesinos que acechan su hogar. Luego nos preguntamos que d¨®nde aprenden los ni?os a ser violentos. Pues d¨®nde va a ser: en el cine infantil.

La negligencia de sus padres hace que Macaulay Culkin se las tenga que ver con dos delincuentes.

'La familia Addams': la muerte les excita

En La familia Addams (Barry Sonnenfeld, 1991), Gomez y Morticia Addams se pasan la pel¨ªcula asombrosamente excitados para tratarse de un matrimonio de mediana edad, pero hay dos cosas que les excitan especialmente: hablar en franc¨¦s y fantasear con su muerte. Ambos se derriten describiendo las ganas locas que tienen de pasar la eternidad juntos, descomponi¨¦ndose bajo tierra. Los ni?os que ve¨ªamos la pel¨ªcula pod¨ªamos llegar a entender la obsesi¨®n del t¨ªo F¨¦tido con el dinero, pero ya nos costaba asimilar el concepto de la muerte como para poder gestionar la imagen de dos adultos utilizando la putrefacci¨®n de su carne como preliminares sexuales. Para tratarse de un divertimento malsano para todos los p¨²blicos, La familia Addams despert¨® demasiadas preguntas entre sus espectadores infantiles.

Una de las escenas 't¨®rridas' que protagonizan Gomez y Morticia Addams mientras fantasean con la muerte.

'La maldici¨®n de las brujas': la pel¨ªcula que roba de cuajo la inocencia infantil

?Qui¨¦n no ten¨ªa una vecina milenaria con verrugas y alopecia que despertaba absoluto terror cuando compart¨ªamos ascensor con ella? ?A alguien le gustaba cuando nos agarraban de los carrillos con una fuerza asombrosa para tener 100 a?os? El siempre t¨¦trico Roald Dahl corrompi¨® en su novela La maldici¨®n de las brujas (Nicolas Roeg, 1990) dos de los cimientos sobre los cuales los ni?os construyen su forma de ver el mundo: los padres y el chocolate. Cuando todo lo dem¨¢s falla, esas dos cosas deber¨ªan ser nuestra br¨²jula. Pero no en el perverso universo de Dahl.

Las brujas, narigudas y calvas pero maquilladas como para ir al bingo, asesinan ni?os envenenando chocolatinas; o, peor a¨²n, encerr¨¢ndoles para la eternidad en un cuadro. Y lo hacen relami¨¦ndose de gusto. Luke, el protagonista, es un hu¨¦rfano que no tiene a nadie en el mundo excepto a su abuela, y su amiguito Bruno prefiere seguir convertido en rat¨®n a volver a casa con sus padres. Esta tristeza es abrumadora hasta para un adulto, y los ni?os nunca volvieron a dormir igual. En la novela la tragedia era a¨²n mayor: Luke decid¨ªa quedarse como rat¨®n para as¨ª vivir menos y morirse a la vez que su abuela. Roald Dahl no quer¨ªa comerse a los ni?os, pero s¨ª su inocencia.

Brujas narigudas y calvas son las protagonistas de 'La maldici¨®n de las brujas'.

Del retorcido guionista de Solo en casa, esta historia de un beb¨¦ de un a?o secuestrado por tres tipos que piden un rescate de cinco millones de d¨®lares har¨ªa buen caldo para un thriler de terror. Gracias a la m¨²sica vivaracha y a la profesionalidad del beb¨¦ protagonista (que crece una barbaridad a lo largo de la pel¨ªcula), el resultado de El peque se va de marcha (Patrick Read Johnson, 1994) es una comedia destartalada para ver en familia. El beb¨¦ vive aventuras en la gran ciudad exactas a las que cuenta su libro favorito, en una estructura narrativa similar a la de Desaf¨ªo total, y no duda en retorcerle un test¨ªculo a su secuestrador para a continuaci¨®n prenderle fuego a la entrepierna. Esta es una de esas pel¨ªculas de los 90 que culpaban expl¨ªcitamente a la madre de desatender a su hijo. El padre, sin embargo, no parece demasiado preocupado en ning¨²n momento.

