Una renta b¨¢sica en la sociedad de la inteligencia
Finlandia quiere ser el primer pa¨ªs del mundo en poner en marcha un programa piloto: 560 euros mensuales para 2.000 personas
La tercera revoluci¨®n industrial comenz¨® a mediados del siglo pasado pero es ahora cuando empezamos a notar los profundos cambios que comporta. Con una aceleraci¨®n sin precedentes en la incorporaci¨®n de la innovaci¨®n tecnol¨®gica en los procesos productivos y en la vida cotidiana, estamos entrando de lleno en lo que algunos expertos han llamado la sociedad de la inteligencia, por el papel que la computaci¨®n, los robots y la automatizaci¨®n juegan en ella. Cada d¨ªa vemos c¨®mo diferentes m¨¢quinas sustituyen a empleados que hasta hace poco se sent¨ªan muy seguros, de modo que la inquietud por el futuro hiela las espaldas incluso de la gente m¨¢s preparada: est¨¢ claro que no habr¨¢ trabajo para todos.
Nunca ha ocurrido que una tecnolog¨ªa eficiente y ¨²til, capaz de propiciar un cambio disruptivo, deje de utilizarse por consideraciones sociales. Y las ventajas de la automatizaci¨®n son tan evidentes, que resultar¨ªa absurdo tratar de combatirla con actitudes de resistencia. La inteligencia aconseja abrazar los cambios y prepararse para adaptarse a sus consecuencias salvando los est¨¢ndares sociales alcanzados. Es lo que intenta hacer Finlandia al convertirse en el primer pa¨ªs del mundo que ensaya una renta b¨¢sica universal. De momento es solo una prueba piloto: 560 euros mensuales para 2.000 personas. Pero tiene un gran valor simb¨®lico porque marca uno de los caminos posibles.
El estudio Tecnology at work v2.0, de la Universidad de Oxford, estima que el 57% de l</CF>os actuales empleos en los pa¨ªses de la OCDE est¨¢ en riesgo de desaparecer por la automatizaci¨®n. Los mismos autores ¡ªCarl B. Frey, Michael Osborne y Craig Holmes¡ª hab¨ªan calculado en un trabajo anterior sobre EE?UU que los empleos en riesgo eran el 47%, lo que da ida de la aceleraci¨®n del proceso. En China estiman que est¨¢n en peligro el 77%. Los autores ofrecen datos que ilustran sobre la dimensi¨®n y la rapidez del cambio. Por ejemplo, que cada 18 meses se dobla el volumen de datos que se transmiten; que el 34% de la fuerza laboral de EE?UU ¡ª53 millones de personas¡ª ya trabajan en r¨¦gimen de freelance; o que la mitad de los empleos que se crear¨¢n en la UE requerir¨¢n perfiles de alta capacitaci¨®n.
?Qu¨¦ hacer con quienes no la tengan? ?Y con los que han sido sustituidos por un robot? Si no va a haber trabajo estable para todos, ?c¨®mo podemos garantizar un m¨ªnimo de ingresos para una subsistencia digna? Como ocurri¨® con las anteriores revoluciones industriales, es de esperar que el salto tecnol¨®gico comporte un aumento de la productividad y, en consecuencia, de la riqueza. El gran cambio consistir¨¢ en que esta ya no se repartir¨¢ necesariamente a trav¨¦s del trabajo. Si eso es as¨ª, la cuesti¨®n es c¨®mo se repartir¨¢. De momento se apuntan dos posibles v¨ªas: repartir mejor el trabajo reduciendo la jornada laboral ¡ªSuecia est¨¢ ensayando la de seis horas¡ª y adoptar una renta b¨¢sica universal, como prueba Finlandia, con cargo a los impuestos sobre la riqueza que se genere. La alternativa ¡ªno repartir la riqueza y abandonar a la gente a su suerte¡ª puede ser mucho peor. Y m¨¢s costosa en t¨¦rminos de seguridad.
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