Yo decid¨ª salir de fiesta en Nochevieja sin beber una gota de alcohol, y esto es lo que pas¨®
El a?o pasado bebi¨® y vivi¨® una experiencia amorosa que le marc¨®... para mal. Este a?o decidi¨® salir con tres amigos y ¨¦l no prob¨® el alcohol
Soy un hombre de 35 a?os, soltero y que quiere mucho a su madre. A mi padre tambi¨¦n le quer¨ªa (no tanto como a mam¨¢, la verdad). ?l muri¨® hace tres a?os. Y todo esto no s¨¦ por qu¨¦ lo cuento. Porque lo verdaderamente importante es esto: he decidido salir de fiesta en Nochevieja con mis amigos, y no beber una gota de alcohol.
Por qu¨¦ semejante disparate. Porque quiero tener una Nochevieja distinta. Que no sea como la del a?o pasado, vamos. Hace justo un a?o el alcohol lo fastidi¨® todo. Os cuento. Me enroll¨¦ con la chica de mi vida, a la que amo desde hace a?os. Pero al d¨ªa siguiente lleg¨® el mazazo. "Sergio, lo de anoche fue porque est¨¢bamos muy borrachos y era Nochevieja. A partir de ahora, seguimos yendo juntos al cine y siendo amigos, como siempre. Pero olvidemos lo de anoche. ?Vale?". Estuve a punto de echarme a llorar: guaaaaa. Pero dije un inaudible: "Vale, Nuria". Me vest¨ª, sal¨ª de la habitaci¨®n y, cuando iba en el metro a mi casa, resacoso y con la chaqueta oliendo a mugre, me eche a llorar desconsoladamente: guaaaaaaa.
La gente comienza a estar muy bebida y me distancio mentalmente. Mart¨ªn ha perdido su pajarita y todos la buscan como si fuese un tesoro vikingo. La veo flotando en un vaso de ron. No tengo fuerzas para dec¨ªrselo a los exploradores por miedo a fastidiarles la diversi¨®n
Este a?o, por lo tanto, nada de alcohol y nada de Nuria.
Los tres amigos con los que voy a salir se alegran enormemente cuando me ofrezco a conducir yo, bajo solemne compromiso de sobriedad. As¨ª afront¨¦ la ¨²ltima noche de 2016...
21:00 horas. Me re¨²no con amigos y conocidos para el tradicional brindis previo a la cena de Nochevieja. Ellos levantan copas de cava u otros vinos. Yo tomo un refresco de cola. Me preguntan si estoy malo del est¨®mago. Yo les digo que prefiero no beber. Todos protestan. Entonces, a?ado que tengo que conducir. Ahora protestan solo la mitad. Cada uno se va a su casa.
22:45 horas. Ceno con mam¨¢. Como yo no bebo alcohol, ella dice que tampoco. Hablamos de cosas triviales. Sospecho que ella se aburre. Yo lo analizo todo. Cada uno desde su perspectiva, especulamos con el vestido que llevar¨¢ Cristina Pedroche este a?o. El mazap¨¢n hace la funci¨®n de las burbujas: en lugar de dar sorbitos al cava por el estr¨¦s, pego bocados al dulce; al rato, los dientes me rechinan por el az¨²car y me sirvo un caf¨¦ para equilibrarme los chakras. Mi madre se pone un oporto y gana color en las mejillas. En la calle dan bocinazos.
24:00 horas. Mam¨¢ y yo hemos decidido boicotear las campanadas de TVE. Nos parece fatal que escolten a Anne Igartiburu los cocineros del programa MasterChef y dejen fuera a su compa?era, Samantha Vallejo-N¨¢gera. Empieza a darme el sue?o y fantaseo con que, en una dimensi¨®n paralela, Samantha despide el a?o con el eterno y ahora tambi¨¦n defenestrado Ram¨®n Garc¨ªa.
De un modo u otro, acabamos tomando las uvas en Antena 3 TV con la Pedroche y otro chef: Alberto Chicote. De paso, salimos de la duda: el vestido de la presentadora es este a?o... con transparencias (como casi siempre) y con estrellas (esto creo que es una novedad). Ingeridas las uvas, contin¨²an los bocinazos en la calle. Me preparo para salir.
