Cl¨¢usulas suelo: el gran aldabonazo
Se precisan supervisores unificados y potentes, servicios de atenci¨®n al cliente aut¨®nomos y defensores independientes
La pesadilla de las cl¨¢usulas suelo volvi¨® a los peri¨®dicos. La reciente sentencia del Tribunal Europeo Justicia, de 21 de diciembre de 2016, propina un nuevo correctivo a unos bancos demasiado inclinados a pleitear, como Caja Sur, BBVA y Popular. El tribunal mantiene que se deben restituir a los clientes, sin l¨ªmite o tope temporal, o sea, desde el principio, los pagos indebidos derivados de cl¨¢usulas suelo declaradas nulas. Algunos bancos, escud¨¢ndose en ellas, hab¨ªan cobrado de forma abusiva intereses superiores a los del mercado. La cl¨¢usula establec¨ªa que por debajo de un suelo x, los intereses de la hipoteca, convertidos en fijos, ya no disminuir¨ªan para los clientes, aunque a ellos les pudiese corresponder otros m¨¢s, seg¨²n el tipo variable de referencia adoptado.
Otros art¨ªculos del autor
Con esto, a partir de 2008 llovieron quejas de clientes, malheridos en sus intereses. Subieron las reclamaciones ante el Banco de Espa?a de 7.449 en 2008, a 14.760 en 2010. En 2013 se batieron r¨¦cords y se alcanzaron las 34.645. M¨¢s de la mitad de ellas (18.387) por cl¨¢usulas suelo. En la Memoria del Defensor del Pueblo de 2010 ya se advert¨ªa de que los ciudadanos no recib¨ªan informaci¨®n adecuada sobre la aplicaci¨®n de estas cl¨¢usulas, ¡°vi¨¦ndose desprotegidos en el ejercicio de sus derechos¡±.
Entre tanto, ?qu¨¦ hicieron los bancos? Algunos de ellos pagaron o no hab¨ªan usado la cl¨¢usula. Pero otros optaron por la v¨ªa judicial, enfervorizados en su creencia de que los clientes quer¨ªan aprovecharse de los tipos bajos, incumpliendo un contrato, firmado ante notario, con su cl¨¢usula suelo, clara como el agua. Y rechazaron el examen equitativo, caso a caso, por no perjudicar los pleitos en curso.
Surgi¨® entonces un rosario inacabable de pleitos con sentencias para todos los gustos. En unas ganaban los bancos y en otras, los clientes. La batalla era incierta. Cuando parec¨ªa ya que ganaban los clientes, lleg¨® a los bancos un bal¨®n de ox¨ªgeno: la sentencia de la Audiencia Provincial de Sevilla del 7 de octubre de 2011: Cajamar, BBVA y Caixa Galicia vieron premiada su insistencia litigante con un fallo judicial que negaba el car¨¢cter abusivo a la cl¨¢usula-suelo y la consideraba v¨¢lida y vinculante. Los clientes eran unos protestones sin raz¨®n alguna.
Se precisan normas legales integradoras, breves y claras, que vivifiquen los viejos principios contractuales
Pero quedaba a¨²n la ¨²ltima palabra, pronunciada por el Supremo el 9 de marzo de 2013 en sentencia at¨ªpica y compleja. Supuso un gran fracaso para las entidades recurrentes: de la decisi¨®n sevillana solo iban a quedar cenizas desdichadas, como en las ruinas de It¨¢lica famosa. El Supremo afirm¨® que la cl¨¢usula suelo "carec¨ªa de la claridad y transparencia exigibles" y que falt¨® informaci¨®n previa y comprensible. Total: las repetidas cl¨¢usulas -no il¨ªcitas en s¨ª mismas- eran "abusivas y nulas". Los bancos tendr¨ªan que pagar a sus clientes sin aplicarlas. Pero el Supremo no exigi¨® a los bancos pagar todo con efecto retroactivo, como si la cl¨¢usula nunca hubiese existido. Fue un peque?o respiro, que ahora el Tribunal europeo ha cortado. Para los jueces de Luxemburgo, de irretroactividad nada. Se produjo as¨ª el hundimiento del Titanic para las cl¨¢usulas suelo.
Y ahora la pregunta es: ?por qu¨¦ suceden estas cosas? ?Qu¨¦ consecuencias cabe sacar? Pues que nos han dado a todos un gran aldabonazo y conviene cambiar bastante.