El beb¨¦ de 'El peque se va de marcha' prende fuego a la entrepierna de uno de sus secuestradores.?

'Beetlejuice': resulta que el infierno es una sala de espera donde nunca te llaman

El cine de Tim Burton resultaba fascinante, porque no se parec¨ªa a ning¨²n otro. Beetlejuice (o como lo rebautizamos en Espa?a, Bitelch¨²s, 1988) es un exorcista bastante baboso y con h¨¢bitos repugnantes que se obsesiona con casarse con la adolescente Lydia (Winona Ryder), y se llevar¨¢ a quien haga falta por delante. Los bichos de la pel¨ªcula cautivaron a toda una generaci¨®n de ni?os, que a¨²n no entend¨ªan la frustrante burocracia del m¨¢s all¨¢: despu¨¦s de muertos, a los protagonistas les espera una eternidad de papeleo, formularios, colas, solicitudes y trabajadores sociales. Resulta que s¨ª hay vida despu¨¦s de la muerte, y el infierno es una sala de espera infinita en la que a tu n¨²mero nunca le llega el turno y un funcionario se niega a atenderte. No podemos decir que nos sorprenda.

Tim Burton convierte en infierno una sala de espera cualquiera en 'Beetlejuice' (1988).

'Jumanji': advierte a los ni?os de que en el mundo real no hay segundas oportunidades

Una inocente noche de juegos de mesa termina en tragedia cuando el peque?o Alan cae en la casilla de "en la jungla has de esperar, hasta un 5 o un 8 sacar". All¨ª pasar¨¢ atrapado toda su vida, acechado por bestias salvajes, mientras su amiga Sarah se convierte irremediablemente en la loca de los gatos. Veinticinco a?os m¨¢s tarde, otros dos ni?os hu¨¦rfanos echan otra partida al Jumanji y sacan a Alan de la selva, de donde sale desquiciado y perseguido por un explorador obsesionado con matarle.

El resto es una comedia de enredo disparatada en la que los cuatro participantes ponen en peligro de muerte a toda la ciudad al desatar estampidas de animales pixelados. Al menos al final Alan y Sarah recuperan sus vidas y, sin trauma alguno, se aseguran de que los dos hermanos (que no recuerdan nada) no se queden hu¨¦rfanos. Los ni?os no se percataron, pero Jumanji fue una advertencia para que, cuando fueran mayores, no desaprovechasen su vida. En el mundo real no hay segundas oportunidades.

Judy y Peter sacan a Alan de la selva, donde lleva atrapado 25 a?os. Pero lo peor est¨¢ por llegar...

Kat (Christina Ricci), la protagonista de Casper (Brad Silberling, 1995), fue una hero¨ªna para todos aquellos ni?os a los que les costaba hacer amigos. Su ¨²nico compa?ero de aventuras est¨¢ muerto. Su padre se volvi¨® loco intentando resucitarle, y vive esclavizado y humillado por sus tres t¨ªos, tambi¨¦n fantasmas. El enredo y los tropezones distrajeron a los ni?os de un relato amargo y cruel: C¨¢sper, a medio camino entre Pinocho y Cenicienta, se convierte en humano durante unas horas. Resulta que el fantasmita era un guaperas, y Kat se enamora de ¨¦l. Pero su amor es imposible, porque ¨¦l est¨¢ muerto. Ella crecer¨¢ y le dejar¨¢ atr¨¢s. Casper relata un romance turbio y frustrado, y enfrenta a su p¨²blico con conceptos siniestros como la p¨¦rdida, la orfandad y la soledad. Es un thriller psicol¨®gico disfrazado de travesura, que trata a sus espectadores como adultos, y asume que los chavales tendr¨¢n la intuici¨®n suficiente para empatizar con la depresi¨®n. Es una pel¨ªcula que, sin darnos cuenta, nos ayud¨® a hacernos mayores.