?Es esa Nuria, la mujer a la que amo sobre todas las cosas? Y est¨¢ bes¨¢ndose con un tipo al que no conozco. "Al carajo", me digo. "Voy a beber". Cuando ya tengo la botella de ron en la mano, decido no hacerlo. Todav¨ªa me queda algo de dignidad
1:00 horas. Dejo el coche en doble fila y entro en el bar donde he quedado con mis colegas de esta noche. Son V¨ªctor, Borja y Mart¨ªn. Uno de ellos no es puntual, as¨ª que le esperamos tomando algo. Cava para todos y una bebida isot¨®nica para m¨ª. Pasa zumbando la sirena de una ambulancia y me acojono un poco. Los dem¨¢s dicen que ¡°hay que andar con cuidado¡± y otros argumentos inapelables.
Tengo entendido que alrededor de la medianoche del 31 de diciembre es cuando se produce el pico de incidencias: el mayor n¨²mero de episodios de intoxicaci¨®n et¨ªlica. Me azota una sensaci¨®n agridulce. ?Existir¨¢ la intoxicaci¨®n isot¨®nica? Mientras divago sobre el asunto para mis adentros, llega Borja y nos montamos en mi coche. Nuestra fiesta est¨¢ fuera de la ciudad.
1:45 horas. De camino, mis pasajeros no terminan de ponerse de acuerdo con respecto a la banda sonora m¨¢s oportuna para el coche. Borja, que ha venido achispado de casa (?bendito ¨¦l!), dice que lo mejor para fin de a?o son los ¨¦xitos de la m¨²sica espa?ola: propone un repertorio de Mecano, Marta S¨¢nchez, Hombres G y Miguel Bos¨¦. Me niego a poner ese tipo de m¨²sica y defiendo mi postura con demasiada vehemencia. Me he pasado. Me siento demasiado irritable. Y la noche no ha hecho m¨¢s que empezar. Se hace un inc¨®modo silencio en el coche. Creo que les he cortado el rollo. Llegamos a nuestro destino, que es un chal¨¦ alquilado en las afueras. En la puerta, una chica nos recibe mareada. Nos quitamos los abrigos, le pregunto (a la chica) si est¨¢ bien, le da la risa y me dice que est¨¢ "superbi¨¦n".
2:15 horas. Nos hemos presentado m¨¢s o menos a todo el mundo. Nos hemos servido bebida. La m¨²sica es una lista de Spotify que mezcla g¨¦neros y d¨¦cadas bajo la ¨²nica bandera de la fiesta: de Pharrell Williams a Nirvana; de Radio Futura a Bruno Mars. Dos de mis acompa?antes ingieren vodka de marca; dicen que deja mucha menos resaca que el whisky por no s¨¦ qu¨¦ asunto de los cong¨¦neres del alcohol. Borja (otra vez ¨¦l) dice que ha cenado garbanzos, tambi¨¦n, para prevenir la resaca. Yo he consumido los datos de mi m¨®vil y la casa no tiene WiFi: no puedo consultar nada de esto en Google. Se acerca una chica indudablemente mona. Me dice algo a gritos y no la entiendo. Me quedo callado. Me sugiere que abramos una botella de cava. Le digo que no bebo. Y se larga, sin m¨¢s.
En el bar suena electro latino del bueno; o sea, del malo. Chunda, merengue y reguet¨®n en sucesi¨®n letal: Maluma, Daddy Yankee, Wisin... Esta vez pido un refresco de cola con hielos en copa de bal¨®n
3:15 horas. Tomo t¨®nica con piedras de hielo en copa de bal¨®n para integrarme mejor. Doy el pego, pero me faltan el desenfado y la euforia. Suspiro por la comercializaci¨®n de esa bebida milagrosa que no deja resaca que creo que se llama Alcosynth.
3:30 horas. Mart¨ªn habla con un grupo de gente: hacen una broma de g¨¦nero futbol¨ªstico, disertan luego sobre comidas y bebidas, comparten alg¨²n recuerdo y vuelven a empezar. Las risas son perezosas, pero escandalosas. Todos van bastante bebidos y empiezo a vivir en otra dimensi¨®n. Gritan y son crispadoramente excesivos. Es como si los estuviera viendo desde un cristal que los deforma y exagera. Resulta esperp¨¦ntico. Tengo claro que ellos est¨¢n en un nivel de diversi¨®n que yo nunca voy a alcanzar.
