As¨ª ilumina el solsticio de invierno las misiones espa?olas en Am¨¦rica
El mi¨¦rcoles 21 de diciembre, los pa¨ªses del hemisferio norte marcar¨¢n el solsticio de invierno, el d¨ªa m¨¢s corto y la noche m¨¢s larga del a?o
El mi¨¦rcoles 21 de diciembre, los pa¨ªses del hemisferio norte marcar¨¢n el solsticio de invierno, el d¨ªa m¨¢s corto y la noche m¨¢s larga del a?o. Desde hace miles de a?os, los humanos han destacado este acontecimiento con rituales y celebraciones para se?alar el renacimiento del sol y la victoria sobre la oscuridad.
En cientos, y quiz¨¢ miles, de misiones que se extienden desde el norte de California hasta Per¨², el sol del solsticio de invierno desencadena un fen¨®meno raro y fascinante, algo que descubr¨ª por accidente y document¨¦ por primera vez en una iglesia de California hace casi 20 a?os.
Al amanecer del 21 de diciembre, un rayo de sol entra en cada una de estas iglesias y ba?a un objeto religioso importante, el altar, el crucifijo o la estatua de un santo, con una luz brillante. En el d¨ªa m¨¢s oscuro del a?o, estas iluminaciones transmit¨ªan a los nativos conversos el renacimiento de la luz, la vida y la esperanza en la llegada del Mes¨ªas. Este descubrimiento reciente, en gran medida desconocido durante siglos, ha despertado inter¨¦s en todo el mundo, tanto en los c¨ªrculos religiosos como en los cient¨ªficos. En las misiones con espacios de iluminaci¨®n documentados, congregantes y descendientes amerindios se re¨²nen ahora para honrar al sol en la iglesia en los d¨ªas m¨¢s sagrados de la liturgia cat¨®lica con canciones, c¨¢nticos y toque de tambores.
Desde entonces he recorrido amplios tramos del suroeste de EE UU, M¨¦xico y Centroam¨¦rica para documentar iluminaciones solares significativas desde el punto de vista astron¨®mico y el lit¨²rgico en las iglesias de las misiones. Estos acontecimientos nos ayudan a estudiar la arqueolog¨ªa, la cosmolog¨ªa y la historia colonial espa?ola. Las fiestas de diciembre demuestran la capacidad de nuestros instintos para guiarnos por la oscuridad hacia la luz.
La difusi¨®n de la fe cat¨®lica
Las 21 misiones californianas fueron establecidas entre 1769 y 1823 por franciscanos espa?oles cuya base estaba en Ciudad de M¨¦xico, para convertir a los nativos al catolicismo. Cada misi¨®n era un asentamiento autosuficiente con m¨²ltiples edificios, que inclu¨ªan viviendas, almacenes, cocinas, talleres e iglesia. Los nativos conversos aportaban la mano de obra para construir cada complejo misionero, supervisados por los frailes espa?oles. Estos celebraban despu¨¦s misa en la iglesia para las comunidades ind¨ªgenas, en ocasiones en los idiomas nativos.
Los indios californianos contaban las fases de la luna y la salida del sol en el equinoccio y en el solsticio para pronosticar las plantas y los animales disponibles seg¨²n las estaciones
Frailes espa?oles como Fray Ger¨®nimo Boscana documentaron tambi¨¦n las cosmolog¨ªas y las creencias ind¨ªgenas. El relato de Boscana sobre el tiempo que pas¨® en la misi¨®n describe la creencia de los indios californianos en una deidad suprema conocida por las gentes de la misi¨®n de San Juan Capistrano como Chinigchinich o Quaoar.
Como h¨¦roe cultural, los ind¨ªgenas conversos identificaron a Chinigchinich con Jes¨²s durante el periodo de las misiones. Su aparici¨®n entre pueblos hablantes de takic coincide con la muerte de Wiyot, el tirano primigenio de los primeros pueblos, cuyo asesinato introdujo la muerte en el mundo. Y fue el creador de la noche quien conjur¨® las primeras tribus y lenguas, y al hacerlo, dio nacimiento al mundo de la luz y la vida.
