Los regalos del poder
CADA VEZ que se habla de un posible caso de corrupci¨®n, me apresuro a comprobar si se han abierto diligencias. No es por af¨¢n inspector, sino por esa curiosidad que connota la apertura diligente. ?Abrir diligencias! Para m¨ª es una de esas locuciones que ocupa un lugar clave en el aparato motriz de una lengua, a la manera en que lo es La diligencia, de John Ford, la humanidad port¨¢til, en el camino cinematogr¨¢fico hacia el lejano Oeste de lo desconocido.
De aprendiz, en el peri¨®dico, me hab¨ªan mandado a mi primera rueda de prensa en la Jefatura Superior de Polic¨ªa. Fue en el verano de 1975 y me encamin¨¦ a la misi¨®n con la pesadumbre kafkiana de que tal vez nunca saldr¨ªa de all¨ª. Mi ¨¢nimo cambi¨®, gracias a las diligencias. No recuerdo muy bien el suceso, pero s¨ª la frase con que remat¨® su intervenci¨®n el portavoz policial y que yo anot¨¦, fascinado, entre exclamaciones:
¨C?Se han abierto diligencias!
Bien podr¨ªa ser el principio o el final de una novela o una pel¨ªcula. Desde entonces, cuando me encuentro ante un rumor o una informaci¨®n de tinte sospechoso, lo primero que pregunto es: ¡°?Y se han abierto diligencias?¡±.
La juez a cargo de la instrucci¨®n encontr¨® en esta generosidad enol¨®gica, que se despleg¨® entre 2008 y 2013, indicios de un delito de cohecho por parte de los destinatarios.
En el llamado caso C¨®ndor, que instruye un juzgado de Lugo, en el todav¨ªa lejano Oeste, dispensando la iron¨ªa, s¨ª que se han abierto diligencias. Un importante empresario del transporte (?las diligencias!) est¨¢ siendo investigado por presuntos delitos de cohecho, blanqueo, falsedad, tr¨¢fico de influencias y contra la Hacienda p¨²blica. El sospechoso fue detenido en el curso de la investigaci¨®n, en 2015, por agentes al servicio de la Agencia Tributaria. Como resultado de las diligencias abiertas, figura, entre otros documentos, un informe del Servicio de Vigilancia Aduanera en el que se detallan regalos enviados a unos 100 pol¨ªticos y cargos con responsabilidad en Administraciones p¨²blicas, y por un importe total que ronda los 400.000 euros. Llama la atenci¨®n, o no, que la mayor parte de esos agasajos navide?os sean botellas de vino de marcas digamos legendarias. La juez a cargo de la instrucci¨®n encontr¨® en esta generosidad enol¨®gica, que se despleg¨® entre 2008 y 2013, indicios de un delito de cohecho por parte de los destinatarios, ya que la mayor¨ªa de los contratos de transporte estaban firmados con esos entes ajenos a la actividad vin¨ªcola.
Entre fiscales hubo discrepancias, pero se impuso la tesis de la Fiscal¨ªa General del Estado, que se pronunci¨® mediante una paradoja que podr¨ªamos denominar intencional ya que incluye una cr¨ªtica a los hechos pero a la vez pide el sobreseimiento: ¡°Aunque la conducta de recibir lotes de botellas de vino en Navidad por autoridades y funcionarios no se ajusta actualmente a los c¨®digos ¨¦ticos, normativa ad hoc?y a las buenas pr¨¢cticas de una Administraci¨®n moderna, transparente y eficiente, (¡) en los a?os que se realizaron, una parte mayoritaria de la sociedad los consideraba como usos sociales arraigados¡±.
Ah¨ª deber¨ªa quedar, para el fiscal, el asunto. Y, sin embargo, para el lenguaje se abre un apasionante campo donde abrir y dar rienda suelta a las diligencias. En cuanto al tiempo, el informe parece remitirnos a la infancia de la humanidad, en la ¨¦poca gozosa de la econom¨ªa natural, pero el periodo 2008-2013 fue de siniestro total, y solo era recomendable brindar en caso de infarto. No sabemos si tantos agasajos a las autoridades se debieron a una artima?a preventiva ante la crisis, o si la crisis mundial fue precipitada por estos dispendios investigados en Lugo.
Podr¨ªamos preguntarnos en qu¨¦ estudios demosc¨®picos se apoya el fiscal para afirmar que la mayor¨ªa de la sociedad considera una tradici¨®n el regalar vino por importe de 2.327 euros al presidente de un Gobierno aut¨®nomo o a un ministro del Gobierno central, dos de los casos incluidos en el sumario. ?Es una de esas tradiciones milenarias de hace 25 a?os? ?tem m¨¢s, ?el ¡°uso social arraigado¡± convierte en legal lo c¨ªvicamente reprobable? ?Podr¨ªa aplicarse semejante argumentaci¨®n para no penalizar ¡°tradiciones¡± muy arraigadas como despe?ar animales o no pagar impuestos?
En este clima de apoteosis obsequiosa, creo que hay que entender el informe del ministerio fiscal como un recurso par¨®dico. Puestos a regalar, y son 100 los altos cargos beneficiados, el fiscal nos regala un argumento que tintinea como un brindis burl¨®n, al estilo ¡°todos somos culpables¡±. Es tarea del periodismo no aceptar esa clase de obsequios.
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