Las ideas se repiten en bucle. Por ejemplo, Borja dice: "Estoy deseando tener un hijo". "?Y si cuando crezca te dice que es transg¨¦nero?", le pregunta V¨ªctor. "Pero quiero tener un hijo" (Borja). "Eso, aunque sea transg¨¦nero" (V¨ªctor). "Ser padre" (Borja). "Transg¨¦nero" (V¨ªctor). "Es que quiero ser padre" (V¨ªctor)... Y as¨ª durante 15 minutos...
3.45 horas. En la casa hay un eco muy molesto. Borja, V¨ªctor y yo estamos ahora con unas chicas. Quiero salir de aqu¨ª y airearme un poco. Propongo a mis socios un plan alternativo, pero ellos est¨¢n a gusto. Me recuerdan que hemos pagado 40 pavos por cabeza y tenemos la casa para nosotros hasta ma?ana (que ya es hoy) al mediod¨ªa. Me dicen que todav¨ªa no hemos amortizado la inversi¨®n, y llevan raz¨®n.
4:00 horas. La chica que nos abri¨® la puerta se ha soltado la melena (literalmente) y juega a adivinar mi profesi¨®n. ?Abogado? ?Pol¨ªtico? ?Algo de ingenier¨ªa? ?Empresario? ?Deportista? Le respondo que me preocupar¨ªa su ojo si fuese ella astr¨®loga o, al menos, responsable de una ETT. Aunque el comentario no tiene nada de gracia, la chica sufre un estruendoso ataque de risa. No puede parar. Yo, sin embargo, temo un acceso de ansiedad.
4:30 horas. Cada vez me distancio m¨¢s mentalmente. Mart¨ªn ha perdido su pajarita (un complemento del Zara con una goma atr¨¢s) y varias personas la buscan con ¨¦l como si fuese un tesoro vikingo. La situaci¨®n, con todos a gatas buscando la pajarita, es c¨®mica, pero a m¨ª me deprime. Veo la pajarita flotando en un vaso de ron con coca-cola. No tengo fuerzas para dec¨ªrselo a los exploradores por miedo a fastidiarles la diversi¨®n.
Gritan y son crispadoramente excesivos. Es como si los estuviera viendo desde un cristal que los deforma y exagera. Resulta esperp¨¦ntico. Tienes claro que ellos est¨¢n en un nivel de diversi¨®n que t¨² nunca vas a alcanzar
4.45 horas. Un momento, qui¨¦n es esa chica. ?Nuria, la mujer a la que amo sobre todas las cosas? Efectivamente es ella. Y est¨¢ bes¨¢ndose con un tipo al que NO conozco. ?Importa esto mucho? S¨ª: me har¨ªa m¨¢s da?o si conociese al afortunado. "Al carajo", me digo. "Voy a beber". Cuando ya tengo la botella de ron en la mano, decido no hacerlo. Todav¨ªa me queda algo de dignidad. O eso espero.
5.00 horas. Borja est¨¢ con otra chica cargando m¨¢s m¨²sica en la lista de reproducci¨®n. Llevan un buen rato entregados a la tarea. V¨ªctor es el ¨²nico de mis amigos con quien puedo mantener una conversaci¨®n coherente. Advierto que esta es mi onda y propongo seguir la noche en un pub. Amago con decirle que he visto a Nuria con otro. Pero desisto.
5.05 horas. Les convenzo a los tres para irnos. Salimos los cuatro de all¨ª inmediatamente, esto es, en unos 20 minutos. Fuera, la noche nos ofrece una atm¨®sfera nueva, sin olor a tabaco ni a alcohol. Por eso, cuando uno de mis compa?eros pretende entrar fumando en mi coche, siento el insolidario pero honesto impulso de apretarle un tortazo y mandarlo a casa andando. Creo que se me ha acabado la paciencia. En la calle hace un fr¨ªo g¨¦lido.