Pueblos cazadores y recolectores as¨ª como agricultores de toda Am¨¦rica registraron el tr¨¢nsito del sol por el solsticio tanto en el arte rupestre como en sus leyendas. Los indios californianos contaban las fases de la luna y la salida del sol en el equinoccio y en el solsticio para pronosticar las plantas y los animales disponibles seg¨²n las estaciones. Entre los pueblos agr¨ªcolas, contar los d¨ªas entre el solsticio y el equinoccio era importante para planear el cultivo y la recogida de las cosechas. De ese modo, la luz solar se identificaba con el crecimiento de las plantas; era la que creaba y daba la vida.
El descubrimiento de las iluminaciones
Contempl¨¦ por primera vez una iluminaci¨®n en la iglesia de la Misi¨®n de San Juan Bautista, situada sobre la gran falla de San Andr¨¦s y fundada en 1797. La misi¨®n est¨¢ tambi¨¦n a cuatro horas en coche de los dise?os de alta tecnolog¨ªa de San Jose y Silicon Valley. Por suerte, la visita a la Vieja Misi¨®n en un viaje de cuarto curso, muchos a?os antes, hab¨ªa suscitado mi inter¨¦s por la arqueolog¨ªa, la historia y la herencia de mis antepasados ind¨ªgenas.
En otro tiempo los indios mutsun de la misi¨®n hab¨ªan venerado y temido la salida del sol en el solsticio de invierno
El 12 de diciembre de 1997, el p¨¢rroco de San Juan Bautista me inform¨® de que hab¨ªa observado una espectacular iluminaci¨®n solar de una porci¨®n del altar mayor en la iglesia de la misi¨®n. Un grupo de peregrinos que celebraban la festividad de Nuestra Se?ora de Guadalupe hab¨ªa pedido que se les permitiese acceder a la iglesia a primera hora de la ma?ana. Cuando el sacerdote entr¨® en el santuario, vio un intenso haz de luz que atravesaba toda la iglesia e iluminaba la mitad oriental del altar. El tema me interes¨®, pero en ese momento estaba estudiando la historia arquitect¨®nica de la misi¨®n y supuse que el episodio no estaba relacionado con mi trabajo. Despu¨¦s de todo, las ventanas proyectan la luz del sol en los santuarios oscuros de la iglesia a lo largo de todo el a?o.
Un a?o despu¨¦s, volv¨ª a San Juan Bautista, el mismo d¨ªa del a?o, y de nuevo por la ma?ana. Un haz de luz intensamente brillante penetr¨® en la iglesia por una ventana situada en el centro de la fachada y alcanz¨® el altar, iluminando con un inusual rect¨¢ngulo de luz un estandarte de la Virgen de Guadalupe el d¨ªa de su festividad. Mientras permanec¨ªa en la trayectoria del haz luminoso y miraba hacia el sol enmarcado en el epicentro de la ventana, no pude evitar el sentimiento que muchos describen cuando, en el transcurso de una experiencia cercana a la muerte, ven la luz del gran m¨¢s all¨¢.
Solo despu¨¦s relacion¨¦ esta experiencia con la inusual orientaci¨®n de la iglesia, en un ¨¢ngulo de 122? al este del norte, tres grados de diferencia respecto a la superficie del cuadr¨¢ngulo de la misi¨®n, por lo dem¨¢s cuadrada. La documentaci¨®n en a?os posterioresdej¨® claro que la posici¨®n del edificio no era aleatoria. En otro tiempo los indios mutsun de la misi¨®n hab¨ªan venerado y temido la salida del sol en el solsticio de invierno. Por aquel entonces, ellos y otros grupos celebraban estrepitosas ceremonias para facilitar la resurrecci¨®n del moribundo sol invernal.
A?os despu¨¦s, cuando realizaba una investigaci¨®n arqueol¨®gica en la misi¨®n de San Carlos Borromeo, en Carmel, observ¨¦ que tambi¨¦n la iglesia de este lugar estaba girada respecto al patr¨®n cuadrangular que la rodeaba, en este caso unos 12 grados. Finalmente confirm¨¦ que la iglesia estaba alineada para iluminarse en el solsticio de verano, el 21 de junio.
Entonces inici¨¦ una investigaci¨®n en todo el estado de las misiones californianas. Los primeros pasos fueron revisar los planos de las estructuras de iglesia m¨¢s recientes de los que se tiene constancia, analizar los mapas hist¨®ricos de las 21 misiones y determinar la trayectoria de la luz en cada iglesia. A continuaci¨®n establecimos el azimut, para determinar si todas las iglesias estaban orientadas hacia acontecimientos astron¨®micamente significativos, usando datos de la salida y la puesta del sol.
