Los vanidosos y el espejo del 78
Es alarmante el desmedido af¨¢n de algunos por querer difuminar los mejores 40 a?os de la historia reciente y borrar a una generaci¨®n entera ensuciando la imagen y el prestigio de todos aquellos que contribuyeron a traer la libertad
En el cuento de los hermanos Grimm, la Reina Malvada sol¨ªa preguntarle a su espejo:
¡ªEspejo, dime una cosa, ?qu¨¦ mujer de este reino es la m¨¢s hermosa?
Y el espejo m¨¢gico le contestaba:
¡ªUsted es la mujer m¨¢s hermosa de este reino y de todos los dem¨¢s.
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As¨ª suele pasar en el seno de la pol¨ªtica espa?ola actual. Hay personas que se creen las m¨¢s bellas del universo y diariamente se miran a los espejos para descubrir que ellos son los m¨¢s hermosos del actual reino.
En ocasiones, sus asesores y adl¨¢teres les preparan esos espejos con inclinaciones hacia atr¨¢s y un exceso de convexidad, para que cuando se miren se vean m¨¢s altos y esbeltos, al estilo de lo que ocurre en los gimnasios o en las peluquer¨ªas. Se trata de que al mirarse se reflejen tal y como desear¨ªan verse. Y quieren verse como triunfadores, ganadores, descubridores de una nueva naci¨®n que, por lo visto, estaba esperando que llegaran ellos para deleite de los ciudadanos que en ella vivimos. La frustraci¨®n aparece cuando llegan unas elecciones generales y desaparece el efecto gimnasio, porque el espejo en el que tienen que mirarse es en el viejo espejo que colgaron en el trastero. Y ya no se ven guapos, ni esbeltos, ni atl¨¦ticos.
Cuando desaparecen los trucos y los asesores, ese espejo casero, el de la generaci¨®n del 78, plano, pulido y a medio ensuciar, les devuelve una imagen virtual, es decir, vana. Y vano es lo que carece de sustancia. Y, por eso, cuando esos resultados electorales o econ¨®micos o sociales los reintegran a su mediocridad, acuden enervados al espejo m¨¢gico para volver a hacerle la pregunta de siempre. En esos casos, el espejo responde:
Supimos entender las diferencias y supimos convivir en la unidad con la diversidad
¡ªEst¨¢is llenos de belleza, pero los de la generaci¨®n del 78 son mil veces m¨¢s bellos que vosotros.
Cuando los Catelyn Tully o las Sansa Stark de los Juego de tronos de turno ardieron de celos por su fealdad, ordenaron la caza y exterminio de esa generaci¨®n en cuyos espejos no gustaban mirarse porque aparec¨ªan siempre horrorosos. Los del 78 hab¨ªan hecho una Constituci¨®n que posibilit¨® el paso de un Estado autoritario, unitario y centralista a otro democr¨¢tico, descentralizado y reconocedor de los hechos diferenciales y de las distintas lenguas que conforman Espa?a. Esa Constituci¨®n, que los vanidosos quieren sepultar o difamar, fue la medida exacta de lo que interesaba a los espa?oles de aquel tiempo. No fue la correlaci¨®n de fuerzas la que dio la medida del texto sino la conveniencia de no pasarse ni por un extremo ni por otro. Un paso m¨¢s a la izquierda que diera mayor lustre a los progresistas o un paso a la derecha que diera satisfacci¨®n a los conservadores hubiera significado el triunfo de una parte de Espa?a sobre la otra, volvi¨¦ndose a repetir la historia de las dos Espa?as.
Los del 78 actuaron como lo har¨ªa un joven dem¨®crata que no tiene pasado y solo piensa en construir su futuro. No se quiso juzgar el pasado para que no se demorara la llegada del futuro de libertad.
?Qu¨¦ han hecho, hasta ahora, quienes tanto desprecio atesoran?