El esp¨ªritu de la madre de Kat concede a C¨¢sper el deseo de convertirse en humano por una noche.

'Este chico es un demonio': atenci¨®n, mensaje importante para los padres

Hoy es habitual que muchos padres j¨®venes lleguen a la conclusi¨®n de que su hijo es hiperactivo, tras dejarle comer una tonelada de az¨²car y no sacarle al parque en dos d¨ªas. A esos padres les vendr¨ªa bien volver a ver las travesuras de Junior en Este chico es un demonio (Dennis Dougan, 1990), un huerfanito con una pasmosa creatividad para hacer el mal.

Junior va dejando tras de s¨ª un rastro de destrucci¨®n que incluye prender fuego a su habitaci¨®n, arrasar una casa con una excavadora, utilizar un gato como arma arrojadiza, y arruinar la infancia de su vecina convirtiendo su fiesta de cumplea?os en una org¨ªa de violencia y devastaci¨®n. Junior es obviamente un chaval con serios problemas psicol¨®gicos que necesita ayuda para no acabar convertido en un asesino en serie a los 14 a?os. Pero como esta es una pel¨ªcula familiar de los 90, resulta que lo ¨²nico que necesitaba el muchacho incomprendido era la fuerza del amor. La secuela demostr¨® que era mentira.

Junior hace que su vecina pase el peor cumplea?os de su vida en 'Este chico es un demonio'.

Qu¨¦ emocionante es escaparse a la ciudad con tu ni?era, quien guarda un parecido asombroso con la chica Playboy de ese mismo mes, mientras una pandilla de mafiosos te persigue para matarte. El enredo no descansa, los chavales son atracados por unos pandilleros de minor¨ªas raciales (eran los 80, y Bill Clinton no hab¨ªa instaurado la correcci¨®n pol¨ªtica) al grito de "?dame el puto dinero!", y adem¨¢s encuentran tiempo para cantar un blues en un antro de mala muerte. Al final acaban jug¨¢ndose la vida en la azotea de un rascacielos y la pel¨ªcula concluye con un mensaje inequ¨ªvoco para los ni?os: el ¨²nico lugar seguro es tu barrio residencial (o el centro comercial de al lado de casa). Nunca un panfleto nos dej¨® tan claro que no deb¨ªamos hablar con desconocidos. Los servicios sociales deber¨ªan asegurarse de que esa ni?era negligente no vuelva a trabajar.

Una ni?era y los tres ni?os a su cargo cantan un blues en un antro de mala muerte en 'Aventuras en la gran ciudad' (1987).

'Big': vas a ser un adulto aburrido

Josh es un chaval de 12 a?os que no puede esperar a hacerse mayor. Gracias a una m¨¢quina expendedora de deseos, una ma?ana se despierta convertido en Tom Hanks y disfruta de la oportunidad de vivir unos d¨ªas como adulto. Josh cumple todos los sue?os de cualquier ni?o: puede hacer lo que le de la gana, consigue un trabajo examinando juguetes, alquila un apartamento espectacular lleno de artilugios divertidos e incluso da su primer beso. Una cosa lleva a la otra y Josh acaba perdiendo la virginidad con su compa?era de trabajo, pero al final se da cuenta de que la vida de adulto es una estafa, porque acarrea demasiadas responsabilidades. Vista hoy, Big (Penny Marshall, 1989) sigue funcionando (la escena del piano gigante resulta de lo m¨¢s tierna), pero adem¨¢s deja un poso amargo. Como Josh, tenemos toda la vida para ser adultos aburridos, pero muy poco tiempo para ser ni?os irresponsables. Ojal¨¢ lo hubi¨¦ramos sabido entonces.

Tom Hanks en la famosa escena donde toca un piano gigante.