?frica a pedales (7): Pisando el Barro. La historia de un peque?o gran hombre
Una etapa m¨¢s de este intento de cruzar el continente en bicicleta.
Previo: En esta parte de la historia ya estoy camino de Nia Nia (Norte de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo) en autob¨²s, pues el destino ha impedido que fuera en bicicleta. La historia completa, est¨¢ aqu¨ª: Balas en la Carretera: Un relato de Rebeldes, Buscadores de Oro, pigmeos y cultura africana o entrad en mi p¨¢gina Algo m¨¢s que un viaje.
Un hombre llamado Gustave Mwenyamali Alimasi
Reci¨¦n empezada la ma?ana, me subo al autob¨²s en estado de semi-consciencia¡ Son apenas tocadas las 6 AM y solo pienso en seguir mi interrumpido descanso¡ no parece que vaya a ser un viaje de encuentros¡
Pero sin saberlo, el destino ha querido que en el autob¨²s se siente conmigo alguien especial¡
Un tipo menudo con aspecto alegre y despistado y voz un tanto rota, desafinada, se aposenta en el asiento contiguo con una amplia sonrisa.
Mwenyemali es uno de los 4 0 5 pigmeos de la RDC con estudios superiores
Gustave Mwenyemali Alimasi de nombre, impronunciable en mi estado de letargo, es un tipo peculiar, con rasgos f¨ªsicos algo distintos, pero a quien adormilado, no muestro especial inter¨¦s a primera hora de la ma?ana. A pesar de ello decido ser amable y le devuelvo la sonrisa¡ o un intento de ello¡ y sigo con mis pensamientos.
Pasado un tiempo me voy despertando y en alg¨²n momento de la ruta empezamos a hablar¡ y su historia me cautiva. Mwenyemali es pigmeo, pero a diferencia de la mayor¨ªa, ha tenido educaci¨®n. Es soci¨®logo y dice ser uno de los 4-5 pigmeos de RDC con estudios universitarios superiores. Cifra representativa, pues RDC es el pa¨ªs con la mayor poblaci¨®n pigmea de ?frica.
100% cautivado me dispongo a escuchar la historia de este peque?o Gran Hombre
?De la caza al sacerdocio¡?
A los 4 a?os Mwenyemali se vio dejando a su familia y los bosques donde viv¨ªan. Pero no era un castigo, sino un regalo del cielo. O as¨ª lo entend¨ªa su padre. Y as¨ª lo entiende ahora Mwenyemali.
Por aquel entonces su familia se dedicaba a la caza, como todo pueblo pigmeo. Pues son n¨®madas y su sustento raras veces se basa en algo distinto.
En esta caza, los pueblos pigmeos son a menudo utilizados como el brazo ejecutor de las cazas ilegales, a cambio de sumas irrisorias. Desgraciadamente, al no tener acceso a la cultura, los pigmeos son muchas veces tratados como animales. Lo equivalente a las bestias de carga.
Pero volvamos a la historia de Mwenyemali. Para su padre, la caza consist¨ªa su modo de sustento. En esta vida de cazador, todav¨ªa la t¨ªpica de los pueblos de hoy en d¨ªa, prest¨® servicios varios a un Misionero polaco que se encontraba en Walikale (North Kivu), relativamente cerca la zona de los Virungas. Una delicia natural de selva verde, lagos y volcanes. De las zonas con m¨¢s recursos minerales del planeta¡ lo que representa su bendici¨®n y su condena. As¨ª como la del pa¨ªs entero.
North Kivu es tambi¨¦n una zona rebelde. Habitada por detractores del presidente¡ o por marginados armados que buscan en los recursos minerales de la zona, como el oro y el colt¨¢n (el segundo, ahora m¨¢s controlado), poder sacar tajada.
La muerte de una vida f¨¢cil
Mwenyemali, a pesar de ser visitado por su padre, vivi¨® relativamente ajeno a la vida de su pueblo. Y fue educado en la escritura, en los n¨²meros y otras labores.
Y as¨ª, con esta vida tranquila Mwenyemali se fue haciendo mayor y el misionero viejo. Hasta que muri¨®.
Mwenyemali, a pesar de ser visitado por su padre, vivi¨® relativamente ajeno a la vida de su pueblo
Mwenyemali se sinti¨® perdido. Todo su peque?o mundo se esfumaba de repente. Y el manto de falsa seguridad cay¨® de golpe, vi¨¦ndose abocado a la realidad de un pa¨ªs sumido en un conflicto continuo. Pero no se hundi¨® y con convicci¨®n decidi¨® que quer¨ªa seguir estudiando. No iba a ser f¨¢cil, pues su situaci¨®n econ¨®mica era precaria. Pero animado, se decidi¨® a trabajar en el comercio y pagar con ello sus estudios de Sociolog¨ªa.
Entonces lleg¨® el segundo momento clave de su vida. El que le cambiar¨ªa definitivamente su destino. Esta vez ya maduro. Pues ya en Kisangani, mientras estudiaba, conoci¨® a Marie Boundawana, profesora de la universidad y a Yves Koudjou. Ellos le dieron un trabajo que adem¨¢s de cubrir sus gastos, le motiv¨®, pues era claramente necesario. Mwenyemali empez¨® a trabajar para su gente. Para la sensibilizaci¨®n de los pueblos pigmeos, desde una posici¨®n, como soci¨®logo en la que pod¨ªa incidir positivamente en los suyos (Si quer¨¦is ver la entrevista realizada a Mwenyemali, clickad aqu¨ª).