5:45 horas. Meto el coche en un p¨¢rking antes de que Mart¨ªn se haga pis en el coche. El trayecto de apenas diez minutos se les ha hecho eterno a mis socios, al contrario que las tres horas que hemos estado en la casa de campo. Llegamos al bar de destino, un espacioso establecimiento de moda distribuido en dos pisos. Me encuentro a una pareja de viejos conocidos del barrio y alterno con ellos.
En el bar suena electro latino del bueno; o sea, del malo. Chunda, merengue y reguet¨®n en sucesi¨®n letal: Maluma, Daddy Yankee, Wisin y algunos otros genios.? Esta vez pido un refresco de cola con hielos en copa de bal¨®n.
El chat de nochevieja da se?ales de vida. V¨ªctor escribe: "Sergio, eres un triste, t¨ªo. Esta semana te llamo y nos tomamos unas ca?as"
6:00 horas. Mis amigos del instituto me preguntan por qu¨¦ bebo un refresco, si me pasa algo. No s¨¦ qu¨¦ contestar. Balbuceo algo, pero como la m¨²sica est¨¢ a tope y ellos ya van tocados, no pasa nada. Asienten, se r¨ªen y siguen bebiendo. Veo a lo lejos a Mart¨ªn. Est¨¢ sentado en la escalera. Me acerco y me dice que quiere irse. Me se?ala la puerta del v¨¢ter. Ha ligado con una chica pero, en el momento en que fueron a besarse, ella tuvo una arcada y se disculp¨® unos minutos. Mart¨ªn no quiere esperarla: le ha dado baj¨®n y quiere irse. Como me da lo mismo, le digo que lo llevo a casa y luego vuelvo a por los dem¨¢s.
6:15 horas. Hacemos cola en el guardarropa y aparece la chica. Lleva gafas y no s¨¦ si est¨¢ p¨¢lida o es as¨ª. Habla con Mart¨ªn. Me pregunta ¨¦l si me importa llevarlos a los dos a su casa. De golpe, Mart¨ªn se encuentra mejor y a m¨ª se me pone cara de tonto. Le digo que no me importa, claro, c¨®mo va a importarme. Se suben al asiento de atr¨¢s. La chica me pregunta qu¨¦ estoy bebiendo, que le gusta el punto que llevo. Apenas me dan un minuto de conversaci¨®n. Despu¨¦s empiezan a besarse y a magrearse. No quiero mirar por el retrovisor, pero miro.
Todos los (condenados) sem¨¢foros est¨¢n en rojo. Me concentro en cualquier cosa para superar el bochorno de la situaci¨®n. Una farola est¨¢ doblada; alguien se habr¨¢ dado un pi?azo. Por fin llegamos al portal de Mart¨ªn. Me aseguro de que tiene llave y lo dejo con la chica p¨¢lida en la acera. Podr¨ªa haber sido peor; al menos no han fumado en mi coche.
6:45 horas. Me voy a casa. Al aparcar, pongo un mensaje al grupo de chat de nochevieja. Les digo que se me ha hecho tarde y que debo escribir este texto que me han encargado en ICON. Que se vuelvan en un taxi, a su aire, y que ya arreglaremos con unas ca?as. Mart¨ªn me contesta inmediatamente que OK y de ah¨ª confirmo que la chica p¨¢lida lo ha revivido, pero los dem¨¢s no responden.
Tras una Nochevieja sobrio, he constatado que el abstemio est¨¢ mal visto socialmente. Resulta llamativo no haberme encontrado a ninguna otra persona que no hubiese bebido esta noche; alguna habr¨¢, desde luego, pero tal vez lo haya ocultado (como yo mismo he hecho) para no parecer un triste.
El chat de nochevieja da se?ales de vida. V¨ªctor escribe: "Sergio, eres un triste, t¨ªo. Esta semana te llamo y nos tomamos unas ca?as".
7.30 horas. Me acuesto... pensando en Nuria. ?Qui¨¦n diablos ser¨¢ el tipo con el que estaba bes¨¢ndose?
Nota: Este relato es totalmente real. Bueno, un 80 % de realidad y un 20 % de experiencias de otros hombres que pasaron la Nochevieja sobrios.
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