Este procedimiento revel¨® que 14 de las 21 misiones californianas estaban ubicadas de modo tal que se produjesen iluminaciones en los solsticios o en los equinoccios. Tambi¨¦n demostramos que las misiones de San Miguel Arc¨¢ngel y San Jos¨¦ estaban orientadas para iluminarse en las festividades cat¨®licas de San Francisco de As¨ªs (4 de octubre) y San Jos¨¦ (19 de marzo), respectivamente.
Poco despu¨¦s, descubr¨ª que 18 de las 22 iglesias misioneras de Nuevo M¨¦xico estaban orientadas hacia el important¨ªsimo equinoccio de primavera o de oto?o, usados por los indios pueblo para se?alar la estaci¨®n agr¨ªcola. Mi investigaci¨®n se extiende ahora a todo el hemisferio americano, y hallazgos recientes de otros colaboradores han ampliado el c¨®mputo de espacios confirmados en lugares tan lejanos como Lima, en Per¨². Hasta la fecha, he hallado 60 espacios de iluminaci¨®n en el oeste de Estados Unidos, M¨¦xico y Sudam¨¦rica.
Unir la luz a la fe
Es asombroso descubrir que los franciscanos fueron capaces de ubicar y dise?ar estructuras id¨®neas para producir las iluminaciones, pero una cuesti¨®n a¨²n m¨¢s interesante es por qu¨¦ lo hicieron. Los amerindios, que previamente hab¨ªan adorado al sol, identificaban a Jes¨²s con el sol. Los frailes reforzaron esta idea a trav¨¦s de ense?anzas sobre el Cristo Helios, o ¡°Cristo solar¡±, de comienzos de la cristiandad romana.
Estudios efectuados por la antrop¨®loga Louise Burkhartafirman la presencia del Cristo solar en las interpretaciones ind¨ªgenas de las ense?anzas franciscanas. Esta mezcla de cosmolog¨ªas ind¨ªgenas y ense?anzas de la Iglesia antigua permiti¨® f¨¢cilmente a los franciscanos hacer adeptos en todo el continente americano. Asimismo, las calibraciones de las festividades variables de Pascua y Semana Santa se basaban en la Pascua jud¨ªa, o la luna nueva creciente m¨¢s cercana al equinoccio de primavera. La observancia adecuada de la Pascua y el martirio de Cristo depend¨ªa del c¨®mputo jud¨ªo de los d¨ªas, que se identificaba con el equinoccio primaveral y el calendario de solsticios.
Orientar las iglesias de las misiones para obtener iluminaciones en los d¨ªas m¨¢s sagrados del calendario cat¨®lico daba a los nativos conversos la sensaci¨®n de que Jes¨²s se manifestaba en la luz divina. Cuando el sol se situaba para iluminar el altar de la iglesia, los ne¨®fitos ve¨ªan sus rayos iluminar el ornamentado sagrario dorado, en el que los cat¨®licos creen que el pan y la sangre se transforman en el cuerpo y la sangre de Cristo. De hecho, contemplaban la aparici¨®n del Cristo Solar.
El solsticio de invierno, coincidente con la fiesta romana del Sol Invicto y el nacimiento cristiano de Cristo, anunciaba el d¨ªa m¨¢s corto y oscuro del a?o. Para el indio californiano, presagiaba el temor a la inminente muerte del sol. En ning¨²n momento se mostraba el sol en la iglesia m¨¢s poderoso que en ese d¨ªa del a?o, cuando el nacimiento de Cristo se?alaba el nacimiento de la esperanza y la llegada de la nueva luz al mundo.
Rub¨¦n G. Mendoza es Catedr¨¢tico/Profesor, Departamento de Estudios Sociales, de Conducta y Globales, Universidad del Estado de California, Monterey Bay.
Cl¨¢usula de divulgaci¨®n: Rub¨¦n G. Mendoza ha recibido previamente financiaci¨®n del Fondo Nacional para las Humanidades de Estados Unidos, y ha sido miembro del consejo de la Fundaci¨®n de las Misiones de California. Est¨¢ adscrito al Programa de Arqueolog¨ªa del Departamento de Estudios Sociales, de Conducta y Globales de la CSU Monterey Bay.
Este art¨ªculo fue publicado originalmente en ingl¨¦s en la web The Conversation.
Traducci¨®n de News Clips.
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