Relato navide?o expr¨¦s
Esa ma?ana hac¨ªa mucho fr¨ªo en Madrid. Me sub¨ª en el autob¨²s que iba atestado de gente callada, que cavilaba en silencio: esta tarde tengo que ir a comprar los regalos¡
Esa ma?ana hac¨ªa mucho fr¨ªo en Madrid. Me sub¨ª en el autob¨²s que iba atestado de gente callada, que cavilaba en silencio: esta tarde tengo que ir a comprar los regalos¡ Que no se me olvide llamar a mi primo¡ Qu¨¦ ganas tengo de cenar con mis cu?ados y sus hijos¡ Yo tambi¨¦n quise pensar en algo bonito, pero el ¨²nico pensamiento que acudi¨® a mi mente fue: ?por qu¨¦ las tiendas de 24 horas tienen puertas si nunca cierran?
Me fij¨¦ en un hombre rechoncho que iba sentado, aferrado a un paquete. En su cara revoloteaba la felicidad como si fuera una polilla. Con uno de sus deditos rechonchos puls¨® el timbre de ¡°parada solicitada¡± y se levant¨®. El asiento entonces me gui?¨® un ojo y me invito a sentarme en ¨¦l: ¡°Ya ver¨¢s ¡ªparec¨ªa decirme¡ª, ya ver¨¢s qu¨¦ bien¡±. Cuando me arrellan¨¦ pude sentir un calor muy agradable, un calor casi hogare?o que me abrazaba. Ese calor lo hab¨ªa dejado all¨ª el hombre del paquete y lo hab¨ªa dejado para m¨ª. Lo busqu¨¦ con la mirada, distingu¨ª un trozo de su hombro entre la marea de ¡°gentecilla¡± que se apeaba del autob¨²s. Me levant¨¦ como un resorte y salt¨¦ a la acera; mir¨¦ a un lado y al otro, lo vi alejarse por la calle de arriba. Corr¨ª detr¨¢s de ¨¦l, era muy importante que le diera un mensaje navide?o.
Cuando le di alcance, ¨¦l se volvi¨® ¡ªcomo si adivinara mis intenciones¡ª y me recibi¨® con una beat¨ªfica sonrisa. ¡°Se?or, se?or¡±, le dije emocionado, casi sin resuello. ¡°Gracias por el calor de su culo¡±. ¡°Abre el paquete¡±, me respondi¨® ¨¦l. Y lo extendi¨® hac¨ªa m¨ª. Mir¨¦ el paquete; lo mir¨¦ a ¨¦l; ¨¦l asinti¨®. Lo destap¨¦ y del paquete sali¨® un brazo que me arre¨® una bofetada.
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