Ante todo se precisa una regulaci¨®n actualizada de los contratos en Espa?a. Esa es la primera lecci¨®n a extraer. Ahora existe un galimat¨ªas de aluvi¨®n con normas dispersas, problem¨¢ticas y hasta contradictorias: civiles, mercantiles, de los consumidores y usuarios, financieras etc¨¦tera. Se precisan de urgencia normas legales integradoras, breves, claras, bien redactadas, que vivifiquen los viejos principios contractuales (consentimiento, buena fe) y los adapten a la pr¨¢ctica presente de contratos de adhesi¨®n pre-redactados en masa. Yo creo que con una sabia y prudente modificaci¨®n del C¨®digo Civil, tascando excesos mercantilistas e integrando principios de protecci¨®n de los clientes, llevar¨ªamos mucho ganado en justicia, seguridad y equidad. Sin ella no debe extra?ar que ni los juzgados se aclaren. Y uno diga blanco y otro negro, una Audiencia que s¨ª y el Supremo que no. Y luego venga Luxemburgo con su guinda.
?Saben que algunos bancos hacen mangas y capirotes con la declaraci¨®n de ¡°mala pr¨¢ctica¡± por el supervisor?
A ello debe unirse un mejor entendimiento y operatividad de lo que es buena y mala pr¨¢ctica. No entra aqu¨ª en juego si una cl¨¢usula es l¨ªcita o il¨ªcita; v¨¢lida o nula. Eso es cuesti¨®n diferente, gen¨¦rica y anterior. Ni siquiera si es abusiva o no; transparente o no. La perspectiva es distinta y se centra en el caso concreto, sus circunstancias y las personas intervinientes. En este campo hay mucho tajo. Habr¨ªa que simplificar y fortalecer el laberinto actual de supervisores, servicios de atenci¨®n al cliente y defensores. Se precisan supervisores unificados y potentes, servicios de atenci¨®n al cliente aut¨®nomos y dignificados, defensores profesionales independientes. Por ah¨ª ir¨ªan los tiros. ?Saben que algunos bancos hacen mangas y capirotes con la declaraci¨®n de ¡°mala pr¨¢ctica¡± por el supervisor? ?Est¨¢n informados de que algunos servicios de atenci¨®n al cliente son terminales con mando a distancia de la asesor¨ªa jur¨ªdica e, incluso, alg¨²n que otro Defensor del cliente? ?No desvirt¨²an estas pr¨¢cticas su misi¨®n? Todo esto se ha de modificar.
Tambi¨¦n el papel del notariado. Los notarios ¡°tienen la misi¨®n de asesorar a quienes reclaman su ministerio¡±; son asesores de ambas partes y no empleados del banco. Algo se ha avanzado, sin duda, desde la ¨¦poca en que la escritura se autorizaba en el mismo banco y no en la notar¨ªa. Pero queda mucho camino por andar. Imaginen que un joven notario, antes de la firma explica al cliente que, seg¨²n esa cl¨¢usula suelo que van a firmar, aunque el inter¨¦s del pr¨¦stamo, referenciado al euribor se sit¨²e en el 0,75%, habr¨¢ pagar el 5%, el 4%, el 3% o el 2,25%, seg¨²n el suelo aplicable. Cabe que el cliente diga s¨ª, acepte y firme. Y entonces no habr¨¢ problema porque sabe a qu¨¦ se compromete. Pero, ?y si dice que no? ?Qu¨¦ pasar¨¢? Pues me temo que ese osado notario iba a tener pocas papeletas para hacer m¨¢s escrituras con ese Banco.
Y el ¨²ltimo eco del aldabonazo para la cultura corporativa de los bancos. Cada banco es un microcosmos. En ¨¦l conviven halcones y palomas. Entre estas est¨¢n quienes piensan que el negocio ir¨¢ bien, si el cliente est¨¢ contento. Son gente con esp¨ªritu comercial que infunde confianza y buen rollo. Con buenas formas engordan la cuenta de resultados. Pero no faltan p¨¢jaros de presa y cuenta: yupis obstinados, ayatolas de la jugarreta y depredadores adictos al mill¨®n de sueldo por m¨¦ritos de guerra. Resultan estos m¨¢s mort¨ªferos y contagiosos que el ¨¦bola. Nunca reconocer¨¢n su error, aunque se lo diga el Supremo, Luxemburgo o San Pedro. Y a la larga socavan la reputaci¨®n de los bancos con sus perniciosas astucias.
Juan Antonio Ortega D¨ªaz-Ambrona es consejero electivo de Estado.
?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.