Mwenyemali hoy
En la actualidad Mwenyemali sigue siendo un peque?o hombre, con un Gran Destino. Y con un largo camino que recorrer todav¨ªa, en el que ayudar a un pueblo sumido en la m¨¢s profunda derrota espiritual. Continuamente maltratado por todo el que se ha cruzado en su camino. Un pueblo en el que es dif¨ªcil ver una salida simple.
Pero Mwenyemali conf¨ªa. Tiene FE. Y se resiste a creer que el pueblo pigmeo est¨¢ condenado a la extinci¨®n. Pues ¨¦l es el ejemplo viviente de que un cambio es posible. Ha demostrado que la inteligencia, como creen muchos bant¨²es, no le falta a su pueblo, sino que es meramente una cuesti¨®n de oportunidades, que Mwenyemali reclama a gritos.
Por su parte, se sabe un referente para su pueblo. Y que su ejemplo puede servir para que su gente retome un orgullo perdido.
As¨ª que en la actualidad no realiza conferencias. Ni discursos grandilocuentes en universidades. No sale en los medios, ni es tratado como lo que es, como un Gran Hombre.
Mwenyemali se resiste a creer que el pueblo pigmeo est¨¢ condenado a la extinci¨®n
No, Mwenyemali no tiene una heroicidad reconocida. Si no que su heroicidad permanece escondida de la evidencia de un mundo que prima lo inmediato. Lo superficial. Que prefiere mirar a otro lado. Apartar la mirada de lo que duele. Somos una sociedad sin referentes. Donde hemos substituido a Mandela por Donald Trump y suced¨¢neos.
A veces parecemos abocados a nuestra propia fortuna. La de un pueblo que no sabe pensar m¨¢s que en s¨ª mismo, sin pensar en las consecuencias de nuestra conducta.
Somos una sociedad enferma. Con un sistema enfermo. Faltos de referentes. Faltos de H¨¦roes.
Es por eso que alguien como Mwenyemali tiene su valor. No s¨¦ donde est¨¢n esos Gandhi, esos Luther King¡ pero s¨ª s¨¦ que todav¨ªa tenemos gente pisando el barro por causas justas. Gente como Mwenyemali, que en su caso lucha y realiza las acciones necesarias para que el pueblo pigmeo pueda renacer de sus cenizas. Empezando por entender sus miedos, sus temores y sus recelos. Pues ¨¦l, Mwenyemali Alimasi de nombre, es uno de ellos.
Actualmente hace varias labores, pero probablemente la m¨¢s importante es que act¨²a como enlace. Su vida le ha permitido absorber tres culturas tan distintas como la congole?a, la europea y la pigmea. As¨ª que tiene un valor incalculable como enlace con su pueblo.
Para ellos es casi un h¨¦roe. Forma parte de la ¨¦lite pigmea capaz de tratar con los bant¨²es y el pueblo blanco de t¨² a t¨². Y de comunicarles, desde un punto de vista pro-pigmeo, cu¨¢les son las etapas que pueden creer necesarias para obtener determinadas ayudas.
Empezando por lo b¨¢sico. Empezando por la sensibilizaci¨®n de por qu¨¦ es necesario perseguir unos objetivos. Por qu¨¦ es necesario abandonar el alcohol. Por qu¨¦ es necesario mantener unas condiciones de higiene m¨ªnimas. Y en un tiempo menos inmediato, por qu¨¦ es necesario estudiar. Acceder a la educaci¨®n. Una educaci¨®n que les permitir¨¢ salir de la miseria m¨¢s absoluta. Tanto econ¨®mica, como espiritual.
Conclusi¨®n
No s¨¦ si Mwenyemali tendr¨¢ ¨¦xito o no en su labor. Pero su historia bien merece un escrito que, aunque modesto, permita sacarle, ni que sea un momento, un peque?o instante, de este injusto olvido.
Yo estoy convencido de que necesitamos m¨¢s gente como ¨¦l. Y de que necesitaremos todav¨ªa m¨¢s en un presente que se torna oscuro. En un presente donde los valores m¨¢s oscuros del capitalismo, como la codicia desatada, amenazan un sistema renqueante (Ver mi art¨ªculo ¡°Econom¨ªa del Sentido Com¨²n(1/2): Reflexiones de un ciudadano austado¡±)
Pero tambi¨¦n estoy convencido que despu¨¦s de los momentos m¨¢s oscuros llega la luz m¨¢s absoluta. Pues es justo despu¨¦s de las horas m¨¢s oscuras de la noche cuando despunta el alba.
Y es gracias a gente como ¨¦l, que esto ser¨¢ posible. Gracias a personas capaces de levantarse por su pueblo. Gracias a gente capaz pisar el barro por una causa justa.
Acordaos de su nombre. Gustave Mwenyemali Alimasi. Ese peque?o Gran Hombre que pis¨® el Barro por su gente.
Y eso es todo! Espero que os haya gustado! Y recordad, que pod¨¦is seguir mis aventuras en mi p¨¢gina web.
El blog Africa No es un pa¨ªs no se hace responsable ni comparte siempre las opiniones de los autores.
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