Pablo Gerv¨¢s, el padre del robot poeta
WASP ES un programa inform¨¢tico. Y escribi¨® estos versos bajo la influencia de Lorca: ¡°Yunques ahumados / sus muslos se me escapaban como / peces sorprendidos / la mitad llenos de alas¡±
El poema apareci¨® publicado en el libro ?Puede un computador escribir un poema de amor? (Devenir, 2010). Y su autor, WASP (Wishful Automatic Spanish Poet, el aspirante a poeta autom¨¢tico espa?ol), tiene, como todo programa inform¨¢tico, un padre. Su programador. Se llama Pablo Gerv¨¢s, y en su despacho, un cub¨ªculo compartido en la Facultad de Inform¨¢tica de la Universidad Complutense de Madrid, hay dos estanter¨ªas enladrilladas con libros en las que conviven complejos manuales de inteligencia artificial junto, pongamos, al Quijote.
Gerv¨¢s, de 49 a?os, trabaja all¨ª como profesor asociado. Da clases de desarrollo de aplicaciones a alumnos imberbes y dirige el Instituto Universitario de Tecnolog¨ªas del Conocimiento y el grupo de investigaci¨®n NIL (Interacci¨®n Natural basada en el Lenguaje). De adolescente, tuvo que elegir si hacer ciencias o letras. Le gustaba escribir. Y entender c¨®mo funcionaban las cosas. Quer¨ªa combinar f¨ªsica y lat¨ªn. Imposible. Acab¨® estudiando C¨¢lculo Autom¨¢tico (una rama de F¨ªsicas) sin abandonar su pasi¨®n por la lengua: en su tesina de fin de carrera propuso un software que analizaba poemas, su m¨¦trica, la rima. En 1995 se doctor¨® en Inform¨¢tica en el Imperial College de Londres con una investigaci¨®n de cinco a?os: Consideraciones l¨®gicas en la interpretaci¨®n de oraciones con presuposiciones.
El siguiente paso consisti¨® en darles voz a las m¨¢quinas. Y estas, gracias a la alquimia de la programaci¨®n, empezaron a componer versos y a generar el esqueleto de cuentos. Primero lleg¨® WASP, el poeta no humano. Luego, PropperWryter, una aplicaci¨®n que se parece mucho al autor que le da nombre, Vlad¨ªmir Propp, un ling¨¹ista que a principios del siglo XX diseccion¨® la morfolog¨ªa del cuento tradicional ruso. A partir del estudio de este y otros textos de narratolog¨ªa, Gerv¨¢s desarroll¨®, en sus palabras, ¡°una m¨¢quina capaz de crear historias¡±. PropperWryter no concibe la trama. Ni la idea. Solo la secuencia l¨®gica. Los acontecimientos que hacen que el relato avance: un conflicto se abre, el h¨¦roe transgrede una prohibici¨®n, el viaje se inicia¡ Y especifica c¨®mo despu¨¦s toda acci¨®n ha de ir cerr¨¢ndose.
Una versi¨®n evolucionada de este programa invent¨® la narrativa de lo que se publicit¨® como el primer musical generado por ordenador. Titulado Beyond the Fence, la concepci¨®n de su libreto, las melod¨ªas y la idea original surgieron de computadoras. En el proceso participaron, entre otros, grupos de inteligencia artificial de las universidades de Cambridge y Londres. Se estren¨® en febrero, interpretado, dirigido y muy pasado por el filtro de personas. ¡°C¨®micamente estereotipado, pero placentero como una bebida lechosa¡±, lo valor¨® The Guardian, que le concedi¨® dos de cinco estrellas. Seg¨²n Gerv¨¢s, ¡°nos criticaron mucho porque no era futurista¡±.
Uno espera que los robots escriban ciencia-ficci¨®n porque es donde los humanos ubicamos las historias de m¨¢quinas inteligentes. Ellas aprenden de nosotros, cierto. Pero a partir de ah¨ª toman su camino. Y predice Gerv¨¢s un futuro en el que seremos nosotros quienes aprendan de ellas: ¡°Ya ocurre en el ajedrez¡±. Escribi¨® WASP: ¡°Engalanados por los derechos / del ni?o ind¨ªgena. Apago soles. / Concluido el objetivo que exista / todo el mes para que ya sin nombre. / Dichosa puerta que nos transforman. / Solidaridad vocaci¨®n. Hombres¡±. Qui¨¦n sabe, quiz¨¢ fuera un primer chispazo de conciencia.
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