Bioqu¨ªmica del embarazo y la maternidd
Muchos comportamientos, del enamoramiento al instinto maternal, est¨¢n orientados a preservar la procreaci¨®n. ?Se mantendr¨¢n si esta est¨¢ asegurada?
Una investigaci¨®n publicada en la revista Nature Neuroscienceha descubierto que el embarazo cambia el cerebro de la madre. Que provoca una disminuci¨®n de la materia gris del ¨¢rea que regula la cognici¨®n social y la empat¨ªa, algo que no ocurre en el cerebro del padre, ni durante el embarazo ni tras el nacimiento del ni?o. El trabajo es una demostraci¨®n emp¨ªrica de algo que las madres ¡ªy su entorno¡ª perciben en cuanto quedan embarazadas: que el mundo deja de importarles tanto como les importaba. Toda su atenci¨®n, todo su afecto, se dirige al ser que crece en su interior y no es que todo lo dem¨¢s les resulte indiferente, pero pasa a un segundo plano. Es una parte de lo que desde otras aproximaciones se ha denominado el instinto maternal. La comprobaci¨®n de que esta alteraci¨®n se mantiene tras al parto tampoco resulta sorprendente. Siendo la humana una de las especies cuyas cr¨ªas m¨¢s tiempo tardan en poder vivir de forma aut¨®noma, lo normal es que se mantenga al menos durante unos a?os.
Desde que la resonancia magn¨¦tica funcional permite penetrar en el cerebro y ver qu¨¦ ¨¢reas se activan y qu¨¦ tipo de neurotransmisores intervienen, proliferan los estudios que, como este, permiten describir los mecanismos que intervienen en el comportamiento. Resulta muy interesante, pero llegar¨¢ un d¨ªa que tendremos el mapa bioqu¨ªmico completo de todo lo que nos ocurre y entonces se perder¨¢ mucho del misterio que nos hace atractivos y diferentes. Ya sabemos mucho de la bioqu¨ªmica del amor. Sabemos que en el enamoramiento tiene un papel muy importante una hormona llamada oxitocina, que por cierto tambi¨¦n interviene en el parto y en el orgasmo. Que la mayor secreci¨®n de oxitocina inunda el cerebro de neurotransmisores como la dopamina (excitaci¨®n), la noradrenalina (euforia) o la serotonina (bienestar) y grandes cantidades de una anfetamina end¨®gena, la feniletilamina, que es la que obnubila y hace perder la cabeza.
Todo esto tiene su parte positiva y su parte inquietante. La positiva es que cuanto m¨¢s sabemos, mejor podemos explicar lo que nos ocurre y eso libera de culpa a quienes no responden a los patrones esperados. Si en tiempos de Enrique?VIII de Inglaterra y de muchos otros monarcas se hubiera sabido que el tener un hijo var¨®n no depende de la mujer, pues es el hombre el que transmite el cromosoma Y, no se hubiera vilipendiado a tantas esposas. De la misma manera que ahora sabemos que hay una depresi¨®n posparto provocada por mecanismos bioqu¨ªmicos, saber que el cerebro se altera en el embarazo obliga a aceptar que no lo haga siempre igual y que eso no dependa de la voluntad de la mujer.
La parte inquietante es que en realidad todos estos mecanismos, desde el enamoramiento al apego maternal, est¨¢n orientados a garantizar la procreaci¨®n y asegurar la supervivencia de la especie. Pero ahora que la procreaci¨®n est¨¢ siendo algo cada vez m¨¢s controlado, pautado y programado, ?perder¨¢n su sentido? Si tenemos la procreaci¨®n asegurada, ?no dejar¨¢n de ser funcionales en alg¨²n momento? ?Dejaremos de enamorarnos?
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