Es comprensible que la generaci¨®n actual trate de comportarse como adultos dem¨®cratas, mirando al futuro y examinando el pasado. Y tienen todo el derecho a corregir, completar o eliminar lo que se hizo. A lo que no tienen derecho es a romper ese espejo que tanto les altera. Y, por eso, resulta tan alarmante el desmedido af¨¢n de algunos por fulminar todo lo relacionado con el entorno del 78 y por querer difuminar los mejores 40 a?os de la historia de Espa?a desde que Espa?a es un Estado. Basta poner un poco de atenci¨®n para percibir que el objetivo de hoy es borrar esa generaci¨®n ensuciando la imagen y el prestigio de todos aquellos que tuvieron un protagonismo lleno de aciertos, sentido de Estado y capacidad de sacrificio, empezando por el rey Juan Carlos?I, pasando por Felipe Gonz¨¢lez o, m¨¢s recientemente, por Juan Luis Cebri¨¢n, tres figuras del 78 como tantas otras, que con sus aciertos o errores, sufren el acoso, no porque lo merezcan, sino por el ¨²nico y exclusivo fin de desprestigiar todo lo que huela a ¨¦xito, a triunfo, a esfuerzo y a sacrificio. Podemos llenar libros enteros con la obra de quien supo renunciar al absolutismo para ser el Rey de todos; de quien moderniz¨® un pa¨ªs convirtiendo a los espa?oles en ciudadanos; de quien hizo de la nada un gran peri¨®dico, envidia de medio mundo. Y ahora, s¨ª. ?Qu¨¦ han hecho, hasta ahora, quienes tanto desprecio atesoran?
Si la mediocridad decidiera respetar lo hecho, Espa?a saldr¨ªa ganando y los espa?oles fortalecidos. Los del 78 nunca tuvieron que esperar m¨¢s de dos meses para formar Gobierno tras el veredicto de las urnas. Ahora, desde el viejo cuarto trastero, sonrieron ante la impotencia de quienes fueron incapaces de articularlo en un a?o. Aquellos viejos Gobiernos condujeron al pa¨ªs por los infranqueables Pirineos, abriendo caminos que nos condujeron a la ansiada Europa que, por entonces, se conformaba como un gran proyecto que ha permitido que los europeos llevemos 66 a?os sin guerras civiles. En ese club, iniciado por seis pa¨ªses, al que nos incorpor¨® la generaci¨®n del 78, fue creciendo hasta sumar 28 Estados miembros. Hoy, esa generaci¨®n observa c¨®mo Reino Unido ha iniciado su proceso de separaci¨®n con la esperanza de que le sigan otros para romper la mejor obra que se pudo hacer tras dos terribles guerras mundiales.
Esa generaci¨®n, que cre¨® el mercado ¨²nico, que cosi¨® las cicatrices que constitu¨ªan las fronteras interiores, que elimin¨® monedas nacionales para sustituirlas por otra com¨²n para todos, siente temor de que la mediocridad de quienes pretenden acosarlos y sepultarlos acabe cerrando fronteras con muros y barreras proteccionistas, discriminando a los dem¨¢s que no sean de su piel, de su nacionalidad o de su religi¨®n.
Despu¨¦s de una dictadura de 40 a?os, donde quedaron secuestradas las libertades y se levant¨® el freno de mano para detener definitivamente las identidades diversas que nos enriquecen, la generaci¨®n del 78 consigui¨® bajar ese freno para que, desde la diversidad, construy¨¦ramos juntos un gran pa¨ªs democr¨¢tico y descentralizado. Supimos entender las diferencias y supimos convivir en la unidad con la diversidad. Quienes tratan de acosar o enterrar a las figuras m¨¢s preclaras de aquella generaci¨®n no son capaces de encontrar la f¨®rmula que permita a Espa?a seguir siendo un Estado ¨²nico, alejado de conflictos secesionistas.
Tratar de superar a aquella generaci¨®n ser¨ªa el noble desaf¨ªo y el mejor de los deseos de los ciudadanos. Intentar desacreditar a quienes consiguieron que hayamos llegado hasta aqu¨ª en paz y con un progreso inimaginable hace 40 a?os es un acto de irresponsabilidad, adem¨¢s de una tremenda injusticia. Y por eso, levanto mi voz contra la infamia que practican quienes tienen todo por demostrar.
Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra fue presidente de Extremadura entre 1983 y 